A las 3 de la mañana, llegó una chica con una caja de la que salían gritos desgarradores. Me pidió que ayudara al gato. Al ver al “doliente”, la acompañé afuera del consultorio. 20 minutos después, el “gato” tuvo dos maravillosos gatitos. © Oídoporahí / Ideer
Soy veterinario, me trajeron un perro con obesidad e intoxicación alimentaria. Una señora de unos 40 años, aparentemente sin hijos, preparaba para el perro chuletas en salsa, sopa de queso crema y, en general, todo tipo de comidas sofisticadas. En respuesta a mi consejo de poner al perro a dieta y darle solo comida especial, me dijo que a él no le gustan mucho los granos y las verduras, por lo que lo de la dieta no funcionaría, y la comida especial le parece insípida. Repetiré: le parece insípida la comida para perros. © Oídoporahí / Ideer
Ayer estábamos sentados en el trabajo, aburriéndonos. De repente, una chica y un chico entraron volando al grito de: “¡Un perro tuvo un accidente, ayuda!”. Detrás de ellos, entró cojeando de la pata delantera izquierda, un labrador mestizo. Mientras la chica y yo examinábamos al perro, el chico fue a elegirle un collar, mientras hablaba por teléfono. Escuché un fragmento de la conversación: “Llegaré un poco más tarde. Sí. Bueno, no puedo dejar a una persona así”. El veterinario también escuchó esto, le preguntó en voz baja a la dueña del perro: “¿Te chocó a ti o qué?”. La chica negó con la cabeza. Nos contó que él estaba cerca cuando alguien atropelló a su perro, los llevó a la clínica en su auto, interrumpiendo sus planes. Mientras hablábamos y nos ocupábamos del perro, el chico compró un collar y una correa nuevos, se acercó varias veces a preguntarnos si todo estaba bien, pagó las inyecciones y, sin escuchar las objeciones de la chica, llevó al perro de regreso a su coche. © missblackrat / Pikabu
A la recepción llegó un hombre con un labrador con quejas de que su perro había comenzado a cojear sobre sus patas traseras. Después de una serie de exámenes, al perro se le prescribió un tratamiento y, entre otras cosas, se le indicó la necesidad de perder peso (el labrador estaba muy redondo). El dueño estaba muy sorprendido:
—¡Pero si apenas come! Lo alimentamos correctamente, ¡con comida cara!
—¿Y cuánta comida le das?
—Según se indica en la tabla.
—¿Quizás deberías aumentar el tiempo de los paseos?
—Caminamos 2 horas al día.
—¿Tal vez alguien en tu familia le da comida extra al perro? ¿Nadie lo alimenta con comida de la mesa?
—Para nada.
—¿Cómo le das de comer?
—¿Cómo que cómo? ¡Normalmente! Derrito mantequilla en el microondas, la vierto sobre la comida balanceada y le froto queso encima.
—...
—¡Y de otra manera no come esa comida cara suya! © mistyuchkovost / Pikabu

Comentarios sobre el artículo «15+ Formas en las que podrías estar lastimando a tu mascota sin querer»