Dentro de una caja que fue heredada por unos familiares, había varias insignias y monedas. Entre ellas había una moneda de 1914 lanzada en honor al 200.° aniversario de la batalla de Gangut. Aunque mi conocido no se dedicaba a coleccionar monedas, la agarró y se la llevó. Después, en casa, la gugleó y se quedó asombrado. El precio de esa moneda en las subastas oscilaba entre 6800 y 27 500 USD. Me dijo que durante toda una semana no pudo tranquilizarse: no lo podía creer y decidió venderla. Al final, subió su foto en un famoso foro numismático. Fue reconocida como original y decidieron hacer una subasta. La moneda se vendió por 11 200 USD.
En nuestro complejo habitacional, alguien tiró una caja con esferas para árboles de Navidad. Por supuesto, no pude pasarlas por alto. Tomé la caja y empecé a sacar las esferas. Estaban cubiertas de oropel, por eso las saqué una por una desde el fondo. Para ser sinceros, pensé que no encontraría nada más excepto unas esferas de 5 centavos. Pero luego fui sacando ejemplares bastante interesantes. Los mejores fueron un conjunto “Cipollino” y de “Casa de gata”. Por supuesto, las esferas están desgastadas, pero eso no confunde a un verdadero coleccionista. Por ejemplo, la esfera de “Don Tomate” no es barata y estaré muy feliz de adquirirla por muy desgastada que esté.
Unas personas contrataron a la empresa de mi marido para sacar las cosas de una casa recién comprada y llevarlas al vertedero. Le preguntaron al nuevo propietario si primero vería lo que querían tirar. Él respondió que solo quería que se llevaran todo lo antes posible. Entonces, en la casa encontraron un bolso que tenía relojes adentro. A mi esposo le encantan los relojes, así que lo dejó a un lado. Después se los llevó al joyero por curiosidad. Dos relojes se veían decentes, pero no eran tan valiosos: 100 o 150 USD cada uno. Pero el tercero tenía un precio mucho más caro: aproximadamente 14 mil USD. Mi esposo les dio a sus trabajadores un bono y guardó el reloj en la caja fuerte. © Callie Pinto / Quora

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