Si una puerta de un avión se abriera en pleno vuelo, las consecuencias serían extremadamente graves. Aunque las puertas están diseñadas para abrirse hacia adentro, lo que reduce la posibilidad de que alguien pueda abrirlas, esta medida no es completamente infalible.

Si una puerta se abriera en el aire, el avión sufriría una despresurización, lo que provocaría que cualquier objeto o persona no asegurada sea succionado fuera de la aeronave. En pocas palabras, las personas serían expulsadas hacia el exterior.

Además, el avión sufriría un deterioro significativo debido a la brusca diferencia de presión a la que se vería sometido en ese momento. También, la temperatura dentro del avión descendería considerablemente, e incluso podría llegar al punto de congelación dependiendo de la altitud.

La disponibilidad de oxígeno disminuiría rápidamente, lo que pondría en peligro la vida de los pasajeros que no tuvieran una máscara de oxígeno. El vuelo AA1775 tuvo que realizar un aterrizaje de emergencia que duró menos de 10 minutos. El descenso fue tan rápido que los pasajeros llegaron a pensar que algo grave estaba sucediendo en la cabina.

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