No tienes idea de qué día de la semana es. Y el viernes no te parece tan mágico.
En lugar de atender el teléfono con un “Hola”, dices tu nombre.
Al llenar cualquier documento, seguramente agregarás tu número. Y nadie entenderá esto.
Tienes maletas de todos los tamaños para tus viajes de negocios. Y ya se te olvidó dónde las compraste: simplemente las tienes acomodadas en un lugar.
En tu teléfono tienes 4 587 327 alarmas para cualquier hora del día.
Tienes una cartera llena de monedas, pero no puedes dejar propina en una cafetería, porque al final de todo, es dinero de diferentes países.
Cuando viajas como pasajero, al pasar por la cabina, cierras involuntariamente los estantes. La gente a tu alrededor se queda mirándote con rareza, y solo los auxiliares de vuelo pueden reconocerte.
Cuando los invitados salen de tu casa, les dices a todos: “Adiós. Hasta luego”.
El 100 por ciento de los mensajes de tu compañía de celular te dan la bienvenida por la llegada a un nuevo país.
Cuando te llama un controlador aéreo, entras en pánico y empiezas a pensar que confundiste el día de tu vuelo.
A menudo te encuentras en shock sobre qué y cómo ponerte la ropa en la vida cotidiana, porque en el trabajo todo el guardarropa ya está preparado para ti.
La vida privada no se trata de romance y flores. Además de volar, todo el tiempo duermes y planchas tus camisas.

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