Gracias a la considerable demora, Stringer pudo disfrutar de los asientos de primera clase y un servicio de comidas y bebidas de primera calidad. El hombre expresó: “Creo que nuestra actitud determina nuestro destino. Sí, fue un día terrible. Nadie desea pasar 18 horas en el aeropuerto, pero si mantenemos una mentalidad positiva, podemos convertir algo así en una experiencia muy divertida”.

Durante el vuelo, Stringer afirmó haberse reído y bromeado con la tripulación de cabina, lo que incluso resultó en una foto grupal y en el intercambio de información de contacto con sus nuevos amigos. Algunas azafatas admitieron que un vuelo con un solo pasajero sería el día de sus sueños en el trabajo.

Un asistente de vuelo anónimo escribió: “Trabajé como auxiliar de vuelo durante 10 años y me ocurrió algo similar una vez. ¡El nombre de nuestro pasajero era Ben y nunca lo olvidaré! ¡Nos divertimos mucho!”

Es cierto que la idea de tener un avión solo para uno suena muy entretenida. Aunque también puede sonar como un escenario de película de terror.

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