Ahora lo vi todo
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18 Personas que ya no aguantan más a sus familiares arrogantes e insensibles

Tener una familia perfecta no es tan sencillo como parece, aunque son personas que queremos “por sobre todas las cosas”, de repente nos sorprenden. Seguramente te ha tocado que hacen comentarios o tienen actitudes dignas de imponer una queja con el “reparte familias”. Todos tenemos esa anécdota incómoda que hasta puede romper ciertos lazos.

  • Mamá estaba en un fideicomiso inmobiliario. Necesitaba con urgencia realizar un pago, tuvo que pedir prestado parte del monto a su sobrino, mi primo. Acordaron un calendario de pagos y la deuda se devolvería periódicamente mientras el edificio estaba en construcción. Así, cuando ya nos estábamos preparando para mudarnos, al sobrino se le ocurrió una idea increíble: él y su familia se mudarían a nuestro departamento de dos ambientes con diseño mejorado, y nosotros, al de ellos, en un edificio de madera de tres pisos. Y como compensación, perdonaría el resto de la deuda. El trato, por supuesto, no fue aceptado. El resto de la deuda se pagó lo antes posible. © Rijuh / Pikabu
  • He estado haciendo jabón desde que tenía 16 años. Quería venderlo, pero mi madre, una “persona de buen corazón”, se llevaba todo lo que yo no lograba esconder a tiempo y se lo regalaba a sus amigas. No me daba dinero ni para los ingredientes, yo compraba los productos por mi cuenta. El momento culminante llegó cuando mi tía vino de visita. Y, como de costumbre, preguntó si había jabón. Saqué algunos. “Este cuesta un dólar, este un dólar y medio...”, comencé a indicarle los precios. Me interrumpió con las palabras: “Pero, espera, yo necesito gratis”. “Entonces llévese los trozos del borde”, le dije. La tía se sorprendió: “¿Qué? De hecho, quería juntar regalos de Navidad para mis amigas. ¿Para qué necesito tus recortes? No, dame de los buenos, de los lindos”. Encima, luego llegó mi mamá y empezó a avergonzarme. En resumen, dejé ese hobby el mismo día. © Oídoporahí / VK
  • Mi tía vive modestamente, pero regularmente pide dinero prestado y solicita préstamos al banco para “hacerse rica”. Lo invierte todo en proyectos dudosos que prometen montañas de oro. Ya hablé con ella, le di ejemplos de las varias veces que fue engañada y había perdido su dinero. Su argumento fue simple: todos cometemos errores, pero lo principal es actuar, intentarlo una y otra vez. Y esto ha seguido durante varios meses, incluso años. En lugar de descansar o comprarse algo, ahorrar un poco y recibir tratamiento médico en una clínica, elige este tipo de “inversiones”. Estoy preocupado y no puedo observarlo con indiferencia. © Oídoporahí / VK
  • En la boda, mi suegra leyó en voz alta una felicitación de una tarjeta y dijo que el regalo lo daría después. A la hora de los regalos (una hora después), hubo un escándalo porque ella dijo que uno de los invitados había robado el dinero que ella quería regalarnos. Todos los invitados (y eso que la boda fue solo para las personas más cercanas) se sintieron incómodos. Mi esposo sacó de nuestro dinero la cantidad que, según ella, quería darnos, y se lo dio con las palabras: “Ya está, cálmate”. Mi suegra tomó el dinero y se fue contenta a casa. © forbidden.wish / Pikabu
  • Mi esposo y yo emigramos a Canadá y, tan pronto como nos establecimos, trajimos también a mi mamá. Al principio estaba feliz, y luego, de repente, se puso sensible y triste. No podíamos entender qué pasaba. Una vez, cuando mi madre no estaba, encontré cartas de mi tía dirigidas a ella. Le decía a mi madre que debía exigirnos dinero para volver a su país, comprar una casa y vivir con ella, ya que nosotros éramos malos y nos fijábamos en cada bocado que se comía en nuestra casa. Esa tía no existe más para mí. © Magda Selmeci / Quora
  • Unos parientes le dieron a mi madre un fajo de dinero como regalo por el nacimiento de nuestro hijo. Lo supe un año después. Le pregunté: “¿Dónde está el dinero, mamá?”. Y ella me respondió: “Tu mujer, como la persona perezosa que es, se hizo cesárea y pensé que el niño iba a tener problemas con los nervios. Así que guardé ese dinero para pagarle a mi nieto los tratamientos con el neurólogo cuando sea necesario”. ¿Y no te dice nada que el bebé ya tiene un año, es tranquilo, y mi esposa se hizo cesárea porque el bebote pesaba 4,3 kg?
  • Mi esposo, mi hijo y yo vivíamos en mi departamento de un ambiente. Mi suegra quería mucho un segundo nieto o nieta, y nos llenaba la cabeza con esas ideas. Un día, le sugerí que ella y mi suegro se mudaran a nuestro departamento, y nosotros nos mudaríamos al de ellos de tres ambientes. Y que entonces aceptaría tener otro bebé. Fue así como el tema sobre el segundo nieto no se volvió a mencionar. © Elena Kourou / Facebook
  • Mi suegra y yo nos llevábamos muy bien antes de casarme con su hijo. Era divertida y más relajada que mi mamá, así que fue una experiencia nueva para mí. Sin embargo, pronto cambió. Todo comenzó durante el compromiso: mi suegra me ofendió al decir que sus dos hijas, que serían mis damas de honor, detestaban los vestidos que yo había elegido. Una vez, me dijo que mi hijo se veía feo en una foto de la escuela. Cuando su hijo y yo nos separamos y decidí volver a trabajar como maestra, ella preguntó: “¿Cómo controlarás a los alumnos si no puedes lidiar ni con tus propios hijos?”. Toda una maravilla esa mujer. © Joanne Serin / Quora
  • Tenía 10 años, había ahorrado algún dinero y no podía decidir si comprarme una consola de videojuegos o patines. Mis padres me pidieron prestado ese dinero para pagar los servicios públicos. Y luego, para Navidad, me dieron de “regalo” una consola. Su posición era la siguiente: “Vamos a considerar que te devolvimos ese dinero, ya que querías comprar lo mismo”. Y lo peor de todo es que, incluso ahora, que estoy por cumplir 30, siguen sin entender por qué me molestó. © ruuusskaa / Pikabu
  • Mi madre tiene una prima que vivía en un centro turístico durante el verano y se mudaba a la ciudad para pasar el invierno en nuestro departamento vacío. Los servicios públicos siempre los pagaba mi madre, nunca le cobró ni un centavo en 3 años y hasta la registró en esa vivienda. Cuando me enfermé, mi madre me envió con su prima por un mes para que estuviera cerca del mar. Ella, al final, le mandó una factura por la cantidad de dos salarios de lo que entonces cobraba mi mamá. Incluso le sumó los gastos de papel higiénico, electricidad, agua, etc. Y después se sorprendió cuando, al llegar a pasar el invierno de nuevo en nuestro departamento, se encontró con inquilinos. © Oídoporahí / VK
  • Me enamoré de una chica y comencé a llevar un diario, describiendo en detalle todos los días que habíamos pasado juntos. Una vez, se lo puse debajo de la puerta, pensando en explicárselo, pero no funcionó, parece que no lo notó. Continué llevando el diario. Describía escrupulosa y responsablemente casi todos los días de mi vida. Día tras día, año tras año. Todo mi ser estaba ahí, me describía como si estuviera siendo examinado bajo un microscopio. Rellené 5 cuadernos comunes con letra pequeña. Y luego mi madre encontró mis diarios, los leyó y decidió que había demasiada negatividad. Por la noche, ella y papá fueron a quemarlos, como si fuera un ritual de liberación. Fue como si me hubieran arrancado un pedazo del alma. © zloyptich / Pikabu
  • Mi mamá hizo una copia de las llaves de nuestro departamento y comenzó a traer todo tipo de cachivache que le daba lástima tirar, ya que ella tenía un departamento lindo y el nuestro no era nada, una simple vivienda. Pero un día cruzó la raya. Volví a casa y vi a cargadores tratando de arrastrar un viejo sofá al departamento. Entonces, dije: “¡Alto! ¡Yo soy la dueña!”. Su respuesta me mató: “Tu casa ya está hecha un desastre, ¿qué importa?”. ¿Y no se pone a pensar en que el departamento es mío, pero todo lo de adentro es de ella? Me enojé tanto que les di dinero a los mismos cargadores e hice que llevaran al basurero todo eso a lo que mi mamá me decía “te lo dejo hasta el verano y después lo llevaremos a la casa de campo”.
  • Me mudé a vivir con mi esposo y mi madre insistió en que la llamara todos los días y le dijera cómo estaba. Pero durante 3 días estuve muy ocupada y cansada, así que, al regresar a casa, no la llamaba, sino que le enviaba mensajes. Mi mamá armó todo un escándalo, lloró, me regañó, dijo que no podía simplemente desaparecer así, que ella había gastado tanta energía en mí y bla, bla, bla. Los menajes no eran suficientes para ella, definitivamente tenía que llamarla. La bloqueé y no hemos hablado ya durante varios años. © WalkBlessed / Reddit
  • Dejé de hablar con mi madre después del nacimiento de mi hija. Recordé cómo me trataba, vi a mi hija y el pelo se me puso de puntas: ¡¿cómo pudo?! Además, yo fui una niña obediente, educada y tranquila desde que nací. Cuando trataba de solucionar los problemas, se me venían encima el gaslighting y el abuso, que ya era hora de reconocer. Leí en alguna parte que era necesario comunicarme desde mi perspectiva y comenzar con “yo” al aclarar una relación. Le dije a mi madre: “Yo me siento herida cuando no te disculpas por tus malas acciones. Creo que está mal”. La técnica psicológica falló, ya que empezó a gritar histéricamente en mi cara: “¡No, no te sientes así! ¡No, no puedes pensar eso!”. A lo que yo respondí: “El hecho de que sea tu hija no te da el derecho de tratarme como se te dé la gana”, y en respuesta: “¡Sí me da el derecho! ¡Soy tu madre! ¡Estás completamente bajo mi poder!”. © Varfolomeya / Genial.guru

¿Qué anécdota con tu familia compartirías si este artículo fuera un grupo de apoyo?

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