La nieve surge de un proceso atmosférico en el que se producen pequeños cristales de hielo que caen al suelo y se agrupan en estructuras de color blanco, conocidas como copos. Al reunirse, estos copos pueden formar una capa de nieve en la superficie terrestre cuando se dan las condiciones adecuadas de temperatura. A pesar de esto, es importante saber que la nieve en sí misma no es blanca.

Cada copo de nieve es singular e irrepetible. Es un fenómeno natural sorprendente, ya que no existen dos idénticos. Aunque todos tienen en común la presencia de seis lados, cada uno presenta una estructura y patrón de cristalización particular. Además, las temperaturas influyen significativamente en su formación. Cuanto más bajo es el termómetro, más simples y pequeños se forman los cristales de hielo que componen los copos. En condiciones de baja temperatura, los cristales de hielo crecen de manera más lenta y uniforme, lo que da lugar a formas más simples y de menor tamaño, por lo tanto, su tamaño y complejidad están estrechamente relacionados con la temperatura a la que se forman.

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