Ahora lo vi todo
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15+ Hechos de la alta sociedad del siglo XIX que no nos dicen en las películas

Gracias a series y películas como Bridgerton y las princesas Disney, en nuestra actualidad las mujeres cuya apariencia se muestra impecable, con peinados por demás elegantes, hermosos vestidos, cinturas perfectamente estilizadas y un hombre en caballo que rescata a la damisela, hemos llegado a creer que era una época en la que todas las mujeres quisiéramos vivir. Pero estas son algunas cuantas razones para agradecer vivir en la nuestra y no en el siglo XIX.

  • Ni una sola dama salía de casa sin una caja vinagreta (“Vinaigrette”: una pequeña caja con una esponja empapada en perfume, aceites esenciales o vinagre). Con la ayuda de la cajita “refrescante”, enmascaraban los malos olores y también despertaban a las tiernas señoritas que debido a su impresionabilidad, podían desmayarse en cualquier momento o perder el conocimiento debido a un corsé demasiado apretado.
Columbia Pictures / Courtesy Everett Collection / East News, © Vinaigrette / Walters Art Museum / Wikimedia Commons, © Public Domain
  • Las cajas vinagretas se llevaban en las retículas o se sujetaban al gancho para el cinturón llamado châtelaine. Las cajas estaban hechas de plata y oro, y decoradas con tallas y piedras preciosas.
  • Durante el período de la Regencia, las damas no usaban ropa interior. A pesar de que los calzones ya existían entonces, eran prerrogativa de los hombres. Las mujeres de los estratos altos, por su lado, asistían a los bailes sin ninguna ropa interior.
Focus Films / Courtesy Everett Collection / East News
  • La primera ropa interior, parecida más a unos pantalones cortos sueltos con una abertura en el área de la entrepierna, apareció solo en 1806 y comenzó a usarse en 1820.
  • Bajo vestidos ligeros parecidos a las túnicas antiguas, vestían blusas, corsé corto, medias y enaguas. Las blusas de lino y algodón evitaban que las telas caras se ensuciaran al absorber el sudor y el exceso de sebo.
  • La ropa exterior casi nunca se lavaba, pero para blanquear la ropa, la remojaban en orina, que por su contenido de amoniaco, era un método efectivo.
  • Las enaguas también protegían el dobladillo de los vestidos de la suciedad. Caminando por la calle, las chicas levantaban el atuendo y todas las salpicaduras caían sobre la capa interior. Lavar la ropa era algo que requería mucho tiempo y era costoso, por lo que en la mayoría de los casos, solo se lavaba la ropa interior.
  • Además, la ropa interior no dejaba traslucir los materiales más finos como la muselina y la batista, con los que se hacía la mayor parte de las prendas.
  • Algunas mujeres humedecían sus faldas con agua a propósito para enfatizar las curvas del cuerpo con materia húmeda tanto como sea posible. Semejante práctica no era popular, y la reputación de estas damas estaba a la altura de su coraje.
UNIVERSAL PICTURES / BAILEY, ALEX / Album / East News
  • En la era victoriana, una mujer embarazada se consideraba como un espectáculo que ofendía la moralidad pública. Por lo tanto, para evitar las miradas de soslayo, las damas ocultaban cuidadosamente su barriga creciente de la gente ajena con la ayuda de corsés especiales con cordones en los costados, lo que les permitía ajustar el apriete según sea necesario.
  • También se prescribía reposo durante el embarazo. Por lo tanto, otra razón para ocultar el embarazo era la renuencia de las damas a renunciar a las salidas sociales, aunque solo fuera por unos meses.
  • Una de las tantas maneras que creían efectivas para evitar un embarazo era montar a caballo. Fue hasta 1832 que se tuvo registro de las primeras instrucciones médicas para prevenir el embarazo verdaderamente.
  • Tenían una actitud especial con respecto a la menstruación. Los médicos recomendaban a las mujeres descansar durante esos días. Y no solo físicamente, sino también mentalmente. Cualquier carga, y sobre todo mental, según los médicos, se asociaba con el riesgo de desarrollar enfermedades e incluso quedar infértil. Se recomendaba eximir a las adolescentes de la escuela para no dañar su salud. Y además, no se les permitía bañarse durante esos días, para protegerlas de la hipotermia.
  • Pero no todas las damas podían permitirse el lujo de permanecer inactivas durante un par de días, por lo que muchas continuaban haciendo las tareas domésticas en contra de las recomendaciones.
  • Algunos médicos consideraban que la menstruación era una enfermedad peligrosa que, si no se controlaba, podía conducir a la locura. Por lo tanto, a las mujeres a menudo se les recetaban sedantes.
East News
  • Se creía que la casa es el único lugar seguro para una mujer. La etiqueta prohibía a las damas salir solas, por eso siempre estaban en presencia de acompañantes. Además, la etiqueta no les permitía quedarse fuera de casa por mucho tiempo, dar largos paseos por las calles de la ciudad, hablar con alguien e incluso mirar las vitrinas de las tiendas.
  • Y dado que el personal de servicio era el que, por lo general, se dedicaba a las compras, muchas amas de casa soñaban con simplemente ir a la tienda y poder elegir y comprar cosas. Esto continuó de este modo hasta que aparecieron las primeras tiendas análogas de supermercados, brindando a las mujeres un lugar socialmente aceptable y seguro para ir de compras.
  • La mayoría de los trabajadores de las nuevas tiendas eran mujeres. Y los precios eran fijos, para que las mujeres no tuvieran que regatear.
  • En la época victoriana cobró auge la idea de que una piel pálida y blanca era sinónimo de belleza. La piel blanca distinguía el estatus social de una dama, para ello se crearon un sinfín de productos que contenían plomo, mercurio, arsénico y amoníaco, incluso se podía leer en los libros de belleza consejos como lavar el rostro con amoniaco por las mañanas.

¿Cómo habrías lidiado con este tipo de cosas si hubieras vivido en esa época?

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