10+ Historias que demuestran que la vida es todo un estuche de monerías
¿Llegar tarde es tan terrible? ¿La vida se acaba después de los 30? ¿Cómo saber cuándo tomarse un descanso? Las personas aprendemos de las experiencias que nos lanza la vida y los protagonistas de estas anécdotas lo experimentaron de primera mano. Así que ¡acompáñanos en este viaje de sabiduría accidental!
- Si alguna vez piensas que ya es demasiado tarde para cambiar algo en tu vida después de los 25 años, recuerda a mi madre. A los 38 años, se unió a un grupo de jóvenes estudiantes en la universidad de medicina y se graduó como médico especializado en diagnóstico por imágenes. A los 48 años, mi madre tiene una gran cantidad de talentos, toda una vida por delante y una nueva carrera por delante. © AnastasiaFrost / Twitter
- Si alguna vez tengo una hija, le daré estos consejos: aprende inglés, toma sopa de pollo después de una fiesta, depila tus cejas y si un hombre no tiene tiempo para ti, no te necesita; aléjate de él. En resumen, eso es lo que la vida me ha enseñado. © Livotovas / Twitter
- Actualmente estoy en Italia y lo único que aprendí a decir antes de venir fue: “¿Puedo acariciar a tu perro?” Una habilidad 100% útil. © zhashx / Twitter
- Actualmente no tengo una relación, y me he dado cuenta de que las personas que más me compadecen y aconsejan acerca de encontrar pareja rápidamente son aquellas que tienen relaciones poco saludables. Me dicen cosas como: “Lamento que estés sola y nadie te quiera. Una relación es felicidad. Mira a Pedro y a mí”. Sin embargo, al observar su relación, me parece aterradora. © Wizard_Severus / Twitter
- —¡Hola!
—¡Hola! Hoy me hice manicura, pedicura, depilación, y compré ropa interior nueva.
—¡Guau, genial!
—Espero que hayas entendido la indirecta...
—Sí, por supuesto, mi amor. Entendí que te quedaste sin dinero hasta fin de mes. © treschenko24 / Twitter - En el metro, durante una tarde, un hombre perdió a su gato en una estación. A pesar de llamarlo, el animal no respondía y huía cada vez más lejos. El hombre soltó un grito desgarrador: “¡Cállense! ¡Necesito atrapar a mi gato! ¡Es mi mejor amigo!” La estación entera quedó en silencio, y al final el gato asustado corrió hacia su dueño al ser llamado por su nombre. Nunca había experimentado tal silencio en el metro, con alrededor de 100 personas presentes. © kseniyazovyt / Twitter
- En el mercado cercano a mi casa, hay un anciano solitario que cultiva verduras que he estado comprando por tres años. Siempre me pregunta cómo estoy, me regala una manzana o una pera y a cambio, yo le compro bollos o té de la panadería. Charlamos durante un par de minutos sobre el clima, novedades del cine, asuntos de su huerto y cómo un vecino intentó robar sus frambuesas. Es un anciano encantador y alegre. Si encuentras a este tipo de jubilados en tu mercado local, habla con ellos, estarán felices. © ValuevaAnastasi / Twitter
- ¿Por qué se dice que la soledad arruina a las mujeres? No he visto a ninguna mujer soltera que se sienta afligida. Por el contrario, son las mujeres más libres y felices del mundo. © treschenko24 / Twitter
- En Instagram, había una mujer que constantemente escribía sobre la necesidad de que las mujeres se vean perfectas, como modelos incluso en casa, de complacer a su hombre en todo, de no andar sin maquillaje o peinado. Sin embargo, su esposo la dejó y ahora escribe publicaciones sobre la autosuficiencia. Es bastante gracioso. © mrsbackstab / Twitter
- Salí en delantal para sacar la basura y una abuela le dijo a su nieta: “Mira qué chica tan dedicada, probablemente sea una buena esposa. ¡Y tú no quieres hacer tu propia cama!” Normalmente no respondo, pero esta vez no pude resistir y le dije que solo estaba limpiando después de una fiesta que duró una semana. © __cherry_eva / Twitter
- Seamos honestos, a las mujeres no les importa cuánto dinero tenga un hombre, lo importante es que sea capaz de resolver problemas, al menos los suyos. © treschenko24 / Twitter
- Uno de mis recuerdos más vívidos de la infancia con mi abuelo es cuando me ganó al ajedrez y lloré porque perdí. Él me dijo: “Está bien, solo jugaré con mi mano izquierda”. Entonces gané, y me tomó casi una semana darme cuenta de lo bromista que era en realidad. © jazz_inmypants / Twitter
Bono
Hacía café con una mano, con la otra armaba el bolso para un viaje de negocios, cuando mi hija dijo: “¡Mamá, necesito una manualidad para el kínder hoy!”. Maldita sea, deben estar bromeando. Hacía poco ya habían pedido una manualidad y no llevé a mi hija al jardín de infancia, y aquí vamos de nuevo. El café ya estaba hirviendo como un caldero infernal y yo no tenía tiempo para hacer más nada.
“Mamá, ¿entonces? ¿La llevamos?”. La nena quería participar, quería ganar. Y yo no lograba cerrar mi bolso. Malditos lunes. Bueno, ¿qué tenemos? ¿Recolectamos conos de pino ayer? Tráeme uno, quitaremos los ojos de tus libros de bebé y tendremos un erizo. Silvestre. “¡Mamá, solo hay un ojo!”. Mejor todavía. Él defendió a la eriza y perdió un ojo en la pelea. “¿Y luego se casaron?”. Por supuesto. Y se fueron a vivir al bosque. Se volvieron felices y libres. La nena sonrió complacida.
Íbamos al kínder, corriendo contra el reloj, yo llevaba el bolso sin cerrar, mi hija cargaba al erizo y todo estaba bien hasta que llegamos al vestíbulo, donde se desarrollaba un verdadero cuento de hadas. ¡Carruajes de calabaza hechos de cuentas! ¡Robles enteros de plastilina! Juro que hasta vi a un Shakespeare hecho de semillas de calabaza. ¿De qué vive esta gente? ¿No trabajan?
Estaba a punto de decir que quizás el miércoles podríamos hacer algo más decente (aunque para mis adentros estaba evaluando seriamente la posibilidad de intercambiar los papeles con los nombres), cuando escuche: “¡Qué bien, mamá! ¡Nuestro Silvestre será el mejor aquí! ¡Porque es feliz!”. Así es. Libre y feliz. Como, espero, que también seas tú. © valenayaspers / Twitter
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