15 Anécdotas de citas que fueron una pesadilla para las protagonistas
Salir con alguien nuevo puede ser una moneda al aire. Es muy difícil estar seguros de cómo será la experiencia hasta que la vivimos en carne propia. En ocasiones podemos encontrar una persona con quien conectamos muy bien y pasamos un rato agradable, pero hay veces en que el “príncipe azul” resulta ser el sapo que no se transforma tras el beso y solo nos quedamos con un mal sabor de boca. Aquí decidimos hacer una recopilación de este último tipo de historias, donde diferentes chicas cuentan cómo sus citas fueron más parecidas a una película de terror que a una de romance.
- Hace unos años tenía en mi Facebook a un tipo que me contactó por MSN invitándome a salir. Me dijo que mi perfil le había llamado la atención y que quería hablar de literatura conmigo. Al principio, la charla fluyó bien, pese a que yo iba en el transporte público le respondía seguido, pero de repente él me dijo: “¿Te molesta si te digo que escribas bien? Soy corrector de estilo y me pone muy nervioso que escribas tan mal”. Yo me sorprendí, pero me calmé y le dije que iba en el autobús y que utilizaba el autocorrector del celular. Entonces él me respondió: “Me sorprende que una mujer que se dice amante de la literatura no sepa que el autocorrector tiene fallos que atentan contra el lenguaje, qué decepcionante eres”, luego me puso un emoticón riendo y me dijo “aun así sigue en pie la invitación de salir”. Le respondí con un varios emoticones de burla y lo bloqueé. © Ser del Abismo / Facebook
- Decidimos separarnos, pero me volvió a buscar así que fuimos a una fonda a comer. A la mesa de al lado llegó un joven con unos trajes colgados y con plásticos de tintorería, los cuales puso en el respaldo de una silla. Yo estaba viendo que empezaban a resbalar, así que le dije: “Joven...”. No terminé la frase, pues mi acompañante (sí, el que quería convencerme de regresar) se puso muy molesto y dijo: “¿Te gusta? Cámbiate de mesa. Ahora entiendo por qué no te abrochas el botón de la blusa”. En ese momento, llegó mi sopa. Saqué un billete que puse en la mesa. Me acerqué al joven de la mesa de al lado y le dije que sus bolsas se estaban resbalando. Me fui del lugar sin mirar atrás. © Ariadna BV / Facebook
- Alguien que apenas estaba conociendo me invitó a un helado. Yo quería conocerlo, me parecía atractivo, así que le preguntaba cosas de su vida y le contaba de la mía. De repente, me dijo, alzando la voz: “¡Ay, ya no más! ¡Estos son mis gustos, esto lo que no me gusta, este es mi trabajo! ¡¡Besémonos ya!!”. Yo me paré de la mesa, le dije que no tenía que pagar la cuenta, fui a la caja y me fui. No le volví a contestar. © Luisa Arenas / Facebook
- Me había mudado a vivir sola por primera vez. A la semana, estaba volviendo de hacer compras y vi a 20 metros a un chico muy, muy lindo, nos miramos y entré a mi casa. A la noche me tocaron el timbre, era de la florería; el chico le había preguntado al encargado cuál era mi departamento y me había enviado flores con una nota y su número de teléfono. Me pareció superdulce, así que lo llamé. Fue el peor error, estuvo 2 horas hablando de lo lindo que era él, el cuerpazo que tenía, sus rutinas de gym, su carrera. Y luego me dijo: “También deberías entrenar”. Narciso, un poroto... nunca llegamos a salir, quedó bloqueado. © Paz María / Facebook
- Me subí a la moto de él, y dijo: “Cómo que estás muy pesadita” con una risa. Hice como que mi cartera se cayó me baje de la moto y me fui. © Jozhii Villalta / Facebook
- Quedamos en ir a comer cerca de donde yo vivía. Ese día me compré ropa nueva para mi cita, estaba emocionada porque él era muy culto y vendría manejando más de una hora para vernos. Llegó tardísimo, pero pensé “viene de lejos, no importa”. Durante la cita, se la pasó hablando de él, de su empresa y de sus ex. Hubo un momento en que se quedó viéndome las piernas mientras decía: “Qué bueno que te pusiste falda, que sirva de algo la manejada”, alternando su mirada nada discreta a la mesera qué nos atendía. Era muy obvio cómo seguía el caminar de la chica con la mirada, hasta le dije: “Deberíamos turnarnos para verla, así no será tan obvio”. En algún momento de la cita, le dije que la comida era muy buena y que me encantaba, y respondió: “Me queda claro que te encanta comer”. Mientras me miraba, le dije: “¿Me estás diciendo gorda sutilmente?”. Y él dijo: “No fui sutil”. Ah, y me dejó lejos de mi casa aunque llovía. Dijo: “No llueve tanto”, y cuando me bajé, dijo: “¿Ni un besito?”. Esa fue de las peores citas y eso que en otra me arrojaron huevos crudos. © Karla Domínguez / Facebook
- Me separé de mi esposo. Tiempo después, comencé a escribirme con un hombre (ya lo conocía), nos llamábamos y todo bien, desde un principio le dije que yo le hablaba al padre de mis hijos, en especial cuando los chicos estaban con él. Bueno, salimos por primera vez y todo bien, fuimos a comer y a caminar por un parque. Ya veníamos de regreso cuando mi ex me llamó para decirme que iba a dejar a los chicos antes de lo acordado por un asunto que le salió, y yo le dije que estaba bien. Y entonces mi cita se indignó mucho porque había hablado con mi ex, y no me habló más, empezó a caminar más rápido (casi corriendo) y se subió al primer autobús y se fue, dejándome sola, lo llamé y no me contestó. A la noche, me escribió y me dijo que no le gustaba que yo hablara con mi ex. Ya no le respondí, lo bloqueé y no quise saber nada de él. © Carla Mendoza / Facebook
- Íbamos por la calle, me abrazó con toda la confianza y me dijo que a él no le gustaba que le tocaran sus cosas en su departamento, que así como las tenía, así le gustaba que estuvieran y quería una mujer que le aseara el lugar. Después de ese día, no le volví a contestar. © Dinabel Galo / Facebook
- Era la primera vez que nos veíamos después de mucho tiempo. Quedamos en ir al cine, yo estaba lista, esperándolo en mi casa, se me hizo que tardó mucho tiempo, así que tomé el celular para llamarlo y averiguar qué pasaba. Contestó y me dijo que ya se había ido porque había llegado a mi casa y yo nunca había salido. Nunca tocó la puerta, ni me escribió, ni me llamó, ni siquiera gritó. © Nancy Escalante / Facebook
- Salí hace años con un chico que era bombero, estuvo pendiente de su radio toda la cita, literal: el aparatito transmitió toda la cita, él estaba muy emocionado traduciendo el código que usaban y no me dio espacio para hablar. A la hora de comer algo, yo compré unas papas fritas y una bebida, él fue el de la idea, pero me dijo que solo tenía algunas monedas. Luego se comió todo él, solo habló de él y él le puso fin a la cita. No me acercó a tomar el metro ni nada, me dijo que me llamaría pronto y que lo habíamos pasado muy bien y estaba feliz con eso... Por dentro yo reclamaba en silencio porque tenía hambre, el trasero adormecido por estar sentada horas en el suelo escuchando su relación romántica con la radio y, para más problema, teniendo por delante un par de horas de viaje para llegar a casa... Me insistió mucho por una segunda cita, le di el beneficio de la duda, me dijo que nos viéramos en el metro y, literal, estuvimos más de una hora en el metro, hablando él, no salimos de la estación del metro nunca para no gastar dinero en un nuevo pasaje. Yo venía cansada del trabajo, tenía hambre y tuve que vivir el monólogo del bombero por segunda vez... Sí, dos veces caí en la tonta trampa. Me invitó a una tercera cita, y para ese entonces le dije amablemente que estaba saliendo con un compañero de trabajo. Él no me creía, me esperaba en la salida del trabajo y yo apelé a la buena amistad de un colega que me acompañaba de la mano hasta el metro y evitaba que yo pasara malos ratos. Ese amigo y su novio me acompañaron por mucho tiempo hasta que el bombero se aburrió de insistir. © Kiki Muggs / Facebook
- No fue cita, pero fue chistoso. Un compañero de la universidad siempre se me quedaba viendo (a mí no me gustaba) y coincidimos por más de año en el mismo salón. En un curso, quedamos juntos en un grupo y, un día, yo, saliendo de mi trabajo ya de noche y con prisa de llegar a mi casa, iba caminando. Me llamó y me dijo: “¿Será que puedes llamarme?”. Pensé que sería por algo del trabajo en grupo, lo llamé y me dijo: “Hola, ¿cómo estás?”, y yo: “Bien, ¿en qué te puedo ayudar?”. Y él me dijo que quería ver cuándo salimos. Y yo gastando mi saldo, jajaja. © Ale Román / Facebook
- Mi primera y única cita con ese chico. Quedamos un día por la tarde, y me llevó a lavar su coche. Como no le quise ayudar, se enfadó, y cuando terminó, le dije que me habían mandado un WhatsApp urgente y me tenía que ir. Me dejó en casa de una amiga y lo bloqueé. © Rosa Maria Gil Motos / Facebook
- Fui hasta otra ciudad a verlo, (lo sé, primer error). Fuimos al cine, hablamos un rato y se me hizo supertarde. En vez de decir “Te llevo hasta tu ciudad” (él tenía auto), me llevó a la central y me regresé en el último autobús que salía, iba con tanto miedo, que hasta el chofer del autobús me dijo: “No se vaya hasta atrás, señorita, póngase al lado mío, porque a esta hora suben muchos hombres, no le vayan a faltar al respeto”. © Aanniy Gallardo De Cordero / Facebook
- Salimos a un restaurante y en la mesa de al lado había una mujer muy linda. Él no paraba de voltear hasta que se cambió de silla porque “no me escuchaba bien” y era para estar de frente a la mujer. Ni siquiera disimuló. © Annieska Avil / Facebook
- Conocí a un chico en una discoteca. A la salida, me dio su número de teléfono en un papel para quedar otro día. Cuando miré el papel, vi que estaba el número de teléfono y al lado decía “sin abusar”. Así que no abusé. © Amparo Garcia Gomez / Facebook
¿Cuál ha sido la peor cita de tu vida?
Imagen de portada Amparo Garcia Gomez / Facebook
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