Ahora lo vi todo
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15+ Tacaños que no tienen vergüenza con tal de ahorrar

Ganarse el dinero cuesta, y cuesta mucho. En primer lugar, el trabajo es duro, y en segundo, en general hacemos lo posible porque rinda tanto como sea posible. Es cierto y es acertado cuidar de nuestros recursos, pero hay quienes se lo toman demasiado en serio... 🤦🏻‍♀️

Hay quienes tienen la fortuna de no tener que preocuparse por ser extremadamente administrados, ya quisiéramos tener esa tranquilidad cuando se trata de balancear nuestros ingresos y los gastos del día a día. Otros, tienen que ser ingeniosos y precavidos con sus recursos. Cualquiera que sea el caso, ¡es válido! Cada quién sabrá cuál es su relación con el dinero, y más que solo eso, incluso aplaudimos la disciplina de quienes saben cómo proteger el fruto de su trabajo e ignoran el “qué dirán” para lograrlo, ¡pero en ocasiones, pueden parecer excéntricos y hacer pasar grandes vergüenzas a sus allegados!

  • Una ocasión nos invitaron a una boda donde se esperaba que cada invitado pagara por su propia comida, supuestamente para apoyar a la pareja de novios. A pesar de que se había contratado un servicio de catering, nos sirvieron un plato sencillo y poco costoso. Lo peor fue que la familia de uno de los novios, que pertenecía a una “clase social” diferente, recibió un trato preferencial y se les sirvió un menú distinto al resto de los invitados. Días después, observé a los recién casados comprando muchos artículos, lo que me llevó a sospechar que habían utilizado el dinero de los invitados para su beneficio personal.
    © Amanda Alvarado Avilés / Facebook
  • Llevé arroz y aguacates como regalo para una amiga que me invitó a comer. Cuando fuimos a la mesa, sirvió solo un poco de lo que yo le había llevado. © Mariana Sanchez / Facebook
  • Invité a mi familia a pasar el fin de semana y, como gesto de cortesía, seis de ellos me llevaron una media empanada que ni siquiera era suficiente para una persona. A pesar de que ellos cuentan con un alto nivel de ingresos y lo alardean, pareciera que no consideran la importancia de los detalles y la generosidad. © Rosa Mosteiro / Facebook
  • Tenía una amiga que cuando salíamos en grupo, siempre se ofrecía a recoger el dinero de todos para pagar la cuenta. Cada uno pagaba su consumo y todos dábamos un extra para la propina del mesero. Luego descubrí que con el dinero que ella recolectaba de nosotros, pagaba su cuenta. © Veronica Quintero / Facebook
  • La madre de una amiga nos invitó a almorzar a su casa, y cuando llegamos, ya había otras 9 personas que también habían sido invitadas. La señora dijo que estaba esperando a que llegara el mensajero con la comida, y cuando llegó resulta que había pedido un plato de sopa, media taza de arroz, 300 gramos de carne y un plátano para alimentar a 11 personas. © Alejandra Martinez / Facebook
  • En una comida de la oficina, un compañero esperó a que todos se sirvieran antes de envolver lo que había sobrado. Él dijo que no había comido nada y que se llevaría todo a su casa. © Roberto Valencia / Facebook
  • En la piñata de un festejado pusieron sus viejos juguetes. Al caer estos, el pequeño quería “sus” juguetes, así que se los quitaba a los otros niños. © Ma Loreto Narvaez / Facebook
  • En las fiestas infantiles, una cuñada se paraba en la entrada y se fijaba quién no llevaba regalo para no darle un recuerdo o cajita de dulces. © Elisa Navarro / Facebook
  • Decidí dejar de hacer fiestas para mis hijos, ya que una pareja de amigos nunca llevó regalos a ninguna de ellas. En lugar de eso, prefiero comprarles regalos a mis hijos y celebrar su cumpleaños en familia con un pastel. © Rosalia Flores / Facebook
  • Tenía un novio que controlaba la pasta dental y el papel higiénico que yo usaba en su casa. Cuando me invitaba a comer, solo pedía un platillo para los dos. © Blanca Rosa Zenteno Delgado / Facebook
  • Visitamos a unos amigos y nos ofrecieron refrescos. Aceptamos la oferta, pero para nuestra sorpresa, nos trajeron bebidas de su restaurante, que está al lado de su casa, y luego nos cobraron por ellas. Esta situación nos dejó una mala impresión y decidimos no volver a visitarlos. © Orimar Meneses / Facebook
  • Un colega de mi esposo nunca llevaba alimento al trabajo con el pretexto de que no le alcanzaba el salario, y por eso todos compartían de su comida con él. Al tiempo, se compró un carro nuevoy empezó a prestar dinero con intereses. Además, remodeló su casa, pero seguía comiendo de lo ajeno. © Chivis Blue / Facebook
  • Mi hija fue invitada a comer con sus amigas, ella eligió algo que costaba menos de 7 dólares y no pidió ninguna bebida debido a que se estaba recuperando de una cirugía. Sus amigas, sin embargo, ordenaron lo más costoso en comida y bebidas y cuando llegó la cuenta, trataron de cobrarle a mi hija 45 dólares. Ella puso 10 dólares en la mesa, dejando una propina extra, y nunca volvieron a invitarla a comer. © Piedad Pelaez / Facebook
  • Una vez salí con un novio que me invitó a comer hamburguesas. Cuando llegamos a la caja para hacer el pedido, él se adelantó y pidió el menú más barato para mí, que era el de niños. Además, siempre tenía que pagarle el transporte y en ocasiones me llevaba a caminar grandes distancias para evitar tomar un taxi. © Leandro Ka / Facebook
  • Cuando vivía con mi suegra, esta se quejaba por muchas cosas, por ejemplo, cuando usaba el ventilador. Era tanto que se paraba en la madrugada y me lo apagaba. También reclamaba porque se prendía el televisor, se cargaba el celular y por encender la luz del cuarto. Mi esposo daba su parte para todo. Pero nunca dejó de quejarse. © Paola Andrea Roa Sandoval / Facebook
  • En una reunión con unas compañeras de trabajo, una amiga que había llegado tarde se quedó con el dinero de la propina. Todo con la excusa de que nos habían atendido mal. © Carmen Alvarez / Facebook

Ahorrar es importante, sin lugar a dudas, y no hay nada de malo con procurar que nuestros hábitos sean congruentes con nuestro nivel de ingreso. ¡Viva la administración financiera! Pero ¡todo tiene un límite y la tacañería también!

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