Ahora lo vi todo
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16 Historias que demuestran que el embarazo y el parto no consisten solo en antojos de media noche

Para las mamás, el embarazo y el parto pueden ser tan emocionantes como aterradores. Especialmente para aquellas que lo experimentan por primera vez. Pero cada mujer tendrá su propia experiencia única. Lo mismo sucede con las personas que las rodean, incluyendo a un médico o una vendedora de una tienda.

En Ahora lo vi todo compartimos el entusiasmo de los que ya son padres y también el de aquellos que están por tener a su primer hijo, y con mucho gusto leímos sus historias.

  • La primera vez que tuve contracciones fuertes duraron 7 horas, hasta que finalmente me pusieron anestesia. En ese momento, me dieron tantas ganas de expresarle todo mi cariño a mi anestesiólogo que, al mirarlo, estuve a punto de llorar. Mi obstetra me contó que le decía que era guapo (bajito y calvo), amable y compasivo. © Anastasia Andreeva / Facebook
  • Yo olvidé el nombre de mi esposo. Estaba almorzando con él y de pronto me quedé estupefacta: ¡me di cuenta de que no recordaba su nombre! Al parecer, me veía tan desconcertada que incluso me preguntó qué me había pasado. Lo bueno es que es médico y comprendió mi estado. Si en su lugar hubiera estado otra persona, se habría ofendido. Sin embargo, nosotros solo nos reímos. © Irina Dudina / Facebook
  • Un día guardé los productos en su lugar y me fui a descansar. Tomé una pequeña siesta y después hice algunas tareas domésticas. En unas horas, tenía pensado salir de casa, pero no encontraba las llaves. Comencé a llorar y a llamar a mi esposo diciéndole que me había quedado encerrada en la casa. Estaba frustrada y sollozaba como una mujer histérica. Al final, abrí el congelador para tomar un helado y allí encontré mis llaves. © Rustblossom / Reddit
  • En una clínica, hice fila para el consultorio equivocado. Simplemente me confundí. Esperé 2 horas en vano. Ni siquiera estaba molesta por ver tanta gente formada. Me quedé sentada hasta que mi esposo vino a buscarme y me llevó al consultorio correcto. Durante todo ese tiempo, ni una sola persona se había formado ahí. Ese día, mi doctora me preguntó si antes me había pasado algo igual. Yo estaba muy feliz en mi sexto mes de embarazo y me daba igual en qué consultorio debía formarme. © Olga Tichonyuk / Facebook
  • En la temporada de calor, iba a la playa especialmente para cavar un hoyo en la arena y acostarme boca abajo. En la playa vendían elotes y un día quise uno, pero se habían acabado, ¡y me puse a llorar! © Tatiana Furs / Facebook
  • Mi embarazo me tocó en la temporada de pleno calor y nuestro departamento se encontraba en la parte soleada y no tenía aire acondicionado. Me daban tantas náuseas que solo podía pasear por la mañana y por la noche. Cuando hacía muchísimo calor, colocaba las almohadas del sofá dentro de la bañera, me acostaba allí, leía algún libro, luego apagaba la luz y me dormía. Un día, estaba durmiendo allí. Mi marido llegó después del trabajo y fue corriendo al baño. Y de pronto un “extraterrestre” se despertó en plena oscuridad. Después de esto, mi esposo nunca volvió a entrar al baño con la luz apagada. © Oídoporahí / Ideer
  • Era invierno. Mi esposa tenía contracciones. Llegó una ambulancia y fui tras ella. Luego me llamó diciendo que recogiera su chamarra y unas botas. Me dieron unas bolsas y me lo llevé todo a casa. Después de un tiempo, llevé a mi esposa a casa. Al pasar el umbral, ella se puso furiosa y me dijo lo siguiente: “¿Quién estuvo aquí?”. Estaba desconcertado, y mi esposa me siguió preguntando de quién eran esas botas. Se puso histérica y comenzó a llorar. Resultó que, sin querer, había traído dos pares de botas del hospital. Después, mi esposa dijo: “Fíjate que una compañera de cuarto del hospital se quejó de que le habían robado sus botas”. © kvs27 / Pikabu
  • Fui a la clínica para registrar mi embarazo. La ginecóloga me preguntó:
    —¿Te embarazaste sola?
    Mi reacción:
    —Con la ayuda de mi marido. —Quedé desconcertada después de escuchar esa pregunta.
    Resultó que se refería a la fecundación in vitro o a un embarazo normal. No todos los médicos saben formular bien las preguntas y luego quedan sorprendidos por las respuestas o los malentendidos. © Burmaley / Pikabu
  • Cuando estaba embarazada por primera vez, no tenía comportamientos raros e incluso me ponía triste por eso. Quería que pasara como en los libros y que un hombre suspirando y sonriendo de forma comprensiva dijera: “Por supuesto, querida”. No sabía qué inventar y estaba sufriendo. Y una vez, por la noche, me puse a llorar: “No quiero nada, soy una chica normal, pero no quiero eso. Tráeme un canguro ahora, quiero verlo en vivo y de cerca”. Mi marido me tranquilizó: “No pasa nada, no eres tan normal”. © Anastasia / Genial.guru
  • Mi esposo es un hombre mimado por su mamá y su abuela. En la tienda suele elegir manzanas por su aspecto bonito y perfecto. En pocas palabras, artificiales. Una vez, entramos en un local para comprar cebollas y vi unas manzanas desagradables, pero recién cosechadas. Yo estaba embarazada y le pedí que me las comprara: “Déjalas. ¡Qué asco!”. Entendí a lo que se refería. Quería comprarme unas manzanas perfectas. Después, me dijo: “La vendedora me miró con tanto odio. A lo mejor pensó que este monstruo estaba alimentando a su esposa embarazada solo con cebolla y no le quería dar manzanas”. © Ekaterina Soloviéva / Facebook
  • Mi mamá me contó que mientras estaba embarazada de mí, de repente se le antojaban tocino salado o pepinillos con mermelada de chabacanos. En una fiesta estos productos estaban para servirse, pero, por alguna razón, le dio mucha vergüenza comerlos en tal combinación. Aunque esto no se compara con lo que me había contado un colega sobre su esposa embarazada. ¡Se ponía a llorar solo de saber que no podía tomar ni siquiera una gotita del detergente para vidrios del coche, a pesar de su aroma “encantador”! Siendo sincero, después de escuchar estas historias, estaba preparado para cualquier capricho de mi esposa e incluso sentí un poco de lástima de que no me pidiera fresas fritas saladas. © ElvenLazyness / Pikabu
  • Di a luz en abril y en junio pasé los exámenes para egresar de la universidad. Además de los cambios hormonales, me desvelaba mucho. Estábamos en el examen, nos dieron unos fragmentos de algunos periódicos en inglés y teníamos que contarlos de alguna manera. ¡Estaba tan asustada, me di cuenta de que había leído el fragmento 15 veces y no entendía ni una sola palabra! Volteé hacia mi amiga, que había dado a luz unos meses antes que yo y también vi su mirada de pánico. ¡Y éramos las mejores estudiantes!
    Al parecer, nuestra profesora sospechó que algo andaba mal y se acercó para preguntar si todo estaba bien, a lo que mi amiga y yo dijimos susurrando aterrorizadas: “Profesora, no entendemos nada”. Era una buena persona y al final, le presentamos la respuesta en el examen, literalmente le dijimos pura tontería y nos calificó con un diez. ¡Le estoy eternamente agradecida! © Julia Alexandrova / Genial.guru
  • Llevaba tres horas dando a luz. La obstetra, como una portera, estaba preparada para atrapar al bebé. Otros 5 minutos y nacería mi milagro. De repente, se acabaron las contracciones. Apareció una multitud de médicos, había un alboroto alrededor y luego alguien acarició mi cabeza. Me inyectaron anestesia y luego el doctor me dijo: “Aah, es una niña y pesa 3,750”.
    PD: Nunca, nunca estornudes después de una cesárea. ¡Nunca! © yagalena / Pikabu

Después de leer estas historias, se puede concluir que el embarazo está repleto de momentos divertidos. Por supuesto, al atravesar este periodo, puede parecer que no es así, pero después de recordar diversas situaciones lo comienzas a percibir desde otra perspectiva.
¿Y tú tienes algunos recuerdos sobre tu embarazo o tu parto? ¿O tal vez has sido testigo de situaciones divertidas y nos puedes contar lo que les ha pasado a tus conocidos?

Imagen de portada yagalena / Pikabu
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