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16 Peticiones ridículas de clientes que duele saber que no eran una broma

Quien sea que haya dicho “el cliente siempre tiene la razón”, probablemente estaba en la cima de la cadena alimenticia del mundo laboral y no tuvo que lidiar con las peticiones irracionales y humores volátiles de las personas que se interesan en sus servicios. Cuando revisamos el internet y nos topamos con historias de aquellos que realmente han estado en ese campo de batalla, no nos quedó duda de que aguantar a personas molestas es todo un desafío. ¿No lo crees? Te dejaremos juzgarlo.

  • Trabajaba en telemarketing para el sector de cancelaciones de una empresa de televisión. Cierto día, una señora llamó para cancelar la suscripción y enseguida le pregunté el motivo. Dijo que el aparato decodificador era muy grande y no cabía en el espacio que tenía su estante para la TV. Entonces, le pregunté cuál era el tamaño del espacio, pues el aparato era bastante pequeño. Me respondió que era el lugar reservado para colocar las bebidas y que el decodificador no entraba allí. © Tafnys Araujo / Facebook
  • Mi padre tiene una pequeña empresa de fiestas infantiles en la cual montamos juegos inflables, camas elásticas, etc., y ya tuvimos tantos clientes irrazonables que podríamos escribir un libro solo con sus historias. Hubo una vez en la que un padre metió a su hijo dentro del inflable justo cuando estábamos desmontando el equipo. Detalle: el hombre exigió que montáramos todo nuevamente, pues su hijo todavía no había jugado. Estuvimos trabajando durante toda la fiesta el día entero y el horario del contrato había expirado, entonces traté de explicárselo, pero él solo nos gritaba. Saqué al niño del inflable y seguí desmontándolo mientras su padre amenazaba con llamar al organizador del evento, como si eso pudiera solucionar algo. © Marcus Vinícius Mallmann / Facebook
  • Cierto día, una mujer pidió al delivery un postre de chocolate blanco con fresas y después de que recibió el producto, llamó reclamando que no le gustaba el chocolate blanco y quería que se lo cambiáramos por un postre de chocolate negro. Ella había hecho el pedido por la aplicación, así que estaba registrado lo que había solicitado. Le expliqué que no tenía forma de cambiar el postre (¿era necesario explicárselo?), pero que podía hacer un nuevo pedido, que el repartidor se lo llevaría. No lo hizo y yo me gané una estrella en mi evaluación. © Janaína Scricco / Facebook
  • Trabajo en una farmacia y ya atendí a varias personas que van al establecimiento a devolver un remedio que fue usado por la mitad, simplemente porque no les hizo el efecto esperado o porque no les gustó. © Gabriel Milhorini / Facebook
  • Trabajo en la recepción de un hotel y es normal recibir reclamos sobre los televisores, principalmente los días nublados. Cierto día, un huésped me pidió que le resolviera un problema con un canal, porque iban a pasar un programa a las 21 h y él necesitaba verlo desde el comienzo. Ya eran las 21:30 y en su imaginación, yo tenía que lograr que el programa empezara de nuevo. © Gabbe Costa / Facebook
  • Cierta vez, un cliente me pidió que calentara un vaso con refresco para que el hijo bebiera. Le pregunté si no era mejor quitarle el hielo, para que quedara a temperatura ambiente. Él tocó la lata y dijo: “No, no, tiene que estar tibio”. © Dafne Adriele Maccari Costa / Facebook
  • Soy optometrista y trabajo haciendo exámenes visuales. Una vez, después de la consulta, un paciente volvió para quejarse de la graduación prescripta, ya que estaba viendo “demasiado” con las gafas y ¡se iba a volver adicto! Le respondí que nunca había visto gafas cuyo objetivo fuera hacerlo ver mal. © Thais Cristina / Facebook
  • El trofeo a la irracionalidad de mi trayectoria como vendedora fue este: una mujer publicó en los grupos de la ciudad que había querido cambiarme dos prendas para sus hijas gemelas y yo me había negado. Subió mi página, mi nombre y mi contacto al grupo. ¡Hasta añadió la foto de sus hijas en una fiesta del fin de semana anterior usando los vestidos que ella quería cambiar! La publicación tuvo centenares de comentarios y yo vendí mucho gracias a eso, pues ella agregó capturas de pantalla de mí diciéndole que no le cambiaría las prendas porque habían sido usadas y ella afirmaba que no. Las fotos la delataron. © Amy Jolie / Facebook
  • Esta historia es de una amiga que trabajaba en un banco. Llegó un tipo muy descarado que se saltó la fila, ignorando la indignación de los clientes, y fue hasta ella, que le dijo: “Señor, no puede hacer eso”. Él le preguntó si sabía con quién estaba hablando y de quién era hijo. Ella respondió: “No sé, pero yo soy hija de Juan, el operario, ¿esto significa algo para usted? Entonces, ni usted ni su padre son importantes para mí. ¡EL QUE SIGUE!”. © Carmen Salim / Facebook
  • Trabajo vendiendo a través de una aplicación de mensajes. Una vez, una señora me reclamó por la foto de perfil que tenía en la aplicación. Detalle: uso una foto con mi familia y nada más. Entonces, ella dijo que no quería ver nuestras caras y sí el símbolo de la empresa. Le envié mi logo con la marca, el registro de la empresa y el enlace de la página. Al final, dijo que solo me compraría si cambiaba la foto. Me cansé y la bloqueé de mis contactos. © Júnior Tambores / Facebook
  • Una vez, una actriz llegó al departamento de vestuario de la emisora, miró el vestido escogido para que luciera ese día y dijo: “Hoy, cuando desperté, me di cuenta de que ya no me está gustando ese color. Cámbialo”. La vestuarista, acostumbrada a los ataques de la estrellita, dijo: “Haga un esfuerzo para que le vuelva a gustar, porque solo tiene este vestido para ponerse”. © Dafne Adriele Maccari Costa / Facebook
  • Un día, en el banco donde trabajo, atendí a un cliente que se puso furioso conmigo porque, según él, no quería ayudarlo a registrarse en la aplicación de una empresa de transporte. Dijo que teníamos la obligación de ayudarlo con la solicitud, pues tenía su cuenta en el banco, y que abriría una indagatoria por negativa de servicio, entre otras cosas que me dijo por no ayudarlo a realizar el registro. Y tenía alrededor de 60 personas después de él esperando que les resolviera problemas bancarios... © Edson Sirlene / Facebook
  • Trabajé en una tienda de artículos de librería que también tenía cibercafé, hacía fotocopias, impresiones, encuadernaciones y cosas por el estilo. Había gente que se paraba frente al mostrador para hacer copias mientras hablaba por el celular, por lo tanto, se comunicaban conmigo haciendo mímica. Entonces, yo salía de detrás del mostrador y me iba a la puerta de la tienda. Dejaba a los clientes haciéndoles gestos a las paredes. © Silvana M. Golçalves / Facebook

Si has trabajado en servicio al cliente, ¿cuál ha sido la petición más ridícula con la que te has enfrentado?

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