Ahora lo vi todo
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18 Adultos a quienes se les hizo un nudo en la garganta cuando sus niños actuaron noblemente

Alguna vez nos hemos topado con adultos que actúan como si tuvieran cinco años, o con niños que se comportan como si acabaran de cumplir 50. La edad es solo un número cuando dejamos que nuestras acciones hablen por sí solas. Por eso, algunos padres se preocupan por dar un buen ejemplo en casa para que sus hijos imiten buenos modales y se conviertan en personas amables y solidarias con quienes los rodean. Ellos son como una esponja y aprenden de cada lección que les enseñemos.

En Ahora lo vi todo hemos recopilado ejemplos de niños que han demostrado que su corazoncito es tan grande como un melón al hablar con sabiduría y actuar con empatía frente a los adultos.

  • Fui a la escuela de mi hijo a hacer trámites y justo tocó la hora del recreo. Me asomé a ver si lo encontraba en el patio y entonces lo vi con su compañero de curso, un jovencito que era no vidente y mi hijo era su guía... Fue una emoción profunda la que sentí al ver esa imagen, mi hijo nunca me había comentado nada de lo que hacía. © Patricia Alejandra Munizaga Ibarra / Facebook
  • En una ocasión, mi hijo se cayó y se abrió la ceja. Lloraba de dolor y yo, al notar la sangre, también lloré. Cuando él se dio cuenta, se secó las lágrimas y, a pesar de su dolor, me dijo con voz firme: “¡Ya! No pasa nada”. Tenía 2 años. © Sarai Torres Santiago / Facebook
  • Desde que mi hija es pequeña, trato de darle un pequeño domingo (un poco de dinero el día domingo por haber ayudado en casa). Cuando ella tenía unos 5 años, juntó lo suficiente para invitarnos unas pizzas y que yo no cocinara por un día. Le dije que no podía aceptarlo, porque ese dinero era para que ella comprara lo que quisiera y dijo que eso era lo que quería: comprarnos una pizzas y que yo pudiera descansar; entonces me sentí mal por haber rechazado su gesto de amor y le dije que estaba bien, que aceptaría que ella comprara una pizza y que yo compraría la otra. Y ella fue feliz y les contó a todos que nos había invitado a comer con su dinero. © Georgina Monserrat Contreras Gamez / Facebook
  • Mi hijo me contó que un día estaba preocupado porque no encontraba su tarea, entonces buscó en Google: “¿Qué hacer cuando se pierde la tarea?”; la respuesta de Google fue que se lo dijera a su maestra. Entonces mi niño pensó que Google no lo había ayudado para nada, porque si se lo decía a la maestra, entonces iban a ser dos personas enojadas: ¡su maestra y su mamá! Me río a carcajadas cuando me acuerdo de esto. © Kenia Leticia Jimenez / Facebook
  • En una ocasión, cuando mi hijo tenía como 3 años, me tocó ir al banco con él. Había una larga fila y en algún momento me quejé de lo cansada que estaba. Entonces él me dijo: “Pues siéntate”, y yo le respondí que no tenía silla. A los pocos segundos, empecé a escuchar un ruido... era mi hijo arrastrando una silla por todo el banco. Tuve que decirle que no podía hacer eso, pero todos los que se dieron cuenta sonrieron con ternura, y yo tenía ganas de llorar... © Daleth Herrera / Facebook
  • Me acuerdo una vez que estaba cuidando a mi hermanita. Ella apenas estaba aprendiendo a caminar y se sostenía de los muebles, la pared o las puertas. Mi papá le había comprado una caja de galletas para bebé. Le encantaron y quería más, pero él le dijo que ya era suficiente, puso la caja en la orilla de un buró que estaba al lado de una puerta y después se fue. Yo me quedé con ella y me di cuenta de que quería agarrar las galletas, así que le dije que no podía comer más. Se quedó ahí un rato observando la caja; después de un tiempo, la vi sostenerse de la puerta que estaba al lado y empezar a moverla hasta hacer que la caja finalmente se cayera. Tenía solo 2 años; la forma en que se sentó y se puso a pensar en cómo llegar a esas galletas es de lo más asombrosa. © Julie Díaz / Facebook
  • Mi mamá se enfermó y tuvimos que ponerle oxígeno. Cuando mi niña se enteró de cuánto costaba rellenar el tanque, sacó su dinero de la alcancía y me dijo: “Toma, mami, para el oxígeno de mi abuelita”, me partió el corazón. Lo tomé y se le agradecí. Después le volví a dar para su alcancía. © Zeny Perez / Facebook
  • Mi madre siempre cuida a mi hija mientras voy a trabajar; un día, tenía una fuerte migraña y aunque le había dicho que la podía dejar con una vecina, ella prefirió quedarse con mi pequeña. Antes de irme, le dije a mi hija que se portara bien porque la abuelita estaba enferma. Cuando le pedí a la vecina que las fuera a ver, ella enseguida me llamó diciendo que mi pequeña de dos años le había dicho en voz bajita: “No hable, itá enferma; gracias”. Después de eso, cada vez que mi madre está algo enferma, nos dice a todos que no hablemos y le acaricia la cabeza. © Diana Johana Ramirez / Facebook
  • Mi hijo de 6 años creció con dos primos mayores que él. Juega pesado y nunca se está quieto. Creí que siempre sería así y que tendría problemas con los niños pequeños por no medirse. Hace un tiempo, fuimos a una fiesta y mi hijo jugaba con niños de su edad a patear el balón. En eso un bebé de aproximadamente un año y medio se atravesó para perseguir la pelota y mi hijo corrió, la recogió con sus manos y se la dio con cuidado al bebé. ¡Me dio tanta ternura! © Fanny HG / Facebook
  • Mi hijo pequeño, de unos tres años le daba la mano a mi madre cuando la veía bajar una acera y le decía: “Ve con cuidado”. Era lo que ella le decía cuando él empezó a caminar. Mi madre se moría de amor por él. © Carmen Gonzalez Rodriguez / Facebook
  • Mi hijo de 6 años es bastante distraído. Pero es muy inteligente, incluso aprendió a leer solito antes de los 3 años. Un día, yo estaba un poco cansada y me dormí en el sofá... Desperté cuando sentí que me tapaba con una mantita; al ver que había abierto los ojos, me dijo que no quería que me resfriara. © Darling Rossel Henríquez / Facebook
  • Hace poco estuve enferma y mi mayor preocupación eran mis dos hijos de 7 y 3 años. Me sorprendió que mi hijo mayor se dedicara a cuidar a su hermanita dándole comida que ya estaba preparada y vigilándola. Incluso ayudó con el orden de la casa. Desde ese día, no lo miro igual que antes. © Dayanara Reyes / Facebook
  • Cuando mi niña tenía cuatro años me escuchó hablar por teléfono con el veterinario, nuestro cachorro necesitaba su última vacuna, pero en ese momento me había quedado sin dinero. Entonces escuchó cuando le pregunté si podía llevarlo en un par de días, ya que no tenía efectivo y colgué. Mi hija fue a su habitación y me trajo unas monedas, me dijo: “Vamos a llevarlo, yo pago”. Es muy empática, me siento afortunada. © Ana Castro / Facebook
  • Cuando mi nieto tenía 3 años, un día fui a buscarlo a la guardería. Al ir manejando me di cuenta de que en el lugar en donde estaba sentado le daba el sol directo en la cara. Como no quise parar a cambiar el asiento, me pareció más fácil darle mis lentes para sol, y él se los puso. Al llegar a la casa, vi que los había roto y le pregunté qué había pasado. Él solo se encogió de hombros y me dijo: “Ay, abu, pues ¿para qué me los das?”. Y pues sí, ¿qué más podía esperar al darle los lentes a un bebé? © Diana Aquino / Facebook

¿Qué es lo más dulce que un niño te ha dicho? Si tienes o tuvieras hijos, ¿qué enseñanzas te gustaría que aprendan e imiten?

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