18 Personas que son un dolor de cabeza en el transporte público
Viajar en transporte público puede ser una travesía. No solo por las largas horas que involucra, sino por los personajes que se desplazan en él: los fanáticos de hablar alto por teléfono, los que ocupan los lugares de otras personas o los que se suben para comer las cosas más elaboradas. Sin ellos, andar en metro, autobús u otro medio sería aburrido, ¿no crees? Y para celebrar su existencia, reunimos historias sobre los extraños comportamientos de algunos de estos pasajeros.
- Subí a un tren. Escuché que en el otro extremo del vagón una mujer gritaba desaforadamente, diciendo que su compartimento olía a retrete y estaba sucio. Después de un rato, la señora entró en nuestro compartimento, examinó a todos, me señaló con el dedo y dijo: “¡Tú! ¡Ve a mi compartimento, yo viajaré aquí, en tu lugar!”. Quedé tan asombrada por el descaro de esta señora que no encontré nada mejor que responder: “No puedo cambiar de lugar con usted, ¡porque estoy embarazada y no soporto ningún olor!”. No sé qué pasó con ella después, pero se fue y los otros viajeros comenzaron a felicitarme por mi embarazo. Sigo avergonzada de haber dicho esta mentira. © Mira Abenova / Facebook
- Cedí mi asiento en el autobús a una anciana. Pero no se sentó, llamó su nieto. Un sujeto alto con bigote adolescente se acercó y se sentó en mi asiento. Quedé estupefacta, hice que se parara y que se sentara la anciana. Como resultado, ella se sentó y su enorme nieto se acomodó sobre sus rodillas. © Oídoporahí / VK
- Iba a trabajar en un tren nocturno: subía a las 22, bajaba a las 6, una hora más tarde ya estaba en el trabajo. Por supuesto que trataba de dormir, pero una vez también viajaba en ese tren una madre con 3 hijos de 2 a 5 años. Era medianoche, los niños hacían mucho ruido, era imposible descansar. Le pregunté a la madre qué hora los acostaría. La respuesta me dejó en shock: “Bajaremos a las 3 de la mañana, tuvieron una siesta larga durante el día para que no se durmieran hasta llegar a casa”. © Alexandra Zharikova / Facebook
- Una vez, tenía que hacer un viaje de unas cuatro horas y media con mi hijo en un tren. Mi pequeño tenía 3 años, se iba a sentar, se iba a acostar, iba a necesitar ir al baño, así que pagué por la litera de abajo. Entramos, y había una señora en nuestra litera, y en la de abajo estaba su hijo de unos 10 años. Resultó que habían pagado 2 literas superiores en diferentes compartimentos, y la señora me pidió lastimosamente que cambiara de lugar con ella, para que pudieran viajar juntos. ¿Y yo, entonces, tenía que estar parada al lado de mi hijo de tres años sentado en la litera superior? Se ofendió mucho cuando no acepté. © delicat / Pikabu
- No entiendo por qué algunos hombres tienen tanta arrogancia. Viajé en tren durante 2 horas. Unas filas más allá de mí estaba sentado un hombre que iba, al parecer, con su esposa. Durante todo el viaje, me hizo ojitos, y tan pronto como su compañera se alejó, ¡me pidió mi teléfono! Naturalmente, le dije que no. Deberían respetar a sus mujeres, personas así son repugnantes. © Oídoporahí / VK
- En el metro de Seúl, las chicas que se maquillan por el camino no son una rareza, pero recordaré a una por mucho tiempo. Está bien maquillarse la cara, pero ella se exfolió los codos y las rodillas, se aplicó una base aclarante en las piernas, luego sacó una plancha a batería de su bolso y comenzó a rizarse el cabello. No sé qué pasó después porque tuve que bajar. © Oksana Jin / Facebook
- A los 7 años viajé al mar con mis padres. Pagamos 2 literas inferiores y 1 superior. Un par de horas después, subió una familia que había pagado la otra litera superior de nuestro compartimento y las demás en uno contiguo. Cuando vieron a mis padres, dijeron: “Qué maravilla, pueden cuidarlo”. Y al final, su hijo de unos 10 años viajó con nosotros. Mientras sus padres descansaban tranquilamente en el compartimento de al lado, el chico saltaba de un lado a otro de la litera superior a la inferior, abría los equipajes y metía las manos en todas partes. Luego, tomó mi osito de peluche favorito, lo sacó por la ventana abierta, me miró a los ojos y dijo que si abría la mano, yo no volvería a ver el osito. Las conversaciones con los padres del niño no condujeron a nada, no quisieron cambiar de lugar con nosotros. Algunas personas saben aprovecharse de los demás. © Zhlemur / Pikabu
- Una vez, en el autobús, una mujer hablaba muy fuerte por teléfono con una amiga. Todos los pasajeros se enteraron de qué cocinó para la cena, qué compró con descuento, cómo le duele la rodilla y con qué se la trata. Finalmente, un hombre no pudo soportarlo más: “Señora, escucho atentamente su conversación y quiero preguntarle: ¿no sufre de hemorroides? ¡Le puedo aconsejar un remedio excelente!”. La mujer se calló enseguida. © Elena Akodus / Facebook
- Estábamos viajando en tren. Había un sujeto loco que miraba fijamente a mi hijo de un año y repetía en voz baja y espeluznante: “Él no te llevará a ti, pero se llevará al niño. No te llevará a ti, pero se llevará al niño”. No hace falta decir que estábamos, por decirlo suavemente, incómodos. © stellalaboof / Reddit
- Voy al trabajo en tren por la mañana. Un día, en la estación había un sujeto que leía un rap muy duro y decía cosas desagradables a la gente en la cara. Llegó el tren y pensé: “Qué bueno que ahora me iré y él se quedará aquí”. Pero no fue así, se subió al mismo vagón que yo y siguió “rapeando” durante toda la media hora que estuvimos en viaje. Un hombre le pidió que se detuviera, pero eso no ayudó. El rapero terminó bajándose una parada antes que yo y comenzó a golpear las paredes y las ventanas del vagón mientras nos alejábamos de la estación. Un sujeto muy extraño. © ghostonthealtar / Reddit
- Una vez, viajé en la litera inferior de un compartimento. Una chica entró y se subió a la litera superior. Luego, entraron 2 hombres que recién se habían conocido y decidieron sentarse a charlar. La chica bajó y se fue al vagón comedor, yo me quedé dormido. Me desperté alrededor de la una de la mañana. Se oía un ronquido salvaje, simplemente insoportable. Me senté. Frente a mí yacía un hombre con los ojos abiertos que daba vueltas y vueltas; aparentemente, no podía conciliar el sueño por los ronquidos de su nuevo conocido. Después de otro ronquido impresionante, se escuchó la voz del segundo hombre desde arriba: “Señorita, ya póngase de costado, es simplemente imposible dormir así”. © hunterpo / Pikabu
- Una anciana tiró de mi brazo enyesado cuando viajaba en el metro. Tuve que volver a operarme. Ella no se consideró culpable, porque yo soy joven y debo viajar de pie. El hecho de que hubiera varios hombres sentados alrededor no le molestaba en absoluto. © Oídoporahí / VK
- Estaba en el metro. De repente, una chica sacó un sándwich de chorizo y comenzó a comer. Un par de días después, nuevamente en el metro, vi a un hombre que sacó un recipiente con ensalada, una cuchara grande y media hogaza de pan. Al terminar, lo guardó todo cuidadosamente y se fue. Lo conté en mi trabajo y mi colega dijo: “¡Eso no es nada!”, y me mostró la foto de un chico con un muslo de pollo y un recipiente con arroz. También había cenado en el metro de camino a alguna parte. © Oídoporahí / VK
- Iba a otra ciudad a la fiesta de una pariente. El tren llegaba muy justo, por lo que tenía que cambiarme de ropa y arreglarme en el camino. Subí vestida con un chándal común y con una cola de caballo en la cabeza. Tomé mi bolsa de cosméticos, fui al baño, me vestí y me maquillé rápidamente, regresé a mi lugar y la señora que viajaba al lado mío comenzó a gritar: “¿Por qué ocupas el lugar de otra persona? Hay otra chica sentada aquí”. Traté de decirle que era yo, que solo me había cambiado de ropa, pero la mujer no me creía. Por sus gritos vino el controlador, revisó mi boleto y mi asiento. Pero la mujer igual siguió indignada, diciendo que el mundo estaba lleno de estafadores. Y yo me quedé pensando todo el camino: ¿el maquillaje y un vestido realmente cambian tanto a una persona? © Habitación n.º 6 / VK
- Estaba en el metro. Vi a una mujer romper accidentalmente el puente entre los cristales de sus anteojos. Sacó un rollo de cinta adhesiva de su bolso y se pegó los anteojos a la cara. Al hacerlo, usó todo el rollo. La cinta adhesiva distorsionó sus rasgos a punto de que parecía un gremlin. Para compensarlo, la señora abrió su cartera, sacó un espejo y se pintó los labios. © 2manyfelines / Reddit
- Tenía que viajar en tren con mi perro. Compré ambos asientos en un vagón coche cama. Me acomodé. Estaba bebiendo té con galletas cuando llamaron a la puerta. Era una empleada del tren y junto a ella había una mujer con un bebé. Dijo que yo tenía un lugar libre, así que me “darían dinero” si dejaba a la mujer viajar conmigo. Porque ella tenía un niño y le resultaba incómodo viajar en un vagón común. “Un momento”, dije, “no estoy de acuerdo, además, tengo un perro”. Y me respondió: “Pues, no pasa nada, puedes encerrarlo en la transportadora, no tenemos alergias”. Dije que, en primer lugar, no había pagado por dos asientos para que mi perro estuviera en una jaula por todo un día, y en segundo lugar, no habría querido viajar con nadie, incluso si estuviera sin el perro. Y, por supuesto, el argumento principal: “¡Bueno, pero tengo un niño pequeño!”. “Créeme”, respondí, “definitivamente no tengo nada que ver con este hecho”. © Ekaterina Baitsur / Facebook
- Mi altura es de 157 cm. En el metro, siempre me encuentro por debajo del campo de visión de los hombres, por lo que a menudo me pisan los pies, me pinchan con paraguas y me empujan. Pero un incidente lo recordaré por siempre: en un pasillo de un vagón lleno de gente, un hombre puso su periódico sobre mi cabeza y comenzó a leerlo. Empujé con el dedo hacia arriba, haciéndole saber que había una persona debajo. No se disculpó, simplemente me miró con desdén y me dio la espalda. © Jenny Fletcher / Quora
- Una vez, viajaba en un autobús medio vacío, había muchos asientos libres. Subió una mujer con tacones súper altos, con un niño de unos 2 años, lo puso a mi lado (yo estaba sentada junto a la ventana) y dijo: “Cuídalo, ya vuelvo”. Y sin esperar mi respuesta, se fue a pagar el pasaje. Vi que le decía algo al conductor. Entonces, el autobús se detuvo en la siguiente parada, y esta chica bajó y desapareció. Quedé en shock. Miré al niño. Él también estaba en shock, a punto de estallar en llanto. Le grité al conductor: “¡Alto!”. No sabía qué hacer. Entonces, esta mujer regresó al autobús con una botella de agua en las manos y dijo con mucha calma: “Hace mucho calor, tengo sed”. Creo que encanecí en esos 2 minutos que ella no estaba. © Marusya / Genial.guru
¿A qué personas fuera de lo común te has encontrado en el transporte público?
Imagen de portada Oídoporahí / VK
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