19 Niños cuyas respuestas inocentes le hicieron el día a sus padres
Los niños tienden a pensar con una lógica muy distinta a la de los adultos. Para ellos las cosas no son tan complicadas y esta forma de analizar su entorno suele presentarse en sus comentarios ante las situaciones de la vida. La naturalidad con la que los pequeños dan sus respuestas puede ser muy graciosa y por eso reunimos algunas anécdotas de personas que fueron víctimas de su ingenio y decidieron compartir su experiencia con el mundo para que nosotros también podamos reírnos un poco.
- Cuando mi hijo era pequeño, le pregunté a su maestra si se estaba comportando bien. La docente dijo que él no sabía caminar por los corredores y que siempre estaba corriendo de un lado para el otro. Mi hijo, que tenía solo 4 años, nos miró a las dos y dijo que hacía eso por culpa de los adultos. Si esos espacios no eran para correr, ¿por qué los llaman corredores? Las dos nos miramos de reojo y nos reímos a carcajadas. © Inês de Gois / Facebook
- Le conté a mi hijo de 4 años que su tía (mi hermana) tenía un bebé en la barriga. Entonces, me preguntó: “¿Y por dónde va a salir?”. Empecé a explicarle que el médico lo iba a sacar de la barriga de la tía y él me retrucó: “Ah, ya sé, mamá. Va a salir por el ombligo, ¿no?”. © Patricia Stefany / Facebook
- Mi madre trabajaba en una tienda de mascotas donde les cortaba el pelo a los perros. En casa teníamos dos perras caniches y cuando quedaron embarazadas, el día del parto, mi mamá también les afeitó el pelaje. Entonces, un día mi madre se cortó el pelo muy corto y mi hermana menor dijo que se lo había cortado porque iba a tener bebés, igual que nuestras caniches. © Carolina Nobrega / Facebook
- Mi hija, que en esa época tenía 3 años, recibió regalos de mi suegra. Cuando le dije que la abuela le había regalado tres zapatos, se quedó pensando por un tiempo y luego preguntó: “¿Por qué la abuela me compró tres zapatos si yo solo tengo dos pies?”. Le tuve que explicar que era solo una manera de decir y que, en realidad, eran tres pares y no tres zapatos. © Amanda Marinho Takahashi / Faceboo
- Una vez, uno de mis alumnos de 5 años me preguntó: “Maestra, ¿quién te regaló esos zapatos?”. Respondí: “¡Yo misma!”. Él puso cara de quien está inmensamente admirado y sorprendido. Entonces, me volvió a preguntar: “¿Tienes dinero? ¿Trabajas?”. Le dije que sí. Me di cuenta de que mis alumnos pensaban que los maestros, al igual que ellos, también eran “obligados” a ir a la escuela. © Natália Klomfass / Facebook
- Mi hija tenía más o menos 6 años cuando dijo lo siguiente: “¡Mamá, me rasqué la cabeza y encontré un piojo!”. Entonces le respondí: “¿Y qué hiciste?”. Ella, con toda naturalidad, me contestó: “¡Lo puse de nuevo en mi cabeza para que nadie lo viera!”. © Evani Andrade / Facebook
- Cuando estaba embarazada de mi hijo menor, el mayor decía que ya estaba cansado de escuchar a las personas intentando adivinar la fecha de nacimiento de su hermano. Un día, recibí una llamada de una persona muy querida, que me dijo: “Ah, el bebé va a nacer el día 22”. En eso, mi hijo gritó cerca del celular: “¡Dejen de adivinar cuándo va a nacer mi hermanito! Porque va a nacer el día de su cumpleaños!”. Gabriel, de 8 años. © Vanessa Ribeiro / Facebook
- Cuando mi sobrina tenía 3 o 4 años, me corrigió cuando dije que el hombre que estaba cerca de nosotras tenía calva. Le preguntó al hombre: “Señor, usted es ’calvo’, ¿verdad? No tiene calva, porque usted es hombre. ¡Calvas son las mujeres!”. © Fabiano Ferraz / Facebook
- Valentina, de solo 3 años, fue a su primer día de clases en el jardín de infantes, y cuando llegó a casa, dijo que no le había gustado el maestro. Entonces le pregunté: “Pero ¿por qué, Valentina?”. Me respondió: “Porque no me gustó y ya”. Le insistí: “Valentina, ¡tiene que haber un porqué!”. Así que me explicó: “Es porque yo estaba llorando y el maestro dijo que dejara de llorar. Entonces le dije que yo lloro cuando quiero, porque los ojos son míos”... © Camila Ocreciano / Facebook
- Cuando mi hija del medio era muy pequeña, no entendía las expresiones idiomáticas. Entonces, si alguien le decía: “Vamos, vamos que estamos sobre la hora”, ella lo miraba de arriba abajo y ponía esa cara de “no entiendo nada de lo que me estás diciendo”. Recuerdo que ella tampoco comprendía cosas como: pisar cáscaras de huevo, tener un sapo en la barriga, a caballo regalado no se le miran los dientes... ¡Tengo nostalgia de esos tiempos! © Evelyn Costanza / Facebook
- Cuando mi hija nació, su abuelo ya había partido. Entonces, cuando ella tenía unos 4 años, vio las fotos del abuelo y preguntó quién era. Le dije que el joven de las fotos era su abuelo, padre de su padre y esposo de la abuela. Ella me miró espantada y preguntó: “¿Y todos ellos se fueron al cielo juntos?”. Creo que hice un lío en la cabecita de mi pequeña, ¡jajaja! © Ana Claudia Gonçalves / Facebook
- Me fui de los Estados Unidos para vivir en otro país con mi hijo de 6 años. Lo inscribí en una escuela que tenía clases de inglés, para que tuviera continuidad en ese idioma. Un día, llegó de la escuela y me dijo: “¡Mamá, estoy aprendiendo indiano! No entendí mucho lo que la maestra enseñó, pero debe ser porque fue mi primer día de clases”. Pasaron los días y me volvió a decir: “¡No quiero aprender más indiano! Me confundo con ese idioma!”. Le pedí que me mostrara el cuaderno de la materia y, para mi sorpresa, era inglés. Solo que el inglés que enseñaban en la escuela era tan malo que mi hijo no entendía nada, por eso creía que estaba aprendiendo otro idioma. © Adryana Smoura / Facebook
- Ale, 5 años: “Mamá, quiero comer esa cosita negra que mi bisabuela me daba”. Mi esposo y yo intentamos descubrir qué era esa comida. Pensamos en mil cosas: chocolate, galletas, cacahuates, etc. Hasta que el invierno llegó y comenzó la época del frijol negro, aquí en mi ciudad. Fue así como nos dimos cuenta de lo que era esa cosita negra que a mi hijo le recordaba a su bisabuela. © Samara Edson Alexandre / Facebook
- Cuando estaba embarazada de mi hija menor, fui con la mayor a la consulta de rutina. Ella se quedó observando a la doctora mientras escuchaba el corazoncito de la bebé. Cuando estaba terminando la consulta, mi hija le pidió a la doctora que escuchara el corazón de su bebé imaginario. La médica entró en el juego y, cuando le apoyó el estetoscopio, la niña hinchó la barriguita y dijo que el bebé la había pateado porque había sentido que el aparato estaba helado. Nos causó mucha gracia. © Joseany Nunes / Facebook
¿Qué ha sido lo más inesperado o gracioso que te ha dicho un niño?
Imagen de portada Evani Andrade / Facebook
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