Ahora lo vi todo
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19 Personas cuya mala memoria les hizo pasar una mala jugada

Hay días donde podemos amanecer en “modo automático”, y esto puede generar alguna que otra situación atípica. Al final pueden convertirse en muy buenas anécdotas que contar en las reuniones, todo es cuestión de tomarlo con gracia. Entendemos que hay días donde podemos colocarnos un calcetín distinto al otro, y recopilamos historias de descuidos memorables.

  • Cuando estaba recién casada, se me perdían las cucharas. En la casa solo vivíamos mi esposo y yo, me parecía muy raro y me dio un poco de miedo... Un día estaba pensando en eso mientras comía un yogur y me encontré tirando a la basura el vaso del yogur con la cuchara dentro. Resolví el enigma. © Isabel Margarita / Facebook
  • Una vez me preparé una chocolatada y en lugar de calentar el vaso, lo puse en el armario, y la lata metálica del cacao adentro del microondas... ¡Me di cuenta del error cuando empezaron a saltar chispas! © María Cagigas / Facebook
  • Me mudé a un edificio de tres pisos y la puerta de uno de los departamentos del segundo piso era muy parecida a la mía, en el tercer piso, por lo que siempre me confundía. Coloqué un adorno navideño en mi puerta para poder distinguirla, ya que la última vez casi rompo una llave muy costosa de la que es difícil sacar una copia. © Evelin Sanchez / Facebook
  • En una reunión de este año, una señora caminaba de aquí para allá, diciendo “alguien que haya encontrado un celular, se me acaba de perder”. De repente dijo: “Ah, ya lo encontré, estaba en mi bolso”. © Saga de Geminis / Facebook
  • Cuando mis hijos tenían 4 y 8 años, en el apuro de no llegar tarde a la escuela, salí en la camioneta en dirección a la escuela y la señora que trabajaba en casa cerró el portón. Luego de aproximadamente 1 kilómetro, mi hija, que era la más pequeña, me dijo: “Mami, ¿mi hermano no va a ir a la escuela?”. “Claro que sí”, le dije. ¡Volteé y vi que no venía en el carro! “Se bajó a cambiarse los zapatos”, dijo mi hija. Tuve que regresar y obviamente llegamos tarde. © Mireya Trujillo Diaz / Facebook
  • A los 15 años me encantaba andar en bicicleta, iba a todos lados en ella. Un día me mandaron a la tienda, tomé la bicicleta, llegué a la tienda y la puse en el suelo frente al establecimiento. Compré lo que necesitaba y regresé a casa... caminando. Tres días después, quería salir con mi bicicleta y no la encontraba. De repente sentí un nudo en el estómago y recordé. Fui a la tienda a preguntar, pero obviamente no sabían nada de ella. © Rosalia Noe / Facebook
  • Mi cocina olía fatal. Revisé todo. Quité la parte baja de los armarios. No encontraba de dónde venía el olor. Un tiempo después, al sacar del armario un tupper, encontré dos muslos de pollo podridos. En lugar de meterlos en la nevera, los había guardado en el armario. Desapareció el olor. © Covadonga Herrera / Facebook
  • Cuando mi hijo menor era un niño que apenas caminaba, vivíamos en una casa pequeña. Un día llegué del trabajo y no encontré el control remoto. Tuve que comprar otro. La cosa es que terminé comprando cuatro más, porque siempre desaparecían. Yo me decía: “¿Cómo es posible que suceda esto en una casa tan pequeña?”. Un domingo, luego de haber comprado el quinto y mientras descansaba, vi a mi hijo caminar hacia el patio. Observé que tenía el control remoto en sus manos. Llegó al fondo, lo arrojó sobre la cerca y regresó. Pasé al otro lado y vi que allí se encontraban los otros cuatro controles. © Manuel Aguilar / Facebook
  • Durante mis vacaciones, viajé a la Patagonia. Mi hijo menor se quedó en mi casa durante unos días. Al volver, puse la lavadora y no funcionaba. Tres luces titilaban... Llamé a mi hijo, y él me envió una foto con los posibles problemas de la lavadora. Busqué el código correspondiente, y vi que el problema era simplemente que no había cerrado bien la puerta de la máquina. © Patricia Bazan / Facebook
  • Mi vecina iba a calentar un tamal para desayunar, según ella lo metió al microondas y lo encendió. Al darse la vuelta, vio el tamal en la mesa y corrió a apagar el microondas. Había metido su celular. Tuvo que comprarse otro. © Magüis Pérez / Facebook
  • Un día me desperté y vi la luz del sol, ¡casi muero de un infarto! Salté de la cama, me vestí a toda velocidad y salí corriendo al trabajo. Cuando estaba en el transporte público, me di cuenta de que era domingo. © Cap Samavor Valaxa / Facebook
  • Una vez prendí la linterna del celular para buscar el celular, porque estaba muy oscuro. © Milton Gomez / Facebook
  • Un día había salido con mi esposo a hacer unos mandados. Cuando estábamos volviendo, me metí a una camioneta que era igual a la nuestra. Me pareció raro el cubreasiento, ahí fue cuando me di cuenta de que no era la mía. Mi esposo me veía por el espejo y se reía. © Eli Cordeiro / Facebook
  • Con mi esposo fuimos a comprar un par de zapatos para él. Comenzó a usarlos, pero se quejaba de que le apretaban mucho, aunque eran de su número. Así estuvo varios días, hasta que no soportó más. Mojó un papel periódico y lo metió en los zapatos para que se ensancharan. Cuando lo quitó por la tarde, además del papel, salió un cartón que nunca había visto, y que estaba ahí para que no se deformara el cuero mientras era exhibido en la tienda. © Lucia Salazar / Facebook
  • Una vez tenía una terapia física muy temprano por la mañana y salí corriendo de la casa porque iba tarde. Cuando llegué al consultorio, me di cuenta de que me había llevado el teléfono inalámbrico y no mi celular, al que había dejado en la base del teléfono. © Caro Borge / Facebook

¿Cuál ha sido la anécdota más graciosa que te ha generado algún descuido?

Imagen de portada Manuel Aguilar / Facebook
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