20+ Personas que viajaron en transporte público y se bajaron con una anécdota impensable
El transporte público puede ser un desfile de personas y situaciones excéntricas. Porque, ¿a quién no le ha ocurrido eso de toparse con alguien un poco loco, presenciar un momento singular, o que nosotros mismos seamos los protagonistas de algún papelón? Por eso recopilamos estas historias en trenes, autobuses y subterráneos, cada cual con su propia dosis de locura.
- Estaba viajando en autobús, agarrada del pasamanos, cuando de repente este empezó a caer. Resultó que junto a mí había un hombre con una especie de viga de construcción. Nuestros ojos se encontraron. Había estado sosteniendo la viga con todas sus fuerzas para evitar que no me cayera. © Lene / Pikabu
- Una vez me quedé atrapada en el baño de un tren: la puerta se había atascado. ¡Y tenía que bajar en la siguiente estación! Al principio, dije vacilante: “¡Oigan, ¿hay alguien ahí?!”. Pero cuando vi que ya nos estábamos acercando a mi estación, empecé a golpear la puerta: “¡Ábranme!”. En resumen, recién me sacaron en la estación siguiente y encima me obligaron a comprar un boleto por haber viajado una parada más. © Mirra / Genial.guru
- Mi novia y yo tuvimos una pelea antes de salir de casa y cuando subimos al autobús no nos hablábamos. Me senté junto a ella, con la cabeza gacha, sumido en mis pensamientos. Luego, decidí hacer las paces, pero cuando la abracé y estaba a punto de besarla, de repente vi que era otra mujer. Ella y mi novia solo tenían en común la chamarra azul que llevaban. La mujer preguntó estupefacta: “¿Qué estás haciendo?”. Y mi novia estaba viendo todo esto y riéndose. Yo estaba muy avergonzado, pero por suerte la mujer resultó tener sentido del humor y también se rio. © Athanasios Gotsopoulos / Quora
- Tenía 14 años y viajaba a casa con dos amigas. Tenía un bolso enorme. Subimos a un autobús casi vacío, solo había un anciano sentado atrás de todo. El autobús arrancó bruscamente, y por inercia volé por toda la cabina con mi bolso y terminé sentada sobre las rodillas del anciano. Era una chica educada, así que me disculpé, y el anciano dijo: “Siéntate tranquila, hija”. Mis amigas lloraron de la risa. © Tanya Gorbachov / Genial.guru
- ¿Tienes amigos a los que no les da vergüenza hablar a los gritos? Yo sí. Entré en un autobús lleno y escuché que alguien me llamaba. Un amigo estaba parado en la parte trasera del autobús. No podía acercarse porque había mucha gente, así que decidió averiguar cómo estaba yo y si había recibido la licencia de conducir, haciendo sus preguntas a gritos. © Oídoporahí / Idear
- Estaba viajando en un tren repleto, era verano, hacía mucho calor. Me llamó la atención un anciano sentado en el vagón de al lado. Primero, sacó su teléfono y puso música. Luego, cortó un trozo de pan con un cuchillo, abrió una lata de sardinas y comenzó a poner el pescado sobre el pan. El olor me llegaba incluso a través de las puertas cerradas entre los dos vagones, no quiero ni imaginar cómo era cerca del anciano. El hombre comía su sándwich como si nada, dándole cada tanto un sorbo al aceite de la lata de sardinas. Luego, cortó una cebolla y comenzó a saborearla también. No sé cómo terminó su comida, tuve que bajar, pero intuyo que ese hombre tenía muchas más sorpresas en su mochila. © Co.oLer / Pikabu
- Volvía a casa en autobús. Un hombre estaba de pie con una maleta grande a sus pies. Sostenía una marioneta de lince en sus manos. El hombre no miraba a nadie, pero su animalito reaccionaba animadamente a todo a su alrededor. Cuando bajé en mi parada, la marioneta me saludó expresivamente y maulló. © Kathrine Leigh Holley / Quora
- Estaba volviendo a casa y apenas logré entrar en el autobús abarrotado. Le pedí a una señora que se moviera más al fondo, y me respondió: “¡Estoy parada junto a mi hija, no me moveré!”. Durante un rato no logré entender dónde estaba la niña, hasta que me di cuenta que era una joven de unos 20 años sentada junto a la señora. Entiendo que siempre seremos pequeños para nuestras madres, pero me dio un poco de lástima esa joven. © Oídoporahí / Idear
- Estaba en el metro con una colega que estaba visiblemente embarazada. Estábamos de pie frente a 2 chicos sentados. Me enojé: “¡¿No se les ocurre ceder el asiento a una mujer embarazada?!”. Ambos me miraron con los ojos como platos, y uno dijo: “¡Oh, lo siento! No me di cuenta”. Se levantaron de un salto y me dijeron: “Siéntate”, sin notar en absoluto a mi colega con su barriga. © Orsa Valdés / Genial.guru
- Una vez, estaba en una estación de metro durante la hora pico. Tenía los labios pintados con lápiz labial rojo brillante. Estaba esperando el tren. Frente a mí había un hombre alto con una chaqueta de cuero negra. De repente el tren llegó, y la gente arremetió contra el vagón. Fui empujada bruscamente contra este hombre y, como resultado, quedó una visible marca de mi lápiz labial en su espalda. Bajó en la siguiente estación, y yo seguía preocupándome por lo que le diría su esposa o su novia. Han pasado 4 años, pero lo recuerdo cada vez que estoy en esta estación. © Oídoporahí / Idear
- Una vez, una dama con un sombrero de ala ancha y un vestido floreado entró flotando en un vagón de metro en hora pico, miró a su alrededor y preguntó con voz cantarina: “¿Quién le cederá un asiento a una mujer hermosa?”. Y, ¿sabes qué?, le cedieron el asiento. © Puma_Supai / Genial.guru
- No dormí durante tres días pasando pruebas y exámenes. Después del último, subí a un autobús, me quedé dormida, y viajé así hasta la noche. Cuando el conductor me sacudió hasta despertarme, pregunté: “¿Por qué no me despertaste antes?”. Y él respondió: “Trataba de despertarte en cada terminal, pero no podía”. Y una vez hasta le respondí: “¡Papá, mi clase es por la tarde!”. © Berkut777 / Pikabu
- Conocí a un chico en un minibús. Intercambiamos teléfonos. Bajó antes que yo, me sonrió y me asintió. Cuando tenía que bajar, el conductor me pidió que pagara por el chico. ¡Resultó que le había dicho que yo era su novia y que pagaría por él! © Oídoporahí / Idear
- Era invierno, viajaba en autobús desde una estación de trenes. No había asientos vacíos, así que me senté en mi maleta. Estaba usando un abrigo hasta el suelo, por lo que solo podías darte cuenta de que no estaba sentada en un asiento común por la ausencia del respaldo. En una parada subió una anciana que empezó a decir lo maleducados que son los jóvenes de hoy, que no ceden su asiento (pero usando términos más groseros). Me levanté, llevé mi maleta por el pasillo y, señalando un lugar vacío, le dije cortésmente: “Tome asiento, por favor”, y volví a sentarme en mi maleta. © Heladacomoelhielo / Genial.guru
- Estaba viajando en autobús. Subió una chica con tacones de aguja y un niño de unos 2 años, lo sentó a mi lado, dijo: “Cuídalo, ya regreso” y fue a pagar el pasaje. Llegamos a la próxima parada. Y esta joven bajó del autobús y salió corriendo. Yo estaba en shock. Le grité al conductor: “¡Alto!”, mientras pensaba frenéticamente en qué hacer. Entonces, la joven regresó al autobús con una botella de agua y dijo con calma: “Hace mucho calor, tengo sed”. Creo que encanecí en esos 2 minutos que ella no estuvo. © Marusya / Genial.guru
- ¿Cómo hacer que completos extraños te odien en un segundo? ¡Fácil! Se me abrió un paraguas mojado en el autobús y salpicó a todos menos a mí. © Oídoporahí / Idear
- Iba en el asiento trasero de un autobús en verano. Hacía calor. Un hombre subió y comenzó a moverse lentamente hacia el fondo y, mientras caminaba, todos los pasajeros se daban la vuelta y lo seguían con la mirada. Pensé que tal vez era una celebridad. Pero un segundo después todo se aclaró: un hedor insoportable me golpeó la nariz. ¡El hombre llevaba una bolsa de estiércol! © Oídoporahí / Idear
- Una vez, compramos un inodoro para mi suegra, que vive en un pueblo. No teníamos coche propio, así que fui en autobús. Mi marido lo cargó y lo puso junto al asiento que estaba cerca de la salida. Se suponía que mi suegro me iría a buscar cuando llegara al pueblo. En el autobús, de inmediato empezaron a bromear que yo viajaba con mi propio baño. Se estaba llenando y todos los que subían bromeaban sobre el inodoro. Yo estaba terriblemente avergonzada y tapé el inodoro con una chamarra. Y entonces subió una anciana y se dejó caer encima de él: había pensado que era un asiento. Y alguien soltó: “¡Pues al final sirvió para algo!”. © LupaCap / Pikabu
- Llegaba tarde y me vestí aún medio dormida para ir a trabajar. Subí al autobús y me di cuenta de que todos me miraban. Un hombre me cedió el asiento y dijo: “Señorita, tiene algo colgando atrás”. Me di la vuelta, ¡y había un brasier colgando de mí como una guirnalda! Sonrojándome, lo escondí en mi bolso y me ahogué de la risa. Aprendí la lección de que no hay que poner un abrigo encima de una silla llena de ropa, y que ya era hora de hacer la limpieza. Y también que, antes de salir, siempre hay que mirarse al espejo. © Oídoporahí / Idear
¿Qué fue lo más extraño que presenciaste en el transporte público?
Imagen de portada Oídoporahí / Idear
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