20+ Pruebas de que el shock cultural es cosa seria
Los viajes, además de placenteros, nos pueden llevar a experimentar situaciones fuera de nuestra zona de confort. Otros idiomas, otras culturas y otra gente nos pueden ofrecer vivencias que difícilmente viviríamos en nuestra ciudad natal. Si bien podría ser complicado vivir tantos imprevistos, con la actitud correcta podemos sacar un buen aprendizaje y un gran relato sobre nuestra experiencia.
- En Francia, iba por la calle y había muchos vendedores de recuerdos; entre ellos, había uno vendiendo unos trenes muy bonitos. Me paré ahí y dije: “Ay, pero qué lindos, ojalá tuvieran precio”. El señor me decía cosas y cosas en francés y yo solo le respondía: “Gracias”, porque no le entendía nada. Resultó que el señor estaba diciéndome cosas feas por no comprar y yo solo estaba ahí, dándole las gracias. © Alejandra Martinez / Facebook
- Estábamos en el aeropuerto JFK, en Nueva York, y mi mujer puso la maleta en la báscula. Cuando vio que marcaba 46, casi le da un ataque y gritó: “¡¿Ves cómo nos hemos pasado de peso?!”. El chico del pesaje y yo, muertos de risa, le dijimos que no eran kilos, eran libras, así que eran unos 23 kilos. Me reí un buen rato. © Iñigo Castillo / Facebook
- En el aeropuerto de Las Vegas, activé una alarma, pararon la operación y me rodearon los agentes para revisarme. Estaba embarazada y traía una faja con soporte lumbar con una varilla. © Lupita Mendoza / Facebook
- En el aeropuerto me pidieron que retirara cosas de mi maleta porque tenía exceso de equipaje. Cuando abrí mi maleta para ver qué sacar, un perro vino hacia mí, puso sus patas en medio de mi maleta abierta y comenzó a olfatear todo. Yo, ahí, toda roja, arrepentida de la hora en que se me ocurrió meter tamales en mi maleta. ?? © Scarlett Pamela Villafane / Facebook
- Nos perdimos en Tokio en una estación del metro donde nada estaba en inglés. Un chico japonés se acercó a ayudarnos y en su inglés nos indicó cómo comprar el boleto. En resumen, mi amiga y yo nos emocionamos tanto que le dábamos las gracias en inglés y en japonés; el chico se rio bastante y se fue, jajaja. Qué agradable sujeto. © Natty Martinez / Facebook
- Una vez, en un hotel de Las Vegas, un grupo de japoneses se nos acercó a mí y a mi esposo y nos pidieron fotos. De pronto, teníamos a un montón de turistas alrededor y no entendíamos nada. Cuando ya se iban, volteaban asombrados y nos agradecían... seguramente nos confundieron con alguien, una locura de la que todavía no entendemos nada mi esposo y yo. ©Rob Loflo / Facebook
- Una vez, en Italia, me preguntaron de qué tribu azteca descendía, jajajaja. El personaje en cuestión juraba que aún andábamos por las calles con penacho y taparrabos. ??? © Ruth Uberetagoyena / Facebook
- En China queríamos comprar el boleto del metro, pero la máquina no aceptó el único billete de 100 yuanes que teníamos. Nos acercamos al módulo de información a pedir que nos cambiaran el billete, pero la chica que nos atendió no hablaba nada de inglés, o al menos no entendía lo que le decíamos. La desesperación era tal que mi novio le dijo: “I need to cambieishion mi billeteishon”. Estuvimos casi una hora hasta que vino alguien más y nos indicó que en ese mismo punto podíamos comprar los tiquetes sin problema. © Sandy Gabriela / Facebook
- Cinco horas de vuelo de Londres a El Cairo. Nos llevaron al hotel y esa noche subimos al monte Sinaí para ver el amanecer en medio del desierto. Estaba hablando en español con mi mamá, se nos acerca una pareja de colombianos igual que nosotras, los volteo a ver: eran mi profesor de inglés y su esposa en la luna de miel. © Angélica Reyes Pinillos / Facebook
- Somos catalanes y nos fuimos a vivir por unos años a Uruguay. Mi hijo y yo hablamos catalán entre nosotros y en Uruguay se convirtió en una forma efectiva de hablar en “clave” para que la gente no nos entendiera. Pero cuando se terminó nuestra estadía de cinco años en ese país y volvimos a Cataluña, me tocó vivir ese momento incómodo en que mi hijo no terminaba de comprender que ya no estábamos en Uruguay y me hablaba en catalán (y decía algún disparate) creyendo que la gente no lo entendía. Yo lo miraba con cara de “qué estás haciendo” y él me decía: “Mamá, ¿y si me enseñas alemán y tenemos otra vez un idioma secreto para los dos?”. © Karim Freire / Facebook
- Iba junto con una amiga en un vuelo a Estados Unidos y al lado nuestro se sentó una señora con un bebé. El pequeño nos volteaba a ver y nosotras le hacíamos caritas. Cuando la mamá vio que estábamos jugando con él, nos lo dio para que lo cuidáramos el resto del vuelo y ella se puso a jugar en su celular. © Sayra Sánchez / Facebook
- En un viaje a Nueva York, iba caminando con mi esposo, y una muchacha me dijo: “Beautiful eyelashes”, y yo le entendí que si quería comer queso y le dije que sí y le extendí la mano. Mi esposo me explicó que la chica me había dicho que mis pestañas eran muy bonitas y que nadie en la ciudad de NY anda ofreciendo queso por la calle. Por fortuna, la muchacha no estaba comiendo nada, porque seguramente le hubiera metido la mano en la comida. Se ve que tenía hambre en ese momento. © Laura Sanabria / Facebook
- Ir a Disneylandia y buscar el castillo de Cenicienta, para luego darte cuenta de que el que buscabas no está ahí, sino en Disney World, a solo 36 horas de distancia. © Aladinna Rosa Rosita / Facebook
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Cuando cumplí 70 años, me fui a Italia yo solita a celebrarlo. Mi cumple es el día de San Juan y ese día yo estaba en Florencia. En la plaza había una gran cantidad de personas por la festividad. Yo entablé conversación con la gente que había alrededor y les conté que era mi cumpleaños. Una señora me tiró de la oreja y me dijo que de esa forma felicitaban a los cumpleañeros. Me gustó mucho y le dije: “Hágalo otra vez para tomar una foto”, y ella lo hizo. Fue muy bonito. © Isabel Mesén / Facebook
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Estaba yo sola en una mesa de un restaurante pequeño de comida china en Barcelona. Éramos poquísimos clientes a esa hora, y de repente se me acercó la encargada del lugar (una mujer china, que no hablaba bien el español) y me dijo: “Necesito ir al baño, si entra algún cliente, le dices que se siente, que me espere, que ya vuelvo”, jajajajaja. Me quedé sorprendida pensando en que casi conseguía un trabajo de mesera en mis vacaciones. © Ivette Portillo Pineda / Facebook
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Estaba en un camión en Vancouver enchinando mis pestañas con una cuchara. Cuando me di cuenta, todo el mundo me estaba mirando con mucha extrañeza. ??? © Esli Jiel / Facebook
¿Qué fue lo más curioso que sucedió en tu último viaje?