20 Usuarios relatan cómo les pusieron un “hasta aquí” a personas insolentes y desvergonzadas
En el mundo hay personas que se la pasan mintiendo sin importarles nada y que piensan solo en su beneficio propio. Quienes llegan a toparse con esta clase de insolentes pagan los platos rotos. Triste, pero cierto. Ahí están los que terminan poniendo la comida de los gorrones de las fiestas o dándoles explicaciones a los indignados por la calidad de las cosas que se les dieron gratis.
En Ahora lo vi todo reunimos las anécdotas de algunos valientes que enfrentaron a gente sin un gramo de vergüenza.
- Tenemos un pequeño negocio de tacos, mi esposo siempre le regalaba un taco a un chico que pasaba a recoger la basura; cabe mencionar que cuando mi esposo no estaba, el chico no pasaba por el taco. Durante cuatro fines de semana, mi esposo no estuvo. Entonces, el chico se acercó y me preguntó si mi esposo estaba, porque, con este, ya le debía cinco tacos: “Pero no importa, páguemelos usted”. ¡No quería los tacos, quería el dinero! Ya se imaginarán a dónde lo mandé. © Vero Lopez / Facebook
- Estábamos lavando el frente de mi casa; una familia se acercó y me preguntaron si podían bañarse, eran los papás y cinco hijos. Se bañaron, nos dio pesar y les dijimos que les íbamos a dar algo de comer, arepa y chocolate. La hija mayor dijo: “Yo como, pero si la arepa es con mantequilla, huevos y quesito”, yo me reí porque pensé que era una broma, pero la miré y dijo: “A mí me la traes así”. Le dije: “No hay para mí, ¿te la voy a dar a ti?”. Era muy bonita, pero cada vez que pasaban, por culpa de ella, no les abría la puerta. © Adriana Saraz / Facebook
- “Mi mejor amiga”. Ella entró a trabajar unos dos años después que yo, nos llevamos bien desde el inicio. Nuestra amistad tenía ya cuatro años, yo estaba embarazada y ahorraba para cuando naciera el bebé. Ella no tenía mucha oportunidad en el puesto que yo iba a dejar, porque no sabía nada, y mi jefe le dijo que buscara un curso, pero ella me contó que no tenía para pagarlo. Yo quería dejar a alguien de confianza a cargo de mis clientas, así que le ofrecí hacerle un préstamo y ayudarla con material para que tomara cursos.
Un día, le pregunté sobre una técnica y la muy descarada me dijo que estudiara o me pagara un curso, porque ella no lo había aprendido gratis. Le pedí que me devolviera el dinero y se negó, alegando que yo le había pagado ese curso y que, como amiga, me veía mal cobrando. No conforme, habló mal de mí con mi jefe y mis clientes. Cuando la enfrenté, me dijo que nunca le había caído bien. Decidí que nunca más volvería a tener de amigas a compañeras de trabajo. Me dolió la traición, pero aprendí la lección. © Mayumi Carmona Bello / Facebook
- Cuando cobrábamos en el trabajo, comprábamos sándwiches o algo para comer antes de la salida. Una compañera llamaba al marido y a sus tres hijos para que vinieran a comer también. El detalle es que jamás puso un peso y comían cinco personas. Dejamos de comer y de reunirnos por este motivo. © Bea Catan Grispo / Facebook
- Tenía un novio al que le gustaba la buena vida, pero era un poco difícil a la hora de pagar. Una vez le comenté que había hecho amistad con un profesor de mi universidad que venía a dictar clases desde otra ciudad y se quedaba solo en un hotel. Mi novio, que era una persona muy sociable, inmediatamente se puso en contacto con el profesor y lo invitó a cenar a un lugar muy costoso. Fuimos al restaurante y pidió muchos platos para que el profesor pudiera probar las delicias de nuestra ciudad. Cuando mi novio pidió la cuenta (que por cierto era muy alta), en ese momento se le ocurrió usar el baño, llegó la cuenta y se tardó más de media hora en regresar, por lo que el profesor tuvo que sacar su billetera y pagar la cuenta.
En otra ocasión, cuando me gradué y tuve mi primer trabajo, recibí mi sueldo y muy feliz se lo conté a mi novio. Él me dijo que en ese momento necesitaba pagar algo cerca de mi casa, pero no le daba tiempo de ir hasta el banco a retirar dinero. Yo no tenía en ese momento, pero le dije: “Usa mi tarjeta y me la traes mañana”. Sí me la devolvió al día siguiente, pero vacía. Cuando vi las transacciones, se había ido a cenar y de parranda esa noche, no sin antes parar en una tienda de ropa y comprarse un traje muy fino. Tardé años en darme cuenta de que era un vividor, el amor ciega. © Susana Sanchez-Ferrer / Facebook - Mi amiga es muy inocente. Un día, nos contó a mí y a otra amiga que debía pagar el sueldo de su compañera de trabajo. Nos dijo que les habían pagado el sueldo y, cuando iban caminando, su compañera le pidió que le guardara el sueldo en su mochila. Lo peor es que mi amiga usaba la mochila en la espalda todo el tiempo. Mientras caminaban, su compañera gritó y le dijo que su mochila estaba abierta, mi amiga vio que no estaban ni su sueldo ni el de su compañera, quien le dijo que tenía que pagarle lo que le habían robado. Cuando terminó su historia, nos dimos cuenta de que la había engañado. © Francisca Sofia Orellano / Facebook
- Un vecino me pidió una pala prestada, se la di, pero era de esos que “olvidaba devolver”, tuve que pedírsela porque no lo hacía. Un día, vino su hermano con toda la arrogancia a decirme: “Pásame la pala, que la necesito”. Yo, sacada de onda, le dije: “¿Qué pala? Yo no tengo nada suyo”. Y el tipo me dijo: “La pala de mi hermano”, todavía exasperado. Le dije que era mía y que no se la podía prestar porque estaba por usarla. © Celeste Paz / Facebook
- Sigo varias páginas de barrios. Hoy, casualmente, una mujer solicitó ayuda para celebrar el cumpleaños de su hijo. Otra mujer comentó que desde junio esa mujer se la pasaba pidiendo para la vecina madre soltera, para el hermano desempleado o para ella y sus hijos. Nunca ofrecen los servicios para planchar o limpiar. Ahora hay tanta gente vividora. © Xinia Castro / Facebook
- Yo vendía productos de belleza y una compañera me encargó varios. Se los di, ya que me pagaría a la semana. Pasaron algunos meses y al principio no me prestaba atención, me evitaba en el trabajo. Después dijo que había tenido problemas y no tenía el dinero. Un día, vi que en sus redes sociales presumía su tatuaje nuevo, así que en las mismas redes le puse que quería mi pago. Al otro día, enojada, tiró el dinero sobre mi escritorio y me preguntó: “¿Cuándo llegan los otros productos?”. Obviamente, le dije: “¿Tú creías que iba a pedir más productos si no me pagabas primero?”. No hablamos más. © Ariana Pensso / Facebook
- Trabajo en un hotel. Resulta que dos hermanos alquilaron una habitación para pasar la noche, la hora de entrada era a partir de las 3 de la tarde. Un hermano ya estaba en el cuarto y el otro llegó a las 7 de la tarde. Vino a la recepción a exigir que le diéramos una habitación limpia porque su hermano llevaba 4 horas allí y estaba sucia. Muy educadamente, mi compañero le dijo que sí, podía alquilar otra si quería, pero este chico se puso un poco violento porque él quería una limpia sin pagar. © Yanexy Domínguez / Facebook
- Una tarde, llegamos mi mamá y yo de hacer las compras cuando oímos que tocaban la puerta del frente con mucha urgencia. Cuando salimos, era el vecino que necesitaba que le prestáramos dinero para un taxi, ya que su hija estaba muy mal y necesitaba ir al hospital. Yo saqué un billete de alto valor que cubría su ida y vuelta, lo tomó y me dijo que, en cuanto tuviera dinero, me lo pagaría. Recuerdo que le dije a mi mamá: “Se lo regalo, yo sé lo que es estar así y no tener dinero”. La cuestión es que, desde ese día, no me trató nunca más. © Mildred Daniela Hernandez / Facebook
- En México, tenemos la costumbre de tener padrinos de graduación. Una amiga nos preguntó a mi esposo y a mí si queríamos ser padrinos de graduación de su hija, y aceptamos felices. La costumbre es dar flores, un regalo y salir a cenar juntos. Llegamos a la graduación y mi amiga salió a recibirnos, tomó las flores y el regalo, nos dejó en la puerta y se fue con su familia. Se tomaron fotos y celebraron, cuando llegó el momento de recibir a la graduada, pasaron su hermana y su cuñado con nuestro regalo en lugar de nosotros. La graduada nos preguntó qué fotos le íbamos a regalar y yo le dije que todas en las que saliera con nosotros: ninguna. Nos fuimos del lugar sin llevarlos a cenar. © Norma Martinez / Facebook
- Mi madre conoció a una señora que tenía muchos hijos y estaba mal económicamente (cabe aclarar que no teníamos mucho dinero), pero a mi mamá le conmovió su historia y le dio unos cuantos billetes. Lo sorprendente fue que esa señora averiguó dónde vivíamos y venía a pedir dinero prestado. En dos ocasiones, mi madre le prestó. Ella tenía un hijo grande y mi mamá, sin querer ofender, le preguntó: “¿Tú por qué no buscas trabajo?”. Ese fue el detonante para ellos, se enojaron diciendo que por qué los humillaban (yo tenía la misma edad que ese chico y ya trabajaba). Después empezaron a mirarnos mal y nos decían que éramos gente antipática y altanera. © Lisseth Medina / Facebook
- Contraté a un ayudante para cavar una canaleta para llevar la luz al fondo de mi casa, que tiene 60 m de terreno. El tipo solo vino el primer día y después me llamó para decirme que su abuelo estaba internado. Al siguiente día, su novia también estaba internada. En fin, nunca más apareció, pero sí llamó para cobrarme el trabajo que nunca terminó. © Maria Silva / Facebook
- Una pareja que hacía diez años que convivía me buscó para que fuera madrina de su boda. Fueron a mi casa con una cesta que tenía vino, chocolate y pan, pensé “qué detalle”. Me dijeron que, al ser madrina, me tocaba darles las argollas de oro blanco, el velo, el ramo y los zapatos de la novia. Pagar la música de la fiesta y prestarles mi carro para llevarlos a la iglesia y luego a la fiesta. Les dije que el regalo lo decidía yo, que si querían argollas de oro, velo, ramo, zapatos, música para la fiesta y taxi, que lo pagaran ellos. Me dijeron que era una malagradecida, porque era un honor ser madrina. Se levantaron y se llevaron su cesta. © Noor Cast / Facebook
¿Te has encontrado alguna vez con gente así? ¿Cuál es la historia más insólita que has tenido con una persona descarada?
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