Carta a mi hija para cuando yo ya no pueda tenerla entre mis brazos
Muchas soñamos desde pequeñas con convertirnos en mamás. Les damos el biberón a las muñecas, les cambiamos los pañales, las llevamos a todos lados para que no se despeguen de nosotras. Cuando el momento de la maternidad llega en nuestra adultez, nuestra vida cambia. Ahora, la prioridad es un bebé real, por quien sentimos más amor del que nunca habíamos experimentado.
En Ahora lo vi todo te compartimos esta carta, a través de la cual, nuestra autora le confiesa a su hija todo su amor y le recuerda lo fuerte que debe ser cuando ella ya no esté para cuidarla.
El día en el que supe que ya estabas en mi pancita fue una bomba de emociones. Estaba emocionadísima, feliz, ansiosa por conocerte, pero también con mucho miedo por saber si yo sería una buena mamá para ti. Desde siempre he querido ser a quien acudas por contención, consejo, apapacho, pero también cuando sientas felicidad por un logro o tristeza por alguna derrota.
Me preparé durante nueve meses para recibirte. Te compré ropita, juguetes, pañales, biberones. ¡Ah, cuántas cosas necesita un bebé! Cada una que era destinada para ti llevaba un sello de un inmenso amor. Quería que tuvieras todo y que nunca te faltara nada, que abrieras tus ojitos a un mundo de paz, de certezas.
Sin embargo, debes saber que no hay certezas duraderas. Que lo único constante es el cambio, y que, en algunos años, yo ya no estaré para darte todo aquello por lo que lucho para que tengas todos los días. Por ello, te quisiera compartir algunos de mis mejores consejos, para que sigas adelante siempre y de mi mano, incluso cuando yo ya no esté aquí. Uno de ellos, probablemente el más importante, es: siempre confía en ti. Tú eres tu mayor fuerza; no tengas miedo de tomar decisiones, de confiar en tu instinto y en jamás afectar a los demás.
Sé agradecida. La vida es una rueda de la fortuna; a veces estamos arriba, pero otras tantas estamos abajo. Al estar en lo más alto, siempre da las gracias a quienes te ayudaron a llegar y disfruta de la vista desde ahí. En ocasiones nos involucramos tanto con preocupaciones que dejamos de gozar lo que hemos conquistado. Eso sí, cuando estés abajo, no te sientas derrotada. Aprende de tus errores y no dejes de buscar la cima, pues con dedicación se llega allá. Trabaja arduamente, ya sea que encuentres el empleo de tus sueños o que quieras emprender tu propio negocio. Siempre sé honesta. No hay nada más deleznable que una persona deshonesta y poco leal.
Rodéate de tu tribu. Jamás te separes de quienes te aman. Procúralos, pero también recuerda que el viento siempre sopla en ambos lados. No te esfuerces por gente que no se preocupa por ti o que te hace daño; a veces hay que aprender a alejarnos. Pero eso sí, no te sueltes de todos aquellos que te dan la mano de forma desinteresada. Mi papá me enseñó algo que quiero que tú también aprendas: trata a todos por igual. Siempre pregúntale a la gente por su familia, sus amores, sus intereses, sé cercana y empática con todos, con el director de la empresa, con tus compañeros, con el personal de intendencia, con los contadores, con todos.
Cuando yo era chica, mi papá me llevaba a la escuela y me decía: siempre sonríe. Yo jamás entendí eso hasta que crecí. Pensé que tenía que estar sonriendo a diestra y siniestra sin importar mi estado de ánimo. Pero realmente no se refiere a eso, sino a que siempre mantengas la cabeza en alto, a pesar de todo lo que pueda pasar a tu alrededor. Sé fuerte ante las etapas duras de la vida y enfréntalas con sabiduría. Siempre, siempre con la cara en alto.
Estudia, lee, nunca apagues tu sed de conocimiento. No pierdas tu capacidad de asombro, redescubre el mundo. Pregunta, cuestiona, indaga, no te quedes con una duda. Muchas veces asocian esto con un comportamiento exclusivo de la niñez, pero no hay nada más erróneo que eso. El que pregunta llega a Roma, y yo quiero que tú cruces horizontes y que siempre seas capaz de encontrar la belleza de todo lo que te rodea.
Cuida de ti, de tu corazón, de tus pensamientos. Eres mucho más de lo que ves en el espejo, eres una mujer muy inteligente y capaz, no dejes que nadie te diga lo contrario. Porque debo confesarte algo: el mundo está lleno de gente buena, pero a veces nos podemos encontrar con algunos que erraron su camino y que, en medio de su dolor, nos quieren hacer sentir que somos nada. No dejes que nadie te diga nada que te lastime. Algunos tratarán de hacerte de menos, pero no pasa nada, solo hay que saber reconocerlos.
Y te hablaré también del amor. No necesitas a alguien que te salve, sino a alguien que te acompañe en tu camino, con quien tengas proyectos en conjunto y que siempre te motive a ser mejor. Pero, por favor, no te conformes con una pareja que te quiera solucionar la vida. Tú sola puedes luchar por tus sueños y encontrar a alguien que te quiera acompañar en la búsqueda de ellos.
Por último, quiero que siempre sepas que te amo profundamente. Que la vida me premió con tu hermosa presencia y que no hay día en el que no celebre tu existencia. Agradezco tus risas, tus ocurrencias, tus preguntas, tu manera de acercarte a mí cuando me ves preocupada y decirme: “¿Te ayudaría un abracito mío?”. Nunca olvides que siempre estaré contigo, incluso cuando no me puedas ver. Solo tendrás que mirar hacia el cielo y, en esa inmensidad, estaré presente.
¿Qué te gustaría decirle a la persona más importante de tu vida?