Cómo Jada Pinkett Smith aprendió sobre amor y compromiso gracias a su hijastro
Cuando uno decide formar una familia, probablemente espera que sea durante toda la vida. Pero las vueltas del destino nos pueden encontrar con una separación y por qué no, nuevamente, con el amor. Eso le sucedió a Will Smith, cuando se enamoró de su actual esposa Jada Pinkett Smith. Juntos decidieron formar una familia ensamblada, lo cual presenta muchos desafíos.
Jada Pinkett conoció a Will Smith mientras audicionaba para la exitosa serie El príncipe del rap en Bel-Air, a principios de la década de los 90. Para ese entonces, él estaba casado con la también actriz Sheree Zampino, y ya era padre de Trey, su primogénito.
El 31 de diciembre de 1997, Jada y Will contrajeron nupcias, y en 1998 nació su primer hijo, Jaden, a quien seguiría su hija, Willow, en el 2000, para completar el equipo Smith. Una familia hermosa y una pareja envidiada por muchos en el mundo del espectáculo.
Para ese momento, ambos parecían ser una pareja tradicional; sin embargo, Jada debía aprender a convivir y aceptar que Will tenía una relación anterior, y que ahora ella formaría parte de una familia mixta, tarea que no es tan fácil como uno esperaría.
En 2013, la actriz escribió una carta que publicó en su Facebook y que empezaba así: “Las familias mixtas NUNCA son fáciles, pero la razón por la que no siento pena por su situación es porque nosotros LAS ELEGIMOS. Cuando me casé con Will, sabía que Trey era parte del paquete, ¡punto! Si yo no quería eso, necesitaba casarme con otra persona”.
En las familias ensambladas es complejo comenzar una relación entre hijastros y padrastros, pues es prácticamente impuesta. Es iniciar una familia con miembros desconocidos en la que, por lo general, los niños son los más afectados. Sin embargo, Jada era consciente de esta situación y estaba dispuesta a dar lo mejor de sí para minimizar el impacto. Así continuaba su publicación: “Entonces aprendí que si quería amar a Trey, tenía que aprender a amar a la persona más importante en su mundo: su mamá. Puede que nosotras no siempre nos agrademos, pero aprendimos a querernos”.
Jada, quizá consciente de la necesidad de la figura paterna en el crecimiento de los niños y de la presencia de los hijos en la vida de los hombres, invitaba a las mujeres a no incentivar la ruptura de la relación padres-hijos con estas palabras: “No puedo apoyar ninguna acción que aleje a un hombre de sus hijos de un matrimonio anterior. Estas son las decisiones que diferencian a las mujeres de las niñas. El comportamiento del padre es como el de un niño inseguro que necesita reconocer sus propias debilidades, las cuales DEBEN ser fortalecidas para asumir la tarea que tiene entre sus manos”.
Desde hace un tiempo se habla de que el amor no pide ni exige a la pareja que cambie, más bien que es capaz de aceptar al otro, y que se modifica desde adentro en pro de la relación. Pero seamos sinceros, esto casi nunca pasa. Se necesita una profunda capacidad de reflexión y retrospección para entenderlo y, sobre todo, para aplicarlo.
Jada dio su opinión sobre el rol que la nueva pareja ocupa: “no podemos decir que amamos a nuestro hombre y luego interponernos entre él y sus hijos. ESO ES egoísmo, NO amor. MUJER, ¡DESPIERTA! Yo he estado allí, sé lo que es. Mi familia mixta me convirtió en una gigante”.
Dice el adagio popular que “lo que no te mata, te hace más fuerte”. Jada lo corroboró, pero no quiso quedarse con esa enseñanza para ella sola, por lo que la compartió con sus seguidores de la red social y terminó dejándonos una lección de vida. Así concluyó su publicación: “Me enseñó mucho sobre el amor y el compromiso. Esa ha sido, para mí, la mayor muerte del ego hasta ahora. Es hora de que tú también dejes que tu familia mixta te convierta en la gigante que realmente eres”.
¿Cuáles te parecen que pueden ser las claves para tener una familia ensamblada? ¿Cómo fue tu experiencia familiar?