Jennifer Aniston trataba de embarazarse en silencio mientras el mundo la juzgaba por no ser mamá
Cuántas chicas no hemos recibido opiniones pasivo-agresivas sobre la maternidad. Que si fuiste una madre muy joven o muy vieja, si lo haces bien o mal, que si tu vida profesional está de por medio o tu matrimonio. Y si, por el contrario, no eres madre, “se te está pasando el tren”, “eres una egoísta”, “seguro querrás ser madre después”, “es tu labor como mujer”. Jennifer Aniston también lo vivió en carne propia y su proceso fue más doloroso de lo que quizá podemos imaginar.
Durante muchos años, Jennifer Aniston se vio envuelta en un impresionante ataque de rumores y especulaciones sobre su físico, más específicamente: su vientre. Muchos medios aseguraban que se había embarazado, por su “vientre abultado”; y en otros momentos de su vida también manejaron la narrativa de que era una mujer egoísta que no quería sacrificar su carrera para criar niños y cuya pareja había terminado su relación debido a ello.
No fue hasta 2016 que, cansada de que la prensa hablara más de su útero que de su trabajo como actriz, se atrevió a escribir un contundente y poderoso mensaje a los medios de comunicación y a la sociedad en general, para frenar las habladurías: “Para que conste, no estoy embarazada. Lo que estoy es harta”.
Más allá de eso, en su mensaje la actriz se posicionó a sí misma como el reflejo de una sociedad que calcula frívolamente el valor de una mujer: “La gran cantidad de recursos que la prensa está gastando tratando de descubrir si estoy embarazada o no (por enésima vez... pero quién está contando) apunta a la perpetuación de esta noción de que las mujeres están de alguna manera incompletas, son fracasadas o infelices si no están casadas y tienen hijos”, escribió en su publicación.
Con su testimonio, Jennifer marcó una pauta para entender la maternidad como una condición separada a la de mujer, y no como su complemento. Sin embargo, los medios perpetuaron la imagen de Aniston como una mujer que no deseaba tener hijos. Pero la realidad era otra y nadie la sabía, mucho menos la empatizaban.
Jennifer reveló su verdad: en esas mismas fechas en las que los medios de comunicación invadían su privacidad, la criticaban, y no solo eso, también la lastimaban, ella luchaba y se sometía a tratamientos de fertilización in vitro para poder concebir un bebé; en secreto, en silencio.
“Tantos años de especulación y nadie tenía idea... Fue realmente difícil. Estaba pasando por la fertilización in vitro, bebiendo tés chinos, lo que fuera. Le estaba tirando a todo. Habría dado cualquier cosa porque alguien me hubiera dicho: ’Congela tus óvulos. Hazte un favor’”, confesó.
Hoy, a sus 53 años, lanzó nuevamente un poderoso mensaje al decir sentirse aliviada ahora que “el barco ha zarpado” y no pudo ni podrá ser madre: “No me arrepiento de nada. De hecho, siento un poco de alivio ahora, porque ya no hay más”. Con esto, Jennifer Aniston dejó en claro, de una vez por todas, todo lo que enfrentaba mientras el mundo la juzgaba y que, hoy por hoy, prefiere la paz de la certeza, al dolor de una ilusión quebrada y además pisoteada por los rumores y críticas que llegaron con ella.