Ahora lo vi todo
Ahora lo vi todo

Lo que nunca pude decirle a mi abuela que ya no está

Despedirse de las personas que amamos es parte del ciclo de la vida, pero no por eso es menos triste. En este caso, una de nuestras autoras abrió su corazón para contarle a su abuela, que ya no está, algunas sensaciones que quedaron en su ausencia.

En Ahora lo vi todo amamos a nuestros abuelos y se nos cayó una lagrimita con esta carta, especialmente con el final.

No sé si tú lo sabías, abue, pero eras una adelantada a tu época. Escribana y madre de dos hijos. Viajaste por el mundo con tus amigas, te casaste con un hombre 10 años mayor a tus 30, algo que para el momento era completamente impensado.

Por la época que te tocó vivir, recayó en ti todo el cuidado de los hijos y de la casa, ya que en esos años así se hacía. Sin embargo, te las rebuscaste para lograr hacer todo. Me contaste que no era fácil y que el trabajo que implica la crianza y mantener un hogar pasaba completamente inadvertido. Recuerdo que sentía enojo cuando me contabas esas cosas. ¡Qué distinto es hoy en día, abue!

Disfrutabas mucho de viajar, aún recuerdo las noches en que me contabas tus anécdotas con tus amigas. ¡Cuando se fueron desde Latinoamérica hasta Europa en barco! (Sí, yo estaba asombrada solo por el hecho de que para cruzar el Atlántico tenías que hacerlo en barco). Allí compraron un auto y recorrieron el viejo continente. Miramos juntas tus álbumes de fotos (en blanco y negro, por supuesto) con inscripciones de cada momento. Hoy atesoro esos álbumes con mucho amor.

Siempre me ayudabas con la tarea de historia. Eras un libro de conocimientos incansable. Tu paciencia y sabiduría eran un ejemplo, recuerdo que tenía que dar un examen y me contaste todo como si fuera un cuentito, hasta el punto en que ya me había olvidado de que estaba estudiando y solo quería escucharte hablar de la historia mundial.

Pasaba todos mis veranos en tu casa, cerca de la playa. Mis noches preferidas siempre serán las que nos quedábamos jugando al Burako (Rummikub) hasta altas horas de la madrugada mientras comíamos chocolates. También a las cartas y al Backgammon. No te gustaba nada perder (a mí tampoco).

Te gustaba ver un programa de televisión de preguntas y respuestas. A mí no me interesaba, pero me acuerdo de que te gustaba tanto que lo veíamos juntas (aunque yo no adivinaba ni una respuesta y tú las sabías todas). Recuerdo decirte: “¡Ve a jugar, abuela! Serías la sensación. No hay nadie tan viejita en ese programa”, pero no sé si me escuchabas, porque tenías la televisión a todo volumen para no perderte detalle del cuestionario.

Heredé tu gusto por la música clásica, un placer no muy frecuente en mi generación. La última vez que viniste a visitarme, como yo ya era una mujer que trabajaba y me valía por mí misma, tuve el enorme placer de poder comprar dos entradas para llevarte a un concierto importante (¡qué costosas fueron esas entradas, pero valieron cada centavo!). Antes de irte, me regalaste una colección de discos para que siguiera expandiendo mi cultura. Hoy, los días que te extraño mucho, escucho a Tchaikovsky.

Fuiste la primera persona importante en mi vida que despedí. Eras tan moderna y con una capacidad de aprendizaje tan grande que con casi 100 años tenías tu celular y chateabas por WhatsApp. Aún tengo nuestro chat guardado y si quiero escuchar tu voz, puedo hacerlo, aunque me provoca una mezcla extraña de tristeza y alegría.

Estoy feliz de haberte aprovechado tanto, de haber formado una relación hermosa. Sin embargo, es imposible no llorar cada vez que pienso que, por muy poquito tiempo, no llegué a darte una alegría que anhelabas: que serías bisabuela. Solo me queda imaginarme tus palabras, tu emoción, cómo serían ahora esos veranos compartiendo el jardín conmigo y con tu bisnieto.

Sé que, donde estés, estás orgullosa y nos cuidas desde allí. Le hablaré a mi hijo de la gran bisabuela que no llegó a conocer, y le diré que fuiste un ejemplo de ser humano que me formó como persona.

¿De quién tuviste que despedirte y extrañas todos los días? ¿Qué le dirías?

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