Lo que siempre quise decirles a mis (no tan) amados vecinos y nunca les dije
Qué fácil sería la vida si pudiéramos elegir con quién vivimos dentro e incluso fuera de la casa. Es cierto que escogemos a nuestros roomies, a nuestra pareja, y formamos familias, pero raramente podemos elegir a nuestros vecinos. Así, aunque no vivamos dentro de las mismas cuatro paredes, tenemos que lidiar con sus hábitos de vida, que en ocasiones nos hacen querer echarles en cara todas las creativas formas en las que nos fastidian.
En Ahora lo vi todo creemos en la decencia civil. Por eso le dimos un espacio a una autora frustrada para que, antes de meterse en problemas, desahogara sus penas en este artículo.
Llevo teniendo los mismos vecinos molestos toda la vida, y aunque sé que la cordialidad y el respeto van antes que nada, no significa que no tenga derecho a quejarme
Bueno, pues esta soy yo y esta es mi casa, la del arbolito. A mis vecinos, para proteger su privacidad (porque soy corajuda, pero no demasiado chismosa), los llamaré Hugo, Paco y Luis
Hugo estuvo bien al principio, pero un día cambió el color de sus paredes, y con ello, mi vida. Yo no sé si el tipo no ve bien o de verdad tiene mal gusto, pero su casa se ve más o menos así:
¿Habrá comprado la pintura en una tienda de colores feos? Encima, se va a trabajar todo el día y deja solos a sus perros, y al volver, no les hace un solo cariñito ni los saca de paseo
Ahora bien, Paco vive como si no tuviera vecinos. Se la pasa haciendo fiestas y ni siquiera me invita
En principio, hace unos fiestones locos, incluso entre semana, y la música nos mantiene despiertos a mí y a Milaneso toda la noche
Y por si fuera poco, cierra la calle con coches y castillos inflables con una preocupante frecuencia para armar sus pachangas
Y por último, y no menos importante, Luis, que tiene cara de buena onda, pero en ocasiones pienso que es tan solo un personaje que diseñó para encubrir sus fechorías
Luis es más cínico. Se acerca a platicar cuando voy saliendo de la casa y siempre llego tarde por su culpa. Querrá que no piense que es él quien se roba los aguacates de mi árbol
A los tres les encanta decirle cosas al Milaneso cada vez que lo ven: “¿Qué le panzó ahora?”. “¿Hace cuántos kilos no nos vemos?”. ¡Como si no supieran que está malo de su tiroides!
Aun así, no siempre son malos: Hugo, cada vez que me ve cargada de bolsas del mandado, se ofrece a llevar las más pesadas y las deja en la cocina
Paco no me invitará a las fiestas, pero se acuerda de que me gustan mucho unas conservas de naranja que se preparan en su pueblo y cada vez que va, me trae un frasquito
Y el terrible Luis, que trabaja en la veterinaria a donde llevo al Milaneso (y le compro su medicina de la tiroides), me pregunta por su salud y me ayuda a llevarlo en el coche a su cita
Entonces, a veces hasta los aprecio un poquito... Luego, los perros de Hugo ladran, Paco cierra la calle y Luis se vuelve a robar mis aguacates
¿Cómo es tu relación con tus vecinos?
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