Un amor real más allá de la muerte: Perrito enfermo falleció y su humano se fue detrás de él casi al mismo tiempo
El amor de un perro por su familia, es algo que, posiblemente, no tenga explicación para los seres humanos. Los perros son capaces de entregar absolutamente todo por sus compañeros de vida, incluso estarán dispuestos a ir al otro mundo para seguir cuidando de aquellos que un día tanto amaron. No es exageración.
Daniel Hove fue un bombero reconocido de la ciudad de Burnsville, Minnesota. Era un hombre de muchos amigos, un referente y modelo a seguir en su comunidad, al que muchos admiraban, sobre todo en el trabajo. Sin embargo, un suceso habría de cambiar para siempre el destino de Hove. En octubre del 2011 fue diagnosticado de cáncer.
En el 2012 Daniel dejó el uniforme de bombero, ahora debía enfrentar la más fuerte de sus batallas, se preparó para luchar contra el cáncer de páncreas. Luego de una cirugía y múltiples sesiones de quimioterapia, Hove encontró en sus vecinos y familia respaldo y compañía. Pero hubo alguien en especial que se negó a separarse, un solo segundo, del valiente exbombero.
Gunner, su perro labrador de cuarenta kilogramos, no dejó un solo mueble sin usar en la casa, con tal de estar cerca a su mejor amigo y compañero. Pero la conexión era tan fuerte que la hija de Daniel confesó en una entrevista que “Cuando mi papá se agitaba, el perro se agitaba, si mi papá estaba inquieto, el perro estaba inquieto, si mi papá no respondía, Gunner no respondía”.
Fueron ocho años en los que Gunner acompañó a Daniel en su lucha contra el cáncer, incluso pusieron una cama extra, para el cuidador canino, en la habitación de la clínica. El labrador ya tenía once años, estaba viejo y a medida que su compañero humano se enfermaba, el coloso de cuatro patas lo hacía con él. Un lunes, 18 de mayo del 2020, Nicoletti, la hija de Hove, vio que era el momento de Gunner, llamó a la veterinaria, y ese mismo día lo durmió.
“Yo había dicho que no sabía que iba a ser más traumático para él”, agregó la hija de Hove, “Llevármelo para dormirlo, para acabar con su sufrimiento, o dejarlo vivir mientras papá moría. Creo que de cualquier manera eso iba a matarlo. Sabíamos que se iban a ir juntos, solo que no pensamos que sería con una hora de diferencia”.
Ahora no sabemos quién se fue detrás de quién, lo que sí sabemos es que Gunner no podía vivir sin Daniel y Daniel no podía estar sin Gunner, que ahora perro y humano, si es que existe, corren juntos en un cielo destinado para aquellos que son capaces de amar aún después de la muerte.