“Cambié las sobras de una taquería por insípidas croquetas; y por ella valió la pena”, la historia de un perrito adoptado
Quienes compartimos nuestra vida con un perrito tenemos la fortuna de conocer el amor más grande e incondicional que ni algunos humanos son capaces de dar. Pero si a ese amor le puedes sumar la gratitud de haberle brindado una vida digna a un perro en situación de calle, pfff... el sentimiento se vuelve tan grande que deja de caber en el cuerpo. Así lo sentimos los humanos; pero ¿y ellos?
En Ahora lo vi todo les quisimos dar voz a los perritos en situación de calle y decidimos ponernos en las patitas de aquel que pasó de tener la compasión de unos y el desprecio de otros a conocer el amor una persona que decide adoptarlo y a tener su propio hogar.
Me llamo Cucho, así me puso mi humana. Aunque antes tenía otro nombre; los amigos me llamaban “El mugres”, las personas bonitas, “Ps, ps, ps” y las feas, “¡Largo de aquí!”
Bueno, más bien estaba así, porque en el restaurante de la vagancia no siempre hay comida
Conocí a mi humana hace ya, más o menos, un año.
*🎵 Y de pronto un día de sueeerte se me hizo conoceeerte🎵*
Ese día iba caminando hacia mi puesto de taquitos favorito
Es que, cuando la calle es tu casa, inevitablemente te haces perrito de barrio. Así que si de comida se trataba, ya me la sabía, porque ps, “yo soy Aquel, y usted es Raquel”
Estaba don Miguel; él era bueno, pero sus tortas no tanto. También doña Juana con sus quecas; aunque con ella casi no iba porque me corría a cubetadas de agua. Y mis favoritos: los tacos de doña Lolita
Doña Lolita ya me conocía bien. Siempre me daba un plato de sobras con huesitos, carne y hasta verdurita para acompañar; porque si no, no sabe
Ah, sí. Pero les contaba: iba caminando tranquilamente hacia mi puesto de tacos favorito porque no había comido en todo el día
De pronto, la humana apareció con sus amigas bien enfiestadas; y me hizo: “Ps, ps, ps”. Yo tenía mucha hambre, así que no le hice caso
Ya me iba, pero “doña necia” insistió; que porque “adopta, no compres”, siempre dice; así que me persiguió. Y yo que me echo a correr
“¡Déjameeee! ¡No quiero!”, le dije, pero me correteó como 6 cuadras más. Bien aferrada la muchacha
“Ven, lomito. Te voy a salvar, lomito”, gritaba. Y yo: “No. ¡Tas loca! Yo ni conozco al tal lomito”
Hasta que me agarró y me dije a mí mismo: “Bueno, ta bien, chance y me da buenas croquetas y me compra cositas en una de esas tiendas fresas para mascotas”
¡N´hombre! Quedé: 🤡. Na´más me fue a meter con otros dos perritos adoptados que ya tenía: Bolo y Pepo
Disque tenía que compartir los juguetes, la comida y hasta la cama... ¡Ja! En la calle nadie comparte y siempre el más fuerte es el que se queda con todo. Es más, ni cama, ni juguetes, ni comida para compartir se tiene
Lo único que de verdad compartía eran mi pelito y mi sangre con las pulgas, pero ni permiso me pedían las descaradas
Así que otra vez “doña necia” se puso en acción y las traidoras de mis pulgas salieron huyendo. Ahora todo el tiempo huelo a frutitas, pero al menos ya no soy un perro perreando de tanta comezón
Un año después, mi vida es otra. Mi humana es buena onda, aunque un poco rara. Le gusta olerme las patitas toooodo el tiempo. ¿Qué le pasa? Lo normal es oler traseros
Además, me divierto mucho destruyendo mis camitas. #Posoye, de todos modos ella se encarga de comprarme más
En resumen...
Querida humana:
A pesar de que ya no me dejas comer las sobras de los taquitos de la calle y me compras croquetas que saben más feo que el pelo de un gato, tienes algo que ya no cambiaría por nada: me amas como siempre quise que me amaran
Ahora deposita aquí en los comentarios tu historia de cómo fue que tu mascota y tú se conocieron. Y si no es mucho pedir, ¡queremos conocerla! Deposita también su foto.