Una ballena busca la ayuda del capitán de un barco y encuentra alivio en un pequeño favor
La relación especial entre un capitán y una ballena ha cautivado a muchos en las costas de Baja California. Paco Jiménez Franco, capitán de avistamiento de ballenas, se ha convertido en el confidente de estas majestuosas criaturas, quienes acuden a él en busca de ayuda. ¡Descubre cómo su conexión única ha generado una extraordinaria interacción entre humanos y animales!
Durante las dos últimas décadas, Paco Jiménez Franco ha desempeñado el papel de capitán en las excursiones de avistamiento de ballenas en las aguas de Ojo de Liebre, una laguna ubicada en la costa del Pacífico de la península de Baja California, México. A lo largo de ese tiempo, ha tenido el privilegio de presenciar de cerca a estas maravillosas criaturas, cuya observación considera como un verdadero tesoro.
Sin embargo, Franco no se conformó con solo recibir este obsequio de la naturaleza.
Durante sus años como capitán de barco en las excursiones de avistamiento de ballenas, Paco Jiménez Franco ha tenido la oportunidad de presenciar un curioso fenómeno. En varias ocasiones, ha notado que algunas ballenas que se acercaban a su embarcación llevaban consigo piojos, pequeños parásitos que se adhieren a diferentes partes de su cuerpo.
Aunque no se ha determinado con certeza si estos piojos causan molestias a las ballenas, existe una teoría que sugiere que su comportamiento al saltar fuera del agua puede ser un intento de deshacerse de ellos como parásitos no deseados. Al sospechar esto, Franco decidió actuar un día cuando una ballena se aproximó lo suficiente a su barco. Con cuidado, procedió a remover algunos piojos de su piel. Para su sorpresa, la ballena regresó una y otra vez, buscando que él continuara con su labor.
“Una vez que le quité el primero, se acercó de nuevo para que pudiera seguir haciéndolo”, compartió Franco.
A partir de ese momento, la ballena en cuestión ha establecido una rutina de visitas al barco de Franco para sesiones adicionales de eliminación de piojos. Al aproximarse, levanta su cabeza fuera del agua, permitiendo que Franco tenga acceso y proceda a limpiarla minuciosamente.
Franco comparte emocionado: “He tenido la oportunidad de hacerlo varias veces, tanto con esta ballena en particular como con otras. Cada vez es una experiencia emocionante para mí”.
Aunque acariciar o tocar a las ballenas generalmente está prohibido en muchos lugares del mundo, existen regiones designadas a lo largo de la costa de Baja California donde se permite este tipo de interacción, especialmente cuando es la propia ballena la que inicia el contacto, como en el caso que nos ocupa.
La experiencia de Franco como el “limpiador” de confianza de las ballenas ha fortalecido su aprecio hacia estos majestuosos seres. A través de estos encuentros cercanos, ha aprendido a admirar aún más su nobleza.
“Observando su comportamiento, he llegado a comprender que hay una cierta nobleza en ellas”, afirma Franco. “Son criaturas realmente increíbles”.
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