Tácticas de dominación humana (de un michi para otros michis)
Al haber pasado mucho tiempo con un gato, uno llega a darse cuenta de varias cosas. Por ejemplo, de su amor por las siestas, su energía nocturna y su enajenamiento cuando sacamos un láser para jugar. Sin embargo, puede que no todos nos hayamos preguntado: “¿Qué cosas nos querrán decir entre ronroneo y ronroneo? ¿Será que en este mismo momento ya cuentan con un plan maestro para conquistarlo todo?”.
En Ahora lo vi todo decidimos entregarles el micrófono a los felinos, al menos metafóricamente, y darles la oportunidad de expresar sus más grandes inquietudes. Quizá logremos aprender algo nuevo de estas criaturas, o tal vez solo cumplan sus planes de dominación mundial.
¡Saludos, felinos espectadores! Me da mucho gusto verlos, porque hoy tengo varias cosas que contarles sobre los humanos y nuestra relación con ellos.
Vengan por aquí. Tras esa puerta. Acérquense, que solo muerdo poquito.
Ya conocemos cómo va la historia. Nuestros humanos lo piden todo de nosotros. Quieren ronroneos, que posemos para sus fotos, y encima de todo que nos portemos bien. Pero detrás de esta farsa, estamos nosotros, los michis. ¿Quién se preocupa por nosotros, pobres gatitos indefensos?
¡Nadie! Entonces debemos unirnos y así podremos conquistarlos, ejem, quise decir, convivir juntos en paz finalmente con nuestros dueños.
Para empezar, es bien sabido que si no nos dan croquetas extra en casa, es porque algo andamos haciendo mal. Por lo que, si desean un poco más de comida en sus vidas, prepárense para sacar sus maullidos más desgarradores. ¡Sí! Esos que parecen lloriqueo de bebé humano.
Ahora, como michis sagaces, sabemos que la mejor hora para cazar es en medio de la noche, justo cuando todos (menos nosotros, obvio) están durmiendo.
Por algún motivo, esto no les gusta a los amos. Así que, para que no anden de enojones por la mañana, cántenles bien fuerte y bonito (agreguen un coro de ronroneos), seguro que con esto se les pasa el drama.
Por si faltaba más, somos los que realmente saben de limpieza en el hogar. Aunque de repente nos miren raro cuando estemos dándonos nuestro enésimo baño del día, podrían aprender algo de nosotros.
Para lograr que valoren cuán limpios somos realmente, sugiero ocasionalmente tirar arena fuera del arenero y verán qué felices estarán de arreglarlo todo rápidamente.
Como los únicos chicharrones que aquí truenan son los nuestros, desde ahora tomen todas las siestas que quieran justo sobre las almohadas de los susodichos. Solamente deben aferrarse a ellas con una de sus nueve vidas y no moverse ni un centímetro, si es que intentan sacarlos de su lugar.
Igual, tenemos pase libre para demandar que nos den su comida cuando se nos antoje. Al fin y al cabo, si nos quejamos durante el tiempo suficiente, ellos siempre se darán por vencidos.
Declaro completamente apropiado forzarlos a quedarse sentados por horas si es que decidimos usarlos como nuestro sillón personal. De nuevo, hacerlos sentir culpa es la clave.
Como algunos de nosotros tenemos ultraprohibido salir (muy injusto, por cierto), les aconsejo escaparse un ratito por las noches, nada más sálganse de casa en silencio. ¡Shhh! ¡No se darán cuenta!
Mis queridos michis, como todo lo bueno en esta vida, este felino se les va. Espero que mis consejos les hayan prendido el foco y los hayan hecho reflexionar, más que nada, sobre sus humanos y cómo dejamos que nos traten. ¡Hasta la próxima!
¿Qué es lo más inesperado que le has visto hacer a tu gato? ¡Si tienes pruebas, aún mejor! ¡Esperamos tus mejores fotografías!