11 Cosas que podrían hacer los adultos para construir lazos más sólidos con sus hijos durante la adolescencia
Se podría tener la creencia de que la adolescencia es la etapa más difícil en la vida de cada ser humano. Ya sea o no, lo importante es establecer buenos vínculos de comunicación e intentar resolver los conflictos de modo que no acarreen problemas a futuro.
En Ahora lo vi todo creemos en las buenas relaciones parentales e investigamos sobre cosas que podrían estrechar el vínculo entre padres e hijos.
1. Cuando se trata de pasatiempos, brinda límites de manera mesurada
Lo sabemos, a veces los adolescentes se compenetran tanto con los videojuegos que, cuando se los llama incluso para cenar, no hacen caso, lo cual hace que uno se pregunte: “¿Es que acaso tengo que implorarle que coma?”. No, por supuesto que no. Los profesionales explican que lo mejor en este caso no es prohibirle al joven que siga jugando, ya que muchos de esos juegos se hacen en línea y son momentos que comparten con grupos de amigos.
En esta situación, hay que fomentar el uso mesurado de los videojuegos. Esto se puede hacer demostrando lo importante que es su presencia en los momentos familiares y que, cuando no está, se le extraña. También se le puede invitar a hacer otras actividades o recalcarle lo mucho que, como padre, lamentas que deje de hacer otras cosas por involucrarse tanto en los juegos. Al principio, el joven objetará, pero la idea es que él mismo vaya tomando motivación interna para ponerse límites de tiempo en distensión y cumplir sus obligaciones.
2. Sé un buen oyente
La mayoría somos buenos para hablar, y no tanto para escuchar. A menudo, cuando una persona nos cuenta sus problemas, solemos pensar más en lo que vamos a responder que en razonar lo que nos están contando, sin saber que escuchar es tan importante como hablar en el proceso de la comunicación.
Intenta prestar atención a lo que tu hijo dice, aunque no estés de acuerdo. Comprende los sentimientos con los que habla más que su contenido y, cuando finalmente termine de expresarse, comparte tu punto de vista sin juzgar ni minimizar los sentimientos de tu hijo.
3. Alienta a que aprenda a expresar sus emociones
Es normal que los adultos recordemos con cierta vergüenza las cosas que nos entristecían y que eran para nosotros un mar de tragedia en la adolescencia. Así que, cuando tenemos un hijo de esa edad, corremos el peligro de minimizar sus emociones y no brindarle espacio para expresarse.
Pero así como no se puede combatir una enfermedad o dolencia sin saber qué tenemos, lo cierto es que sucede lo mismo con las emociones, es más difícil lidiar con ellas si no sabemos cuáles son. Según un estudio, los adolescentes que pueden describir sus emociones negativas de manera precisa y matizada están mejor protegidos contra la depresión.
4. Alienta la confianza y pon de manifiesto las consecuencias de las mentiras
Si descubrimos que nuestro hijo nos ha mentido, diciendo, por ejemplo, que se ha ido a estudiar cuando en realidad se fue de fiesta con un amigo, es muy fácil enojarse con él. Sin embargo lo mejor es abstenerse de actuar como locos y hacerles entender que, cuando son deshonestos con nosotros, nos hacen sentir inseguros, no solo por lo que les podría pasar, sino porque limita nuestras posibilidades de darles confianza y, por añadidura, más libertades.
5. Busca solucionar los problemas y respetar su espacio al mismo tiempo
Si después de una discusión tu hijo se encierra en su habitación y te grita “¡Déjame solo!”, muy probablemente sientas el impulso de abrir la puerta de la misma manera violenta en que la cerró y gritarle: “¡Esta es mi casa!”. Pero actuar así dará muy pocas satisfacciones, tanto a él como a ti. Luego de un enfrentamiento, el cerebro entra en un estado de lucha o huida, y el único escape para el adolescente es su habitación, un sitio privado donde puede tomarse un descanso.
Espera un tiempo, y una vez que ambos estén calmados, hazle saber que estás listo para arreglar las diferencias, envíale un texto conciliador o invítale a hacer algo juntos, como un paseo. Los padres y los adolescentes que tratan de resolver sus diferencias, incluso si chocan mucho, tienen relaciones más sólidas a largo plazo.
6. A veces pueden decir cosas que en realidad no piensan
Hay ocasiones en las que los adolescentes dicen cosas hirientes sin razonar en el peso de sus palabras, como “No soporto estar contigo”, lo cual puede hacernos sentir que no valora todo lo que hacemos por ellos. Pero, en realidad, en la adolescencia, el joven siente extremos emocionales porque todavía está construyendo conexiones con áreas del cerebro que gobiernan la regulación emocional.
Así que cuando suelta sus emociones, lo hace en entornos donde se siente querido y contenido (vamos, seamos honestos, no se atrevería a gritarle algo así a sus amigos, lo hace contigo porque sabe que lo quieres incondicionalmente). En esas ocasiones, puedes decirle: "Veo que estás frustrado, y eso es comprensible, pero esto se siente como un ataque hacia mí, así que hablemos más tarde’’. Espera a que los dos estén más calmados y, en la oportunidad de hablar con él, demuestra que lanzar insultos nunca ayuda a la comunicación.
7. Sé coherente
Si le dices a tu hijo “No te pases tres horas en el sillón mirando televisión”, pero tú miras una maratón de cuatro horas de tu programa favorito, ciertamente tu hijo verá un mensaje contradictorio de lo que pides y haces. Tu comunicación no verbal es tan importante como lo que dices, y más cuando tienes a alguien en tu hogar que está buscando el menor motivo para desafiar tu autoridad.
8. Demuestra confianza en ellos
Los adolescentes están desarrollando su independencia, y una manera de fomentar que crezca correctamente es demostrando que los adultos lo toman en serio. Los pequeños gestos pueden decir más que las palabras; puedes demostrar que te importa su opinión para algunas decisiones de la casa, como: “¿Me ayudas a decidir qué comemos hoy?”.
Incluso puedes pedirle un favor, manifestando así que confías en él, u ofrecer un privilegio que creas que puede manejar con responsabilidad, como llegar un poco más tarde a casa, o darle una mensualidad para que use su dinero correctamente.
9. Hazle saber lo valioso que es
En pleno desarrollo de su personalidad, es normal que los jóvenes duden de sí mismos y de todo lo que son capaces. Destacar pequeños y grandes méritos de sus acciones les ayuda a tener confianza en sí mismos.
Aunque los adolescentes finjan que no les importa lo que piensen sus padres, lo cierto es que constantemente buscan su aprobación. Valorar las cosas que hacen bien también ayuda a que la relación de padre e hijo sea más saludable.
10. Nunca decidas castigos cuando te domine la ira
Cuando nuestras emociones son una tempestad, lo mejor es no hacer ni decir nada de lo que nos podamos arrepentir. Si tu hijo comete una imprudencia y le gritas “¡Te quedarás a vivir en tu habitación por un año!”, es más probable que aprenda la lección equivocada, centrándose más en el enojo de sus padres que en la comprensión de lo que importa.
Para evitar que los resentimientos provoquen palabras o acciones dañinas, los padres deben recordar que lo que importa es resolver el problema, y muy seguramente eso no sucederá con las emociones hirviendo en nuestro interior y empañando el juicio. Espera a tener la cabeza fría para volver a hablar del asunto; no solo tomarás mejores decisiones para educar a tu hijo, sino que también le darás una lección sobre el control del enojo.
11. Déjalo aprender de sus errores
En la transición de la adolescencia, el joven busca descubrir quién es y qué puede hacer, sus capacidades y limitaciones. Así que deja que tu hijo cometa errores para que obtenga el aprendizaje de la experiencia de la vida, aunque sean cosas buenas y no tan buenas. No le hagas sentir culpable cuando comete un error ni le digas “Te lo dije”. Lo importante es que le hagas saber que, pase lo que pase, tú siempre estarás ahí dándole tu apoyo incondicional.
¿Cómo es o cómo fue tu relación con hijos adolescentes? ¿Qué consejo le darías a un padre que debe atravesar esta etapa?