Ahora lo vi todo
Ahora lo vi todo

6 Frases que suelen alejar a los hijos y 6 cambios que podrían fortalecer tus lazos con ellos

Las palabras pueden ser muy poderosas y lo que decimos a otros, es posible que tenga un gran impacto. Por esto es por lo que es bueno analizar qué y cómo comunicamos, en especial con nuestros hijos, ya que esto puede influir, no solo en su autoestima, confianza y estabilidad, sino también en la relación que deseemos construir con ellos.

En Ahora lo vi todo, conocemos la importancia de forjar vínculos familiares fuertes y queremos ayudarte con frases que son capaces de marcar una diferencia al momento de hablar con tus pequeños.

1. “Puedes hacerlo mejor”

No hay límite para la perfección, pero muchos padres piensan de manera diferente. Desde los primeros pasos le ponen a su hijo una expectativa tan alta que el pequeño tiene que alcanzar lo inalcanzable todo el tiempo. A la vez, los adultos a menudo se olvidan de recompensar al niño por los resultados obtenidos porque no son un motivo de orgullo, sino solo una señal de que es hora de establecer nuevas metas.

Un niño que vive en la eterna carrera por el ideal paterno no sabe valorarse y disfrutar el proceso de su trabajo. Y, por supuesto, le resulta difícil evitar las neurosis y el estrés, porque siempre hay algo por lo que luchar. Estos niños a menudo se enferman, caen en la procrastinación y abandonan la carrera, cansados ​​de girar eternamente en la rueda de las ambiciones de otras personas.

  • La madre de una amiga siempre le decía: “Puedes hacerlo mejor”. Si al menos la hubiera elogiado por los resultados. Durante mucho tiempo, mi amiga no podía disfrutar de sus logros. Y de las pequeñas cosas habituales tampoco. Porque siempre es posible hacerlo mejor. Luego logró superarlo de alguna manera. Y empezó a comprender que si hizo algo bien, hizo algo bien, y eso debería ser motivo de alegría. Y si es posible hacerlo mejor, o siquiera si hace falta, ya es una cuestión aparte. © Irmali / AdMe
  • Toda mi vida he intentado hacer algo para recibir un elogio. Pero sí, cómo no, incluso un banal “gracias” llegaba, con suerte, una vez al año. Por lo general, recibía una reacción plana o un regaño. Como resultado, crecí como una persona perezosa, reservada y poco comunicativa porque ¿de qué sirve hacer algo o hablar de algo si de todos modos nadie lo apreciará? © kaddyd / Pikabu

Evita: “¡Estoy tan orgulloso de ti!” o “¡Buen trabajo!”

Intenta: “¡Deberías estar muy orgulloso de tu trabajo!” o “¡Hiciste ese rompecabezas tan rápido!”

La primera frase parece inocente, pero es peliaguda. Cuando los padres suelen elogiar a los niños por todo lo que hacen, desde terminar su cena hasta hacer un dibujo, el elogio no tiene sentido. En cambio, trata de elogiar las cosas concretas relacionadas con los logros de tus hijos y aliéntalos a ser autocríticos y orgullosos de las cosas que hicieron realmente bien.

2. “Son tus problemas, resuélvelos tú mismo”

Criar a un niño según los principios “no confíes, no temas, no pidas ayuda” tiene sus pros y sus contras. Por un lado, enseñar a un niño a afrontar las dificultades por sí solo es una habilidad importante que sin duda será útil en la vida. Pero hay que tener en cuenta que, debido a la falta de experiencia en la vida, los pequeños simplemente no pueden hacer frente a algunos problemas y no deberían hacerlo.

Si los padres no son para el niño un apoyo en el que puede confiar en tiempos difíciles, tiene todas las posibilidades de meterse en problemas. El sentimiento de seguridad y de confianza es tan necesario para los niños como la independencia, por lo que es esencial que los adultos no vayan demasiado lejos en este sentido.

Evita: “¡Déjame en paz!”

Intenta: “¿Qué te pasó?” o “Por favor, dame un minuto para terminar esto y hablaremos, ¿de acuerdo?”

Si sueles ignorar a tu hijo, él o ella pronto comenzará a pensar que no tiene sentido pedirte ayuda o consejo, porque siempre estás ocupado. Cuando los niños no reciben suficiente apoyo en su infancia, es menos probable que compartan sus emociones y pensamientos con sus padres cuando crezcan. Si no puedes prestarle toda tu atención a tu hijo de inmediato, pídele pacientemente que te dé un par de minutos para terminar las cosas que estás haciendo.

3. “¿Estás leyendo? Mejor haz algo útil”

Muchos padres creían sinceramente que un niño debía estar constantemente ocupado con algo: prepararse para las lecciones, estudiar en talleres y cursos, poner las cosas en orden en la habitación. Solo soñar o leer un libro parecía algo vergonzoso, una especie de ociosidad. Como resultado, ha crecido toda una generación de adultos que simplemente no saben cómo descansar. Ni un poco.

  • Tengo un ardiente sentimiento de culpa cuando no hago nada. ¿Ver una película? No, aprovecharé para planchar la ropa o cocinar una sopa, ¡no me sentaré sin hacer nada frente al televisor durante 2 horas! Y así siempre. No se puede relajarse. No hacer nada es malo. Como resultado, vivo en un estado de tensión eterna, los ataques de nervios se han convertido en un hábito desde hace mucho tiempo. E, intelectualmente, entiendo que es tengo que descansar. Pero no sé cómo: ¡me da vergüenza no hacer nada!

Evita: “Nada de postre hasta que termines tu comida”.

Intenta: “Primero, comemos la sopa, y luego el postre”.

La primera frase, aumenta el valor de la golosina y disminuye la alegría de la comida en sí. Intenta modificar un poco tu frase, la sopa y el pastel parecen sabrosos, pero, como sabemos, deben comerse en cierto orden.

4. “No eres una belleza...”

Los padres son el primer espejo en el que un niño se mira para comprender cómo es él mismo. Y si mamá y papá le repiten regularmente que su cabello es demasiado fino, sus piernas están torcidas y en lugar de una nariz tiene una papa, así es exactamente como el niño se percibirá. Con tales actitudes, no puede haber nada ni remotamente parecido a la autoestima.

Esto no significa que haya que mentir imprudentemente a los pequeños sobre su belleza sobrenatural, pero a muchos padres no les haría daño empezar a notar lo bueno y enfatizar las ventajas de la apariencia del niño. Conocer sus fortalezas ayudará al niño a sentirse más seguro, mientras que la información persistente sobre sus deficiencias lo hará acomplejado y cerrado en sí mismo.

Evita: “¡Date prisa!”

Intenta: “Apurémonos” o “¡A ver quién será el primero en comer el postre!”

Cuando incitas a tu hijo a hacer las cosas más rápido, aumenta su estrés y le haces temer que llegue tarde o pierda algo. Intenta modificar la frase de tal manera que tu hijo sienta que ustedes están en el mismo equipo.

5. “No lo recuerdo, entonces no pasó”

Ahora todos sabemos sobre el gaslighting y entendemos que la negación de los hechos reales es una forma de violencia psicológica. Pero cuando éramos niños, muchos de nosotros escuchamos la frase “¡Lo estás inventando! ¡Eso nunca pasó!” de nuestros padres, quienes realmente no querían admitir que se habían equivocado.

Como resultado, los niños comienzan a dudar de su percepción de la realidad y de la utilidad de su propia memoria. Esto es extremadamente perjudicial para su capacidad de confiar en sí mismos y en el mundo porque las personas más cercanas, sus padres, les muestran que, en realidad, algo anda mal con ellos, ya que “recuerdan lo que no fue”.

  • Trabajé con una clienta a la que, a la edad de 13 años, su madre echó a la escalera del edificio en ropa interior con las palabras: “¡Fuera, aquí nada te pertenece!”. ¿Por qué? Porque la niña se atrevió a decir “¡Esta también es mi casa!”. Los vecinos la dejaron entrar para que esperara allí a que pasara la rabieta de su madre. Cuando la niña trató de recordarle este incidente a su madre, ella dijo: “¡No pudo haber pasado, no podría mirar a mis vecinos a los ojos, lo estás inventando!”. © lfeey / Pikabu

Evita: “¿Cómo estuvo tu día?”

Intenta: “¿Cuál fue la mejor parte de tu día?”

“¿Cómo estuvo tu día?” es en realidad una pregunta sin sentido que implica una respuesta de solo una o dos palabras. Si realmente deseas saber cómo fue el día de tu hijo, haz preguntas concretas que requieran respuestas largas y detalladas.

6. “No te metas en las conversaciones de los adultos”

Para muchos padres, su hijo seguirá siendo un bebé ignorante para siempre, sin importar la edad que tenga: 5, 15 o 50 años. Les parece que el niño no puede entablar una comunicación plena con los adultos, y es demasiado pronto para que tenga su propio punto de vista sobre cualquier cosa. Estos padres no consideran a sus hijos como individuos y los niños se dan cuenta de eso perfectamente.

Con los años, esto puede dar como resultado el hecho de que el hijo adulto se avergüence de expresar su opinión en presencia de personas mayores (maestros, profesores, jefes), considerando sus propios pensamientos son insignificantes y no dignos de atención. Esto le impedirá descubrir sus habilidades académicas y construir una carrera exitosa.

  • A mi madre le encantaba esta frase. Por ejemplo, una amiga de ella venía de visita, de repente se acordaban de una película interesante, que yo también había visto, yo quería dar mi opinión, y entonces: “¡No te metas en las conversaciones de los adultos!”. Una de sus amigas una vez dijo: “¿Por qué la callas? Que también diga lo que piensa”, a lo que mi madre respondió: “No tiene por qué meterse cuando están hablando los adultos”. Y yo ya era adolescente. En esta frase yo escuchaba “no te metas, eres tonta y no entiendes nada”.
    © Kaoma777 / AdMe

Evita: “¡Qué vergüenza!”

Intenta: “Lo que hiciste me hace sentir molesto, porque...”

Es posible que tu hijo aún sea demasiado pequeño para comprender qué es realmente la vergüenza. Esta frase no le da al niño ninguna idea de por qué lo que hizo estuvo mal. Además, un estudio ha demostrado que la vergüenza puede hacer que algunos niños sean más agresivos. Intenta explicarle a tu hijo qué estaba mal en su comportamiento y cómo evitarlo en el futuro.

¿Qué acciones llevas a cabo para tener una buena relación con tus hijos? ¿Qué otras cosas evitas decirles?

Ilustrado por Alena Sofronova para Ahora lo vi todo
Compartir este artículo