Ahora lo vi todo
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Por qué evitar el uso de “ten cuidado” o frases similares con los niños (y qué hacer para reforzar su seguridad)

La niñez es una etapa de exploración. Sin embargo, a veces la curiosidad puede poner a los más pequeños en situación de riesgo. Es importante saber diferenciar entre eso y el no permitir que los chicos puedan desarrollarse sanamente, mostrándoles cómo hacer las cosas, ya que esto podría ayudar a que la confianza en sí mismos aumente.

En Ahora lo vi todo te hablamos un poco sobre las consecuencias negativas de utilizar la expresión “ten cuidado” y cómo sustituirla.

Qué hay detrás de la frase “ten cuidado”

Las diferentes autoridades que supervisan a los niños, según el contexto, suelen arrojar la frase cuando los ven en alguna situación que consideran “riesgosa”. Pero ese grito de advertencia no hace más que distraerlos de su juego libre y les transmite miedo y desconfianza, poniendo así en jaque su capacidad de calcular y asumir riesgos por su propia cuenta.

Los niños tienden a aprender mejor viviendo sus propias experiencias con el entorno, y al arrojarles nuestro tan preciado “ten cuidado”, estamos impidiendo que esas experiencias sucedan. De hecho, hay estudios que demuestran que esto tiene consecuencias a largo plazo, como generar problemas relacionados con la ansiedad.

Dejar de “advertir” y comenzar a “conducir”

Según la teoría sociocultural del desarrollo cognitivo de Vygotsky, los niños aprenden en su interacción con el mundo y desarrollan sus habilidades primordialmente en el aprendizaje cooperativo. Si deseas que tus niños puedan comprender los riesgos por su cuenta, lo primero que debes hacer es exponerlos ante estas situaciones.

Otras investigaciones indican que, si solo proteges a tus hijos evitando su exposición, esto no evitará que a largo plazo sean vulnerables al riesgo. En cambio, ese futuro adulto será distinto si tú, durante su camino, lo incentivas a experimentar, aprender sobre el peligro y planear estrategias para decidir en momentos donde aceche algún conflicto.

Cambiar nuestras preguntas para fomentar su conciencia

En lugar de nuestra automatizada frase “ten cuidado”, puedes estar cerca de ellos por si te necesitan, y desde ahí hacer preguntas que los hagan pensar. Por ejemplo:

  • ¿Notas...? — ¿Notas la caída que hay? ¿La distancia que hay entre tú y el suelo? ¿Qué piensas que pasaría si por alguna razón te caes?
  • ¿Ves...? — ¿Ves que esas rocas tienen musgo húmedo? Es resbaladizo, ¿qué crees que podría pasar si pisas allí mientras corres?
  • ¿Escuchas...? — ¿Escuchas a esos perros ladrando? Puede que estén jugando, pero si no es así, ¿piensas que serán amigables contigo?
  • ¿Sientes...? — ¿Sientes que si pones la mano allí hace mucho calor? Si con aproximar tu mano ya lo percibes, ¿cómo estará esa superficie de caliente?
  • ¿Te sientes...? — ¿Te sientes confiado? ¿Te sientes inseguro? ¿Atemorizado?

Después de hacerlos pensar sobre cómo es el entorno y sobre las consecuencias de actuar sin medir, puedes allanarles el camino para resolver posibles problemas. ¿Cómo? Con preguntas proactivas:

  • ¿Qué planeas...? — ¿Qué planeas para poder bajar sin problemas de allí?
  • ¿Qué puede servirte...? — ¿Qué puede servirte de agarradera? ¿Por qué es mejor tomarte de eso que de otra parte?
  • ¿Dónde...? — ¿Dónde sería un buen lugar para practicar patineta? ¿Dónde podrías cavar esos hoyos sin problema alguno?
  • ¿Cómo...? — ¿Cómo cruzarás la calle? ¿Cómo llevarás todo eso sin tropezarte?
  • ¿Quién...? — ¿Quién estará cerca? ¿Quién será de ayuda si te sucede algo?

Estas son algunas de las opciones, pero las variaciones pueden ser infinitas. Lo importante es darles el pie para que ellos piensen, calculen y decidan.

Qué beneficios traerá esta pequeña, pero significativa modificación

1. Transferir el poder a tus hijos

Le transferirás el poder de decisión a tus hijos. ¿Se equivocará? Claro, como todos. ¿Tendrá algún raspón? También, pero no es algo grave. Más importante que esos posibles riesgos es que se sientan empoderados, capaces de tomar decisiones.

2. Confiar en sí mismos

Confiarán en ellos mismos. Sí, ahora son pequeños, pero crecerán y en algún momento deberán independizarse. Por eso mismo, si les das la posibilidad de asumir sus propios riesgos de niños, aumentarán su capacidad de resiliencia, adaptándose a los contextos negativos que les toquen vivir y sabiendo que saldrán adelante con las herramientas que tienen.

3. Comprender de qué se trata la vida real

Comprenderán de qué se trata la vida real. No podrás estar cerca de tus hijos por siempre. Además, el mundo a veces puede ser un sitio hostil, más si alguien no está preparado. Por eso, cosas como caerse y levantarse de pequeño, que fomentan su autoestima, serán la base de la confianza del mañana, la cual les servirá cuando estén frente una situación más compleja.

¿Cómo has estado reforzando la independencia de tus hijos?

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