Gatito que no fue bienvenido al principio dio brillo a la vida de un padre de familia en sus últimos días
Las mejores cosas de la vida son inesperadas, y una de ellas recae en aquellas mascotas adoptadas que llegan a nuestra vida sin planearlo, pero que la nutren y la llenan con su amor, travesuras y presencia en el hogar. Esto fue lo que sucedió con la familia Maticorena, a la cual se sumó un hermoso y cariñoso gatito. Y además de crear un lazo muy especial con todos los integrantes y ser un ejemplo de resiliencia y lucha, se volvió el fiel apoyo y compañía del papá durante la última etapa de su vida.
En Ahora lo vi todo platicamos con Erika, mamá de Presidente Miau, quien nos contó la amorosa historia de este bello gatito y cómo poco a poco se ganó el corazón de todos en el hogar.
Un encuentro cautivante y muy discreto
Un buen día, la pequeña hija de Erika, Nuria, vio caminar a un lindo gatito por su casa, por lo que se fue detrás de él para poder acariciarlo y mimarlo. Pero la historia no terminó ahí. Nuria escogió un mueble con puertas grandes que estaba en su terraza para convertirlo en el hogar temporal de este peludito. En él, ella guardaba sus juguetes, pero los retiró de ahí e hizo espacio para poner una caja de zapatos y utilizarla como una cama para él. Nadie sabía de esto. Era invierno y ella solo tenía 9 años. Quería mantenerlo alejado de la lluvia y de otros gatos salvajes.
Un secreto blanco y negro bien guardado
El gatito no se quedó a vivir en la casa, pero se llevaba muy bien con Nuria. Un día, Erika y su hija estaban afuera y vieron que salió de entre los arbustos para saludar y rodar frente a ellas. Era tan lindo, nos contó Erika, que de inmediato se enamoró de él. Después de eso, ellas continuaron con su paseo, pero al regresar a casa, vieron que otros felinos lo estaban atacando. Rápidamente decidieron ayudarlo y llevarlo a su hogar en secreto, puesto que a los padres de Erika no les gustaban los animales (las mascotas específicamente).
“Lo llevamos a mi habitación e hicimos un plan: mantener la puerta cerrada todo el tiempo. Eso sí, había que ser meticulosos, pues para pasar al jardín, mis padres deben cruzar por mi habitación. Así que teníamos que esconderlo en el armario, el cual después nombramos como ’La oficina del presidente’”.
Estancia a prueba
Así transcurrieron 4 meses, en los cuales lo llevaron a esterilizar y en donde descubrieron que era macho y no hembra. Se llenaron de juguetes y otras cosas que escondían entre el cuarto de Erika y el de Nuria. Pero sucedió lo inevitable: un día, por un descuido, y como buen gato, saltó detrás de la mamá de Erika para ir al jardín, y ella, al descubrirlo, lo echó a la calle. Erika decidió tomar una manta, comida y agua para ir a buscarlo, dispuesta a pasar la noche con su gato en la calle, de donde ya lo habían rescatado.
Un par de horas después, recibió una llamada donde le dijeron que volviera, pero con ciertas condiciones. El gato y su papá no podían estar en la misma habitación por ninguna razón, ya que él no aprobaba que hubiera llevado a casa un animal de la calle y menos a escondidas.
El amoroso compadre
Estando ya dentro de la casa, el papá de Erika decía: “Voy a pasar, saca al animal”, y ella tenía que retirarlo de su vista. “Mi pobre chiquito se portaba muy bien, como sabiendo que debía permanecer en silencio para no molestar”, nos contó Erika.
Un día, antes de las 6 de la mañana, el señor Maticorena estaba en su sillón de la sala viendo las noticias, como siempre, pero compartiendo el sofá con el gato, ¡y acariciándolo! Ese día fue algo maravilloso para todos. Desde entonces, él ya no lo llamó “el animal” o por su nombre, “Presidente Miau”. Claro que no. A partir de ese día, el animal se convirtió en “su compadre”.
Una historia de lucha
Él y el padre de Erika lucharon juntos contra el cáncer. Presidente Miau tenía un tumor en la frente que fue retirado con éxito, pero además tuvo 3 cirugías del tracto urinario y, hasta el año pasado, consumió alimentos medicados que no le gustaban. Después de su última cirugía, el veterinario le recomendó la dieta BARF, que le encanta. Ahora está sano y feliz, y le gusta que lo acaricien debajo de la barbilla, de las orejas y cuando Erika lo besa en la frente.
Amor entrañable hasta el final
El señor Maticorena y Presidente Miau se quisieron mucho. A las cinco de la mañana, el primero que se levantaba buscaba al otro. Erika escuchaba a su gato maullar muy bajito frente a la puerta del cuarto de su papá, y si él no respondía, iba al baño, metía la patita por debajo e inmediatamente podía escucharse la voz del papá diciendo “Ya, compadre, ya salgo”.
Presidente Miau y el señor Maticorena desayunaban y veían el amanecer juntos. Un día, el papá de Erika ya no pudo verlo más, porque el cáncer lo golpeó muy fuerte y rápido, y no se levantó nunca más de su cama. Para la atención del hombre acudían médicos, enfermeras, paramédicos y ambulancias, pero su gato no se movía de su lado, a pesar del terror que le tenía a casi toda la gente. El amor y la fidelidad que Presidente Miau tenía por su papá lo llevaron a superarlo todo. El señor Maticorena pedía que acercaran su mano a la cabecita de Presidente, quien siempre estaba cerca, pero no subía a la cama porque a su esposa no le gustaba eso. “Mi papá ya no era él, no hablaba, solo roncaba. Cuando se fueron las enfermeras, Presidente saltó a la cama y se echó al lado de mi papá. Pocos minutos después, él falleció en mis brazos”.
La luz de una familia entera
Presidente Miau adora ser parte de todo porque es de la familia. La relación de la madre de Erika con el pequeño gatito cambió después de la muerte de su esposo. Ella estaba sufriendo y notó que él también; esos dos corazones rotos hicieron las paces. “Ahora mi madre lo ama, le habla. Cuando cocina, lo llama. ¡En verano, ella es la única que puede bañarlo!”, nos dijo Erika.
El día en que lamentablemente falleció el señor Maticorena, tras llegar del funeral, lo encontraron en su cama. Presidente Miau siempre guardó el recuerdo de su gran amor. Y es así, la felicidad que produce tener una mascota en casa es indescriptible. Su grata compañía y su amorosa cercanía son paliativos para poder sobrellevar las dificultades de la vida. Sin duda, la presencia de Presidente Miau en la familia Maticorena se convirtió en un tesoro muy preciado que ayudó a aliviar la difícil situación que enfrentaron y dio la fuerza necesaria para seguir adelante.
¿Alguna vez has tenido una relación muy especial con una mascota? ¿Cuál es la historia de su encuentro?