Ahora lo vi todo
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Su cita se negó a pagarle un extra de queso, así que se paró y lo dejó por miserable

En la era de las redes sociales, estamos más conscientes de que las citas no siempre son experiencias agradables. Un ejemplo de ello es la historia viral reciente que una usuaria de TikTok compartió, donde reveló que dejó a su cita porque él se negó a pagar un cargo extra por queso en un restaurante.

La protagonista de esta historia es Dafna, una joven estadounidense que compartió en la red social su experiencia de salir a cenar con un chico y después abandonarlo. Sin embargo, su comportamiento fue criticado por algunos usuarios de la plataforma.

Dafna relató que tuvo una cita en un restaurante de Nueva York, Estados Unidos, donde las cosas se complicaron cuando su acompañante pidió una rebanada de queso para su hamburguesa, pero la mesera le informó que tendría un costo adicional de tres dólares.

El hombre se negó a pagar por el queso extra y se quejó de que cada vez más establecimientos cobran cargos adicionales por diferentes ingredientes, lo cual no fue del agrado de Dafna. A pesar de que la cita había comenzado bien, la actitud de su acompañante en ese momento le hizo abandonar la reunión.

Después de que terminaron de comer, Dafna le dijo a su cita que iba al baño, pero en realidad se acercó a la mesera y pagó toda la cuenta. Sin avisar a su acompañante, se fue del restaurante, le envió un mensaje y luego lo bloqueó.

“’Ya pagué la cuenta. Debiste pagar por la rebanada de queso extra’, y lo bloqueé”, le escribió en un mensaje.

Después de compartir su historia, varios usuarios reaccionaron y criticaron a Dafna, sugiriendo que no debería ser tan exigente en sus citas y que quizás esa era la razón de su soltería, entre otras cosas.

Ante las críticas, Dafna decidió publicar otro video explicando la situación y revelando que algunos usuarios se burlaron de ella por su apariencia física y por ser “exigente”. Sin embargo, afirmó que su cita tomó la situación con sentido del humor y que incluso tendrán una segunda cita.

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  • Tuve un novio que casualmente se iba al baño cuando traían la cuenta. Se tardaba y, obvio, yo pagaba. Un día, lo hice ir a un lugar caro y pedí, pedí y pedí. Cuando llegó la cuenta, le escribí a una amiga para que me llamara y pudiera salir del restaurante. A él no le quedó otra que pagar la cuenta. Me encontró afuera y me dijo cuánto le había costado, pero yo seguí en mi conversación, ni me di por enterada y se enojó. Corté mi llamada y le dije: “¿Nos vamos?”. Le di una sopa de su propio chocolate. Al poco tiempo, lo dejé, le dije que por esos detalles no quería seguir con él. © Rosario Mendoza Baltazar / Facebook
  • Estuve de novia 14 años. Cuando nos casamos, si yo no ponía dinero para la comida, no comíamos; si le pedía dinero para mi pasaje para ir a trabajar, debía devolvérselo cuando me pagaban. En invierno, no me dejaba prender la calefacción porque se incrementaba el cobro, por eso yo vivía enferma. Pasé dos años así, ¡un infierno! Me fui sin nada y empecé de cero, porque, obvio, se quedó con todo. Pero la felicidad que obtuve no tiene precio. © Lorena Sastre / Facebook
  • No es mi historia, pero me costó trabajo creerlo. El chico la invitó a ella al cine y compró un montón de golosinas en la dulcería. Ya en sus asientos, él guardó todo en su mochila y le preguntó por qué ella no se había comprado nada para la función. Ella, obviamente, le pidió que le convidara de lo que él tenía, pero él solo le dijo que lo había comprado para su mamá porque se lo había encargado. Esto le pasó a una compañera de la escuela, nos reímos mucho de la anécdota, y lógicamente jamás volvió a salir con él. © Nadia Cervantes / Facebook
  • Tuve un novio que, cuando terminamos, me dijo que yo le debía treinta dólares por todas las salidas que habíamos tenido, y yo le dije que estaba loco. © Urania Rosales / Facebook
  • Yo tuve un amigo que me invitó dos o tres veces a cenar a un restaurante; cuando llegaba la cuenta, me decía que había dejado la cartera en otro pantalón, que le prestara 30 dólares. Mejor hubiera pagado yo, porque hasta con el cambio se quedó, y en las tres ocasiones. Lo peor de todo es que es licenciado y tiene dinero. © Carmen Silva / Facebook
  • Me iba a casar con mi novio. Si me llevaba a un restaurante de comida china, compraba un plato para los dos; si íbamos al cine, compraba un combo para los dos. Me cansé, la gota que derramó el vaso fue cuando le dije que no me gustaba salir a comer, que yo prefería cocinar y me respondió que en su apartamento no podía cocinar porque los vecinos iban a oler mi comida. Eso y otras cosas más me hicieron desistir de casarme con él. © Marisela Covet Manrriquez / Facebook
  • Fuimos con mi novio a comer pizza porque él me había invitado, y hasta postre pidió. Cuando fue a pagar, me dijo que le habían rechazado la tarjeta, me pidió que yo pagara con mi tarjeta y que luego él me devolvía la plata. Aquí estoy, después de veinticinco años, esperando que me pague. © Rosaura Abarca / Facebook
  • Mi exnovio ganaba más que yo, él tiene 34 años y yo, 24. Me acabo de graduar y aún no tengo el título; aunque ya trabajo, me pagan muy poco, en fin. Un día, me dijo que si yo no tenía dinero, teníamos que ir al parque porque él no pensaba pagarme nada. Toda mi quincena me la gastaba en salidas con él y, entonces, cuando él planeaba un viaje, yo ya no tenía dinero, así que se iba solo. Me rompió el corazón. Una vez, me dijo que fuéramos a su pueblo con sus amigos y que yo me hiciera cargo de la comida. Tuve que conseguir dinero como pude para poder pagar la comida de ambos. Al final del día, le dije: “Oye, ¿me compras algo de tomar?”, y me respondió: “No, yo no tengo dinero”. Siempre dividía —exacta— la cuenta, nunca podía poner un peso de más. Yo me gastaba todo, todo mi dinero con él. Entendí que no me quería. © Gil Arely / Facebook
  • Eran los años 70 y acompañamos a una amiga a encontrarse con el novio, ya que los padres no querían que fuera sola. El novio comió y bebió, pero a su novia solo le hizo servir un refresco y a nosotras, las dos acompañantes, nada. Por delicadeza, no pedimos ni agua, por supuesto. © Cristina Rodríguez Camino / Facebook
  • Estando en la universidad, tuve un novio que no tenía dinero, pero si yo lo invitaba al cine y no llevaba para el combo de palomitas y refresco, me regañaba. ¡Ni guapo era!, eso era lo peor. Pero bueno, fue el primer novio que tuve y ya saben que una pensaba que las cosas se daban por amor. Vaya que era ilusa. © Sunia Wong / Facebook
  • Mi novio me invitó a su casa a conocer a su familia. Hasta acá todo bien. Hubo que ir al supermercado a comprar comida, a él no le habían pagado, entonces, sin problema, yo pagué. Por la tarde, él quiso comprar algo para merendar, llegamos a la caja a pagar y me separó mi budín diciendo: “Si lo quieres, tú lo pagas, yo no como eso”. En fin, esa relación fue un dolor de cabeza que, por suerte y obviamente, no prosperó. © Silvana Medrano / Facebook
  • Mi relación iba bien, hasta que me quedé sin trabajo. Nuestra hija tenía un mes y no tenía para pagar la mitad del arriendo de la casa donde vivíamos. Me echó con nuestra hija y mis otros dos hijos, que tengo de mi relación anterior. Nunca le perdoné esa acción, solo piensa en él. Las acciones hablan por sí solas, menos mal que ya terminó esa relación enferma. © Veronica Soledad Alegria Ramirez / Facebook
  • Una vez, salí con alguien que me dijo: “No traigo mucho dinero”, así que yo le dije que ponía la mayor parte de la cuenta. Ya estando en el lugar, él se apresuró a pedir, primero, el café más grande y, pues, con lo que me quedó, mejor me pedí agua. Así supe por qué era el aplicado. Porque no sacaba ni un cinco. © Flavia Salmeron / Facebook
  • Tenía una amiga que era muy, pero de verdad, muy bonita y tuvo varios novios. El último que le conocí la citaba dentro del cine para no pagarle la entrada. © Virginia Sánchez Piña / Facebook
  • Tuve un novio que, cuando nos citábamos en las tardes, justo no había almorzado y justo se olvidaba de su billetera y justo se antojaba de todo por donde pasábamos. Una vez —bueno, dos—, vaya y pase, pero en las fechas especiales se “enfermaba” y no podía salir. Pero ya no más. ¡Qué tal! © Maria Del Pilar Gutiérrez / Facebook
  • Yo tuve un novio que me invitaba a cenar, y ya en el restaurante me decía: “Si quieres, tú no pidas nada”. Me daba mucha risa y me comía el pan que daban gratis. © Yeshica Rábago Guzmán / Facebook
  • Cuando recién me casé, mi esposo nunca me daba nada, ni de comer, pero tampoco me permitía trabajar. Un día, llegó del trabajo y me dijo: “Vamos a comprar algo”, no sabía qué era lo que íbamos a comprar, así que llegamos a un centro comercial y pasamos por una tienda de ropa. Pensé: “¡Me va a comprar ropa!”. Estaba tan emocionada, y cuando entramos, pidió ropa para él, y pensé que seguiría yo. Salimos de ahí para tomar el taxi y regresar a casa, y ese solo fue el comienzo. © Yuri Gar / Facebook
Ten en cuenta: este artículo se actualizó en marzo de 2023 para corregir el material de respaldo y las inexactitudes fácticas.
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