Humor y risa

Es normal que los hábitos de una sociedad cambien a medida que pasan los años. El comportamiento y el entorno de nuestros padres no son los mismos de nuestros abuelos, y así sucesivamente. Sin embargo, pocas veces nos ponemos a pensar en esas diferencias a menos que las tengamos frente a frente y podamos compararlas.

Aquellos que se aventuran a cocinar por primera vez no necesariamente contarán con la “suerte del principiante”. Hay personas que, en lugar de preparar platillos, terminan con alimentos terriblemente deformes o carbonizados, dejando a sus comensales llorando de hambre, o de risa, o ambos. Estos desastres culinarios, quizás por no seguir la receta al pie de la letra, podrían motivar a muchos a no volver a pisar la cocina, o a tomarlo como un reto e inscribirse en un curso y sorprender a sus familiares en su siguiente intento.

Cuando se es profesional, siempre hay alguien que pide cosas. Muchas veces, eso que piden es irrisorio o pretencioso. Como pensar que porque un amigo es fotógrafo hará milagros para que luzcamos bien en una foto o pedir las cosas como un “favor”, sin pretender pagar por el trabajo.

Los niños son una verdadera caja de sorpresas. Es imposible aburrirse con ellos, y muchos padres lo demuestran, ya que con el ingenio, creatividad y don para hacer travesuras que tienen los pequeños, resulta imposible tomarse un minuto de descanso.

Los hijos pueden llenar un hogar de risas, de llantos y probablemente de muchos gritos. Algunos padres se llevan sorpresas inesperadas creadas por sus pequeños “angelitos”, quienes en más de una ocasión los han dejado sin aliento o con la boca abierta. Y cómo no reaccionar así cuando encuentras todas las compras de la semana fuera del refrigerador siendo transportadas por su carrito. O cuando sus huellas negras sobre la alfombra los delatan, pero le echan la culpa al gato.

Los seres humanos tenemos comportamientos habituales. Es por eso por lo que a muchos de nosotros nos da un sentido de seguridad guiarnos por normas convencionales según nuestra cultura. Pero hay quienes deciden pintar su vida fuera de las líneas y nos invitan a preguntarnos: “¿Por qué no me atreví a hacerlo así?”. No a todos se nos ocurriría colocar un sensor de movimiento para saber cuándo nuestra mascota está haciendo sus necesidades o al no contar con palillos para comer fideos instantáneos, utilizar en su lugar dos cepillos de dientes.

Es imposible aburrirse cuando tienes una mascota. Siempre alguna ocurrencia nueva acapara nuestra atención; si no son sus travesuras, es su ternura y el amor que brindan. Más allá de las distintas circunstancias, está claro que tener un compañero de cuatro patas es una aventura de cada día.

La inocencia de los niños hace que de repente nos suelten unas bombas de sinceridad dignas del almanaque de lo insólito. Si fueran los adultos quienes las pronunciaran, seguro nos vetarían de más de un sitio. Uno como quiera, pero ¿y las criaturas? A ellos difícilmente les podemos vetar esa vena creativa que a veces nos hace querer envolvernos en un rebozo y desaparecer.

Los animales suelen meterse en problemas o en algún tipo de lío. Se quedan atrapados en ventanas, tiran su comida o se embarran de lodo jugando. Sus dueños intentan evitar que cometan errores como estos, pero no siempre pueden ayudarlos, por lo que solo les queda capturarlos en medio de sus travesuras.

Una de las motivaciones principales para explorar restaurantes es la forma elegante e inusual en la que muchos suelen servir sus platos. Si bien a algunas personas les encanta que el emplatado sea sumamente original, hay otras que han dado con versiones tan, pero tan extrañas, que empezaron a replantearse el hecho de haber elegido ese lugar.

La riqueza extrema no se encuentra a la vuelta de la esquina, y es probable que no viva en el mismo lugar que nosotros, pero existe. A estas personas les tocó estar en contacto estrecho con los ricos y decidieron compartir las extravagancias que presenciaron. Desde gastar 2 millones de dólares en una boda hasta almuerzos exprés en otro país. ¡Quién pudiera!

Probablemente, al ir caminando por las calles, no hayas notado la cantidad de letreros que se pueden llegar a encontrar. Algunos de ellos comparten mensajes que podrían resultar divertidos y otros hasta podrían hacer que te detengas a observarlos por rayar en lo absurdo o incomprensible.

Comprar productos en línea u ordenar un platillo en un local de comida puede hacernos sudar mientras esperamos por ellos. Por lo general, desde el momento en que vemos una imagen promocional ideamos que ese objeto llegará a nuestras manos, o a nuestro paladar, tal y como lo vimos en el anuncio. Cuando no es así, algunas veces podemos escuchar cómo nuestra cabeza y bolsillo gritan al unísono. Sin embargo, hay personas que deciden ver el lado cómico de la situación, no permiten que esto arruine su día, y deciden compartirlo al mundo entero para que riamos con ellas.

El mundo de la moda tiene sus propias reglas, y podemos o no estar de acuerdo con ellas. Sin embargo, esto no quiere decir que no haya prendas que deban ser señaladas por su desafortunado (¿o excesivo?) diseño. Creadas para usarse, hay quienes no pudieron caer en su incomprensible encanto. Otros, por suerte, pudieron evitarlas, no sin antes tomarles una foto para el recuerdo.

Creemos que tenemos todo fríamente calculado en nuestra rutina diaria. Nos despertamos, preparamos el desayuno, salimos a trabajar y regresamos a casa a dormir. Pareciera que no hay espacio para ningún error, pero... ¡no contamos con las traicioneras distracciones! Esas que hacen que nos desviemos del camino, que metamos el desayuno en un cajón de la alacena o que le pongamos comino, en vez de canela, al café.

Muchas veces, planificamos nuestras fotos con suma dedicación y detalle con la ilusión de lograr una toma que nos haga sentir orgullosos y satisfechos. Sin embargo, a veces las cosas no salen como queremos, y surgen ciertos imprevistos que “arruinan” nuestro momento perfecto. Si bien ese impasse nos puede perturbar momentáneamente, solo es necesario volver a mirar las fotografías para darnos cuenta de que algunas de ellas no pudieron haber quedado mejor.

No a todos los seres humanos les despierta el deseo de convertirse en padres. A pesar de ser una decisión seria, existen personas que la cuestionan, y algunos son muy francos al respecto. Sin embargo, hay quienes defienden su posición de manera ingeniosa con respuestas que desbordan un toque cómico.

Las compras en línea no son para los débiles de corazón. Desde el momento en que se hace clic en “comprar”, comienza una cuenta regresiva hasta que llega el pedido. Luego, con el desembalaje, la intriga nos invade al máximo. Pero todo puede ir rápidamente cuesta abajo cuando te das cuenta de que lo que has recibido no es lo que esperabas. Un escritorio demasiado pequeño o una funda de teléfono cuyo aspecto se diferencia bastante del anuncio publicitario son algunos de los tantos sinónimos de decepción.

A muchos de nosotros nos gusta tachar de la lista de deseos ciertos lugares de interés mundial, lo que es totalmente entendible. Sin embargo, debemos ser un poco cautelosos, porque estas visitas pueden ser muy diferentes en la vida real. Y es que hay veces en las que esa postal que vimos en el paquete de la agencia o en Instagram no resulta tan espectacular cuando la tenemos enfrente.

Probablemente todos nosotros en algún momento hayamos sido víctimas de diseños malos. A veces porque los arquitectos o diseñadores no cumplen con la funcionalidad del objeto, y otras porque utilizan un nivel de creatividad que nos deja estupefactos. Desde puertas en lugares inalcanzables hasta carteles que parecen hechos por un archienemigo.