Ahora lo vi todo
Ahora lo vi todo

15 Historias de tacaños que hacen que se nos suba la presión

Hay individuos que no solo evitan gastar dinero, sino que están obsesionados con ahorrar hasta el último centavo. Tratar con una persona avara puede ser complicado, pero todavía podemos encontrar humor en las situaciones en las que amigos, colegas y familiares intentan alcanzar la riqueza a través de las “aventuras patosas”. Por eso seleccionamos las anécdotas más inusuales y cómicas que seguro te sacan una sonrisa.

  • Mi hija tenía un novio; aunque era de clase media y vivía en una casa bonita y grande, los baños siempre olían mal. Después de ir a su casa varias veces, se dio cuenta de que era porque no descargaban el inodoro. Cuando ella le preguntó por qué no lo hacían, él dijo que solo jalaban de la palanca cuando hacían popó, no cuando orinaban, para así ahorrar y no tener que pagar tanto de la cuenta del agua. No duró mucho con ese novio. © Ana Benavidez / Facebook
  • Mi madre fue a una boda y llevó su regalo. Cuando llegó, vio que había favoritismo hacia un grupo de personas. A ellos les daban refresco, cóctel de frutas y bocadillos. A mi mamá solo le llevaron un vaso de agua. Mi madre se paró, entró a la casa y fue a la habitación donde ponían los regalos, agarró su regalo, que era un juego de sábanas, y se lo llevó delante de todo el mundo. Ella es mi heroína. © Maria Rosario Hidalgo / Facebook
  • Tengo una conocida que cuando vamos a comer a un restaurante, antes les da de comer a sus hijas para que no pidan del menú. Y si se les ocurre mencionar algo, la madre se las traga con la mirada. © Nellys Bazaar / Facebook
  • Mi exjefe me mandaba a comprar su comida, una torta de 10 pesos, con moneditas de 50 centavos. Al sumar solo había 8 pesos. Me decía que si faltaba, completara con mi dinero y que luego me lo devolvería. © Antonio Sánchez / Facebook
  • Mi esposo organizó un asado de puerco para toda la familia. Ninguno de los invitados tuvo que aportar nada. Ya llegada la noche, mi esposo se dio cuenta de que faltaba una pierna completa y la cabeza del puerco. A la semana, un primo organizó un asado, pero cobraba 20 pesos por persona. Cuando llegó mi esposo, abrió la nevera y descubrió la cabeza y la pierna que su primo se había robado 8 días antes. © Diana Catalina García / Facebook
  • Fui a una fiesta infantil como madrina. No me dieron agua. Y al partir el pastel, aunque era muy grande, no me dieron una rebanada. En nuestra cara, repartieron el pastel solo a los familiares. © Estephanie Díaz / Facebook
  • En un viaje de trabajo, esto sucedió en 1973, teníamos un compañero que al pagar la cuenta siempre exhibía un billete de 1000 pesos, que en aquel tiempo era toda una fortuna. Obvio que nunca pagó su parte. En la última comida hizo lo mismo, pero yo me había tomado la molestia de sumar el dinero que debía. Resultó que todos comimos gratis ese día. © Virginia Cabral / Facebook
  • En el cumpleaños de mi suegra, le regalé un perfume. Sin embargo, en otra ocasión, ella llevó ese mismo perfume como regalo de cumpleaños para un niño de 5 años al que asistimos juntos. © Cristina Beatriz Verducci / Facebook
  • Un familiar siempre que puede se la pasa criticando todos los eventos a los que va. Que si sirvieron poca comida, que no tenían platillos especiales para veganos, que si el agua era de grifo. Todo. El colmo es que para la boda de su hija, el gran bufé consistió en dos variedades de espagueti insípido. © Edith Ocampo / Facebook
  • Tenía una compañera de universidad que comía mucho, pero cuando llegaba el momento de dividir la cuenta, se escondía en el baño y volvía solo cuando la cuenta ya había sido pagada. Cuando le pedíamos que pagara su parte, se ponía molesta y nos acusaba de ser mezquinos. Una vez decidimos hacer algo al respecto. Comimos los platos más caros y cuando llegó la hora de pagar, le dijimos que teníamos que buscar la billetera en el carro. Por supuesto, nunca regresamos. © Paulo Pa / Facebook
  • Con una amiga compramos un pastel, platos y tenedores para el cumpleaños de un compañero de trabajo. Antes de que lo cortara, él tomó el pastel y se lo llevó a su casa, dejándonos con los platos y tenedores en las manos. © Anilu Robles / Facebook
  • En una ocasión fui padrino de bautismo. Le compré todo el ajuar a la niña y cuando ya me iba, me quisieron cobrar parte de lo que comí y una cooperación por el baile que organizaron. Por supuesto, les dije que no tenía más dinero. Me dijeron que era un tacaño. Jamás los volví a visitar. © Mariano Gonzalez / Facebook
  • Un chico me quiso visitar, recién llegaba de trabajar y le dije que sí. Tocó la puerta para que pagara el viaje. Lo despaché a su casa con la excusa de que tenía guardia de última hora. Así que se regresó en el mismo taxi. No le di nada. © Eli Chauque / Facebook

Lidiar con personas desagradables y extremadamente tacañas que regatean hasta el último centavo puede ser una tarea difícil, pero es importante mantener la calma y la compostura. En lugar de responder con enojo o frustración, trata de mantener una actitud tranquila y amable. Si te sientes incómodo con la situación, no tengas miedo de establecer límites claros y hacer valer tus necesidades. También es importante recordar que no tienes que ceder a las demandas de estas personas, y que tienes derecho a decir “no” si no te sientes cómodo con sus peticiones. Si todo lo demás falla, puede ser mejor simplemente alejarse de la situación y evitar el contacto con estas personas en el futuro.

  • Mantén la calma: es importante que mantengas la calma y no te dejes llevar por la frustración o la ira. Si te sientes molesto, respira profundamente y toma unos segundos para pensar en una respuesta adecuada.
  • Establece límites claros: establece límites claros y no permitas que la otra persona te manipule o te obligue a hacer algo que no quieres hacer.
  • Sé asertivo: comunica tus necesidades y expectativas de manera clara y directa. Si la otra persona te está presionando para que hagas algo que no quieres hacer, di no de manera firme.
  • No te sientas obligado a complacerlos: no te sientas obligado a complacer a la otra persona si eso significa poner en riesgo tu propio bienestar o felicidad.
  • Busca alternativas: si la otra persona se niega a ceder en una situación, busca alternativas para resolver el problema que satisfagan a ambas partes.
  • Considera limitar la interacción: si la otra persona continúa siendo desagradable o tacaña, considera limitar la cantidad de tiempo que pasas con ellos o la frecuencia de las interacciones.

Cuando nos encontramos con personas extremadamente tacañas, es importante recordar que su comportamiento no es personal. Es probable que tengan una relación difícil con el dinero o hayan experimentado dificultades financieras en el pasado. Tratar de entender su perspectiva puede ayudarnos a empatizar con ellos y reducir nuestra propia frustración. Además, establecer límites claros en cuanto a nuestras propias expectativas y límites financieros puede ayudarnos a evitar resentimientos y conflictos en el futuro.

Imagen de portada Edith Ocampo / Facebook
Ahora lo vi todo/Historias/15 Historias de tacaños que hacen que se nos suba la presión
Compartir este artículo